Una receta para impulsar el sector empresarial europeo
Los inversores deberían estar dispuestos a aceptar el riesgo de la renta variable y los empresarios deberían estar dispuestos a ofrecerlo
A medida que cambian los principales rostros políticos de la Unión Europea, las reflexiones se centran inevitablemente en nuevos planes y proyectos para el futuro. Sin embargo, cuando se trata de las grandes cuestiones financieras, se necesita poca regulación o legislación nueva. En vez de eso, debemos concentrarnos en arreglar lo que ya existe.
La Unión de los Mercados de Capitales y la Unión Bancaria fueron introducidas para hacer el sistema financiero del continente más seguro, más flexible y mejor integrado. Sin embargo, aún no se ha producido un cambio fundamental.
Por ejemplo, la Unión de Mercados de Capitales. Su propósito expreso era reducir la dependencia del sector empresarial de los préstamos bancarios, pero aún no ha tenido mucho efecto. Según algunos datos recientes, sólo el 14% de la financiación de las empresas en Europa procede de los mercados de capitales. Ese número no describe exactamente los “mercados de capital eficientes”. Las inversiones transfronterizas son limitadas, y los bancos tienen que hacer una gran parte de la ardua tarea de levantar fondos corporativos.
Es importante cambiar este panorama por varias razones. En un momento de incertidumbre económica, empresas de cualquier tamaño se beneficiarían de una gama más amplia de fuentes de financiación y de mercados de capital más líquidos. Una mayor emisión en euros aumentaría el perfil y el poder de la moneda, tanto en los mercados nacionales como en el extranjero.
Tal vez lo más importante es que la mejora de los mercados de capitales puede favorecer la integración en la UE. Se está desarrollando un mapa cada vez más diverso de centros financieros en todo el continente: París, Milán, Frankfurt, Dublín y otros. Cada uno tiene su propia especialidad, y con una Unión de Mercados de Capitales eficaz, se podría interactuar y cooperar de forma mucho más eficiente. Se incrementarían los flujos transfronterizos, tanto en comercio como en finanzas, y se impulsarían las economías regionales. Además, la creación de centros regionales elevaría la capacidad financiera de la UE frente a las demás grandes potencias económicas.
A nivel mundial, existe una gran preocupación por la fragmentación de los mercados financieros. Parece extraño seguir abordando este mismo problema en la UE, en el marco de una moneda única, un mercado único y un único regulador general. Esto es especialmente preocupante para los bancos presentes en toda Europa. La Comisión, los reguladores nacionales y los bancos centrales deberían trabajar juntos para fomentar una buena formulación de políticas, apoyando las iniciativas locales del mercado de capitales y elaborando la mejor manera de aunar esfuerzos regionales cuando sea necesario. Los centros financieros de Europa deberían abrir un diálogo sobre cómo mejorar su oferta de mercados de capitales y aprovechar sus especializaciones.
Al mismo tiempo, la Comisión podría liberar los préstamos bancarios transfronterizos al finalizar la Unión Bancaria. Este sería un proceso delicado, que requeriría un acuerdo sobre algún tipo de esquema de respaldo de depósitos y una serie de otros asuntos. Sin embargo, se trata de una prioridad fundamental, ya que, por fin, pondría la estabilidad financiera sobre una base mucho más amplia dentro de la Unión.
El sector privado también tiene un papel que desempeñar en la reforma financiera. Puede sonar extraño para alguien del sector bancario decir esto, pero los mercados financieros europeos han estado demasiado centrados en la deuda durante demasiado tiempo. La emisión de deuda no es adecuada para todas las situaciones de financiación ni para todos los actores del mercado. Para hacer frente a esta situación, existe una necesidad desesperada de una cultura de inversión en acciones más desarrollada en Europa. Sin esto, la Unión de Mercados de Capitales operará con una mano delante y otra detrás.
Europa necesita seguir generando crecimiento y fomentando la innovación. Eso significa correr riesgos. Los inversores deberían estar dispuestos a aceptar el riesgo de la renta variable, y los empresarios deberían estar dispuestos a ofrecerlo. Dado que la UE pretende liderar los esfuerzos mundiales en la transición a una economía con menos emisiones de carbono, un mayor papel de la inversión en acciones debería liberar más financiación para proyectos sostenibles en el sector privado.
Se trata de un objetivo a largo plazo, pero el trabajo para conseguirlo puede comenzar ahora, utilizando las herramientas que la UE ya tiene a mano. Cuando los nuevos líderes salen a la palestra, siempre existe la tentación de pensar en grande y actuar con audacia. Pero cuando se trata de financiación, la UE necesita mejorar el funcionamiento de lo que ya tiene. Ajustes efectuados con paciencia, y no los cambios radicales, serán los que traigan mayor recompensa.
James Emmett es Chief Executive Officer, HSBC Europe & HSBC Bank plc