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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La mejor estrategia: seguir invertidos

Hoy, más que nunca, si las carteras de los clientes no asumen riesgo, no habrá rentabilidad

GettyImages

Entramos en época de previsiones y todo el mundo comienza a hacer sus apuestas para 2020. A lo largo de diciembre tenemos un desfile de los principales estrategas que pasan por aquí a comentar sus Outlooks de mercado para el año que viene. Siempre es difícil hacer una previsión, pero en el momento en que nos encontramos, quizás lo es más, tras ver como los riesgos políticos cada vez cobran más importancia. Llevamos casi dos años bailando al son de políticas proteccionistas representadas en su máximo esplendor en la guerra comercial entre China y Estados Unidos. Una historia que da para muchos rumores y titulares que afectan día a día a los mercados, pero, que, por el momento, no parece que vaya a tener solución en el corto ni en el medio plazo.

Esta incertidumbre ha tenido sus consecuencias: el mundo crece a un ritmo algo menor (alrededor del 3%, desde el 3,5%) y el sector industrial se ha llevado un duro golpe. A pesar de ello, los fantasmas de recesión parecen lejanos tanto en Europa como en Estados Unidos. Los bancos centrales continúan con sus políticas monetarias acomodaticias y esto da mucho soporte a los mercados financieros que, como vimos a principios de este 2019, cambiaron completamente el rumbo después del último trimestre tan complicado del 2018.

Renta variable: no hay alternativa

Las estimaciones de crecimiento de beneficios para el año que viene se sitúan entre el 5-10%. Este suele ser un rango normal para los analistas, aunque es cierto que a medida que se acerca la publicación de los resultados, se suelen ir ajustando. A priori, si los beneficios suben, las bolsas deberían subir también, aunque esta es una relación que se cumple en el largo plazo. En el corto plazo, hay otros factores que afectan a las bolsas. Sirva como ejemplo el año 2018, en el que los beneficios empresariales subieron un 20% en Estados Unidos y el S&P 500 cayó un 6%, mientras que este año los beneficios han permanecido planos y el índice americano ha subido un 25%. Somos optimistas con la renta variable para el año que viene, aunque hay que reconocer que las valoraciones comienzan a estar ajustadas: 18 veces PER Forward para la bolsa estadounidense y 16 veces para la europea son niveles que deben mantenernos alerta.

Bien es cierto que vivimos un escenario TINA, there is no alternative, en el que la oportunidad que ofrece la renta variable respecto a otros activos es mayor. Además, durante los últimos años, caídas bursátiles suelen ser vistas por los inversores como oportunidades, lo que está llevando a que, cuando se produce una caída en un mes o trimestre, la recuperación se ha producido de manera rápida.

Las compañías con perfil de más crecimiento siguen gozando del beneplácito de los inversores, a pesar de que están cotizando valoraciones más altas que la media del mercado. Sin embargo, las compañías y sectores de estilo valor siguen sufriendo en un entorno de bajo crecimiento en el que los resultados se exigen a corto plazo. Una de las claves a futuro será ver cuándo se produzca esa rotación, que estamos seguros de que, en algún momento, se producirá. Todavía es pronto, ya que, quizás antes debería haber una mejora macroeconómica que se traduzca en un mayor crecimiento y mayores tipos de interés.

Cautela en renta fija

Un año más, es difícil pensar que el año 2020 pueda ser un buen año para la renta fija. Los niveles de partida son tremendamente bajos y venimos de un año 2019 récord, en el que los índices de renta fija han obtenido retornos de doble dígito en prácticamente todas las categorías de activos. Los tipos de interés de corto plazo están muy anclados tanto en Europa como en Estados Unidos debido a las políticas monetarias de los bancos centrales, pero, si se produce, una mejora macroeconómica (aún está por ver) podríamos tener repuntes en los tipos de interés de medio-largo plazo, lo que nos lleva a seguir manteniendo posiciones con duraciones cortas.

En crédito, los spreads de los bonos de alto rendimiento y de los bonos con grado de inversión están en niveles de media histórica y podrían seguir comprimiéndose, aunque el camino es ya muy limitado. Lo bueno que ofrece el crédito es que paga cupones, lo que sigue despertando el apetito inversor en un entorno de tipos de interés bajos. Para el año que viene se espera un ligero incremento en las tasas de quiebra, pero en niveles aún muy bajos. Mi previsión es que las estrategias de crédito puedan obtener retornos bajos, pero positivos. En deuda emergente, mantendríamos cautela en el corto plazo para ver qué dirección toman las negociaciones comerciales. Hay una serie de países con problemas (Argentina, Turquía, México y Brasil) que pueden meter volatilidad al activo.

Para 2020, nuestra principal recomendación es seguir invertidos. Seguir invertidos de una manera global y diversificada gestionando activamente el riesgo que se toma en la cartera. Hoy más que nunca si las carteras de los clientes no asumen riesgo, no habrá rentabilidad.

El futuro siempre genera incertidumbre, pero si miramos al pasado nos daremos cuenta de que el haber estado invertido es lo que en el largo plazo ha resultado ser la mejor estrategia.

César Ozaeta es gestor de Abante

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