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INVERSIÓN

No dejes que las emociones te impidan alcanzar tus metas

¿Somos conscientes de cómo nos influyen nuestras emociones en las decisiones financieras?

Los inversores somos personas y, por tanto, cuando tomamos decisiones estamos influidos por una serie de sesgos y emociones. Sin embargo, es nuestro comportamiento como inversores el que determina, en gran medida, el resultado que obtenemos con nuestras inversiones. Por eso, cuando analizamos nuestras opciones para acudir a los mercados financieros, debemos tener en cuenta que buscar un producto con una rentabilidad buena (y consistente en el tiempo) es importante, pero no es suficiente.

De hecho, es frecuente en el ámbito financiero recordar, para ejemplificar cómo influye el comportamiento del inversor en la rentabilidad que obtiene, el caso de los partícipes del fondo de renta variable Magellan de Fidelity. Durante más de una década el fondo gestionado por Peter Lynch, obtuvo una rentabilidad media anual superior al 29%, logrando batir al mercado. Sin embargo, el inversor medio no solo no se benefició de esta rentabilidad, sino que incluso sufrieron pérdidas.

Y esto se explica, precisamente, por esas decisiones al calor de las emociones: los inversores vendían y compraban a destiempo, en lugar de permanecer invertidos. Tal y como señalaba Lynch, el estómago es el órgano más importante cuando invertimos, porque se trata de ser capaces de aguantar la volatilidad de los mercados, los momentos de caídas. Lynch destacaba en una entrevista que “más gente ha perdido dinero esperando correcciones de mercado y anticipando correcciones que en las correcciones propiamente dichas”.

Una de las reflexiones que nos podemos plantear tras haber vivido un muy buen 2019 en los mercados financieros, que ha seguido a un 2018 en la que prácticamente todos los activos sufrieron pérdidas, es que es importante buscar una gestión consistente, por un lado, y que no se trata solo de si las carteras o fondos han estado bien gestionados y han cerrado el ejercicio con buenas rentabilidades, sino de qué manera se han beneficiado los inversores.

Porque algunos inversores, movidos por el miedo que provocaron las pérdidas de diciembre de 2018, se salieron del mercado y ese miedo retrasó su entrada, por lo tanto, se perdieron, al menos, parte de la subida.

Decía Benjamin Graham, economista, profesor e inversor, que el principal problema del inversor, su peor enemigo, es el mismo. Y también que las personas que no pueden controlar sus emociones no son aptas para conseguir beneficios con la inversión. Además, consideraba que incluso el inversor inteligente necesita una considerable fuerza de voluntad para no seguir a la multitud, para evitar ese efecto manada.

Esos sesgos que mencionábamos al inicio son, entre otros, el exceso de confianza, la ilusión de control, el de confirmación, el anclaje, el de autoridad, el efecto halo, la prueba social, el descuento hiperbólico, el statu quo, la predisposición al optimismo o la falacia del coste hundido. La CNMV los explica en una guía sobre psicología económica para inversores.

Como decíamos, buscar la mejor gestión es fundamental y elegir un producto que ofrezca buenas rentabilidades de forma consiste es básico. Pero no son suficiente. Alcanzar nuestros objetivos, obtener buenos resultados, será más fácil con un buen asesoramiento, que nos ayude a poner distancia y rebajar el peso de esos sesgos.

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