Tomar decisiones en entornos inciertos: ¿apostamos?
Las buenas decisiones no siempre dan buenos resultados y las malas, malos
Tomamos cientos, miles de decisiones cada día en todos los ámbitos de nuestra vida y, aunque algunas son casi automáticas, otras no son nada sencillas, porque tienen una relevancia especial o porque entran muchas variables en juego o desconocemos todos los hechos para estar seguros y la suerte es un componente que puede influir en el resultado. Al final, tomar decisiones es como hacer apuestas. ¿Cómo tomamos entonces la mejor decisión? ¿Es la mejor decisión siempre la acertada?
Analizar los resultados de procesos de toma de decisión anteriores puede ayudarnos, la experiencia nos proporciona cierta seguridad cuando optamos por una opción u otra, sin embargo, no siempre hacemos un análisis neutral de los resultados que obtuvimos en el pasado. Las personas tendemos a creer que los resultados que obtenemos indican la calidad de nuestra decisión e interpretamos que si tuvimos éxito fue consecuencia de una buena decisión y si fracasamos, de una mala. Sin embargo, en muchas ocasiones tomar las mejores elecciones no nos garantiza obtener los mejores resultados.
Esta es una de las ideas que desarrolla en su libro “Thinking in bets” (“Mejora tus decisiones” en la traducción al español) Annie Duke, excampeona mundial de póker y consultora de negocios. Duke explica que en muchas ocasiones juzgamos la decisión por el resultado y que en este proceso intervienen nuestros propios sesgos cognitivos, como el retrospectivo, el de confirmación, el de correspondencia, el de autojustificación, la ilusión de control, etc. Y estos sesgos, que tienen su origen en las necesidades evolutivas del ser humano, nos obstaculizan cuando queremos hacer un análisis del proceso de toma de decisiones.
Asumir la incertidumbre
Así, Duke cuenta en su libro, cuyo título significa, si hacemos la traducción literal, “pensando en apuestas”, que la toma de decisiones es un proceso en el que, prácticamente siempre, la información que tenemos es incompleta, por lo que es muy difícil saber cuál será la mejor opción para acertar. Por eso, es importante hacer un buen análisis de la situación y debemos ser conscientes de las razones del éxito o fracaso de cada decisión.
Así, y puesto que hacemos apuestas a diario, Duke propone que hagamos el ejercicio de preguntarnos, ante determinadas decisiones, si apostaríamos dinero por nuestra decisión o no, sabiendo que si el resultado no es el esperado lo perderíamos. Pararnos a pensar esto nos puede ayudar a racionalizar el proceso mental y los argumentos para tomar dicha decisión.
La incertidumbre es una constante en nuestras vidas y nos genera estrés. Sin embargo, Duke considera que es importante que aprendamos a vivir con esa incertidumbre, dado que nos ayuda a desarrollar mejores procesos de toma de decisiones y a estar más seguros de nuestras elecciones, aunque no conozcamos todas las variables.
Cambiar nuestra forma de pensar cuando tomamos decisiones, para dejar de buscar una certeza absoluta y aprender a evaluar lo que sabemos y lo que no, nos puede ayudar a evitar esos sesgos y prejuicios y a tomar decisiones con un menor nivel de estrés, dado que la incertidumbre sobre el resultado siempre va a existir. Aprendamos a convivir con ella.