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En colaboración conLa Ley
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Jorge Jiménez: "Las mujeres van a llegar al Tribunal Supremo y por mayoría"

"No hay nadie del Poder Judicial que llame jamás a ningún juez para decirle lo que tiene que hacer".

Jorge Jiménez, director de la Escuela Judicial.
Jorge Jiménez, director de la Escuela Judicial. Poder Judicial

Confiesa que tiene más que integrado que las mujeres son más y mejores en la carrera judicial, no titubea a la hora de parar los pies a quien duda de la independencia de los jueces en España y presume de la formación de élite que se preocupa por garantizar dentro de la Escuela Judicial. El magistrado y director de la organismo desde julio de 2018, Jorge Jiménez, confiesa a CincoDías que su mayor reto es seguir formando a los jueces con la misma calidad y profundidad aunque se hayan triplicado las cifras de nuevos alumnos.

R. - ¿Qué va a pasar si sigue aumentando el número de personas que entra a la Escuela? Porque el colapso de la justicia requiere más jueces…
R. El problema es que con la situación del país no hay una específica previsión a medio y largo plazo de las necesidades concretas de personal en la carrera judicial. Habría que hacer una previsión a cinco años vista pero es muy difícil cuando no hay una estabilidad en el Gobierno. Sin embargo, cada vez estoy más firmemente convencido de que el problema no es tanto de tener más jueces, sino de reestructuración de la planta judicial a los nuevos tiempos. Es cierto que también tenemos una escasez de jueces evidente, pero no puede ser que un juzgado funcione muy bien y dos funcionen muy mal. Deberíamos de tener tres que funcionen bien. Sobre todo, los presidentes de los tribunales deberían tener más facilidad para gestionar los recursos.
R. Precisamente, el 60% de juzgados están sobrecargados y más del 20% superó en 2017 el indicador de carga de trabajo en un 150%, según la Memoria del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). A parte de lo que comenta, ¿qué se necesita para que esto cambie?
R. Hay que caminar hacia medios alternativos de resolución de conflictos como la mediación o fórmulas de justicia restaurativa. No podemos judicializarlo todo. El tema bancario es un ejemplo de ello, se ha abocado a muchísima gente a poner un procedimiento y a colapsar muchos juzgados de lo civil con las cláusulas suelo cuando se podrían haber arbitrado otros mecanismos de resolución que no hubieran afectado a la justicia tanto. No es de recibo que ante una cuestión que está medio pacífica en la jurisprudencia con los pronunciamientos del Tribunal Supremo y el Tribunal europeo, se aboque a los ciudadanos a esperar hasta tres años a que se le resuelva un caso que ya está. Se está usando el sistema de justicia para un fin y restando recursos a otros fines que pueden ser más importantes. Esto es lo que se necesita, unido a la reestructuración y la necesidad de reformas legales a la luz de la transformación social y digital.
R. El sector de la abogacía ha pedido en varias ocasiones un Pacto de Estado por la Justicia. ¿Lo veis necesario también los jueces?
R. Sí. Habría que tener un buen Pacto de Estado por la Justicia. Los ciudadanos no saben el sacrificio que hace un juez y la cantidad de asuntos que resuelven al día. Como director de la Escuela Judicial, que conozco a las últimas promociones y veo lo que están pasando: las dificultades de encontrar plazas; de promocionarse y hacer carrera judicial, cómo están los juzgados… el sentir es que hay que hacer algo. Tenemos la sensación de que el poder judicial es el hermano pobre de los poderes. ¡Como si a nadie le interesara que funcione mejor!. Si se sostiene es por el esfuerzo de los profesionales y funcionarios que con vocación de servicio se mantienen y resuelven.
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R. ¿Qué le diría a un ciudadano que duda de la independencia de los jueces en España?
R. Por la experiencia que tengo y comparto con poderes judiciales de todas partes del mundo, España tiene los jueces y magistrados con un estándar de independencia más alto de los que pueden verse en el mundo. ¿Por qué? Por el sistema de selección y formación. Es tan exigente y completo que el juez está tan empoderado en sus garantías de inamovilidad, imparcialidad e independencia que no tiene ningún problema en resolver conforme a la ley. Es así. Lo que ocurre es que el juez no está en los medios de comunicación. No sale a dar una respuesta. El juez habla con su sentencia. Los medios lanzan su opinión y la ciudadanía, por cuestiones de formación, no distingue lo que es un órgano político y de gestión judicial como el Poder Judicial de lo que es la función jurisdiccional. El CGPJ se nombra por el Congreso y el Senado, y puede y debe estar politizado porque hay unas políticas de gestión de medios de decisión, pero eso no afecta en modo alguno al juez que dicta cada día en su juzgado la resolución del ciudadano. No hay nadie del CGPJ que llame jamás a ningún juez para decirle lo que tiene que hacer. El juez es totalmente independiente externamente e internamente y les formamos para que lo sean hasta de sus propios prejuicios: ideológico, de situaciones vividas, educativo e incluso del caso que ya resolvió, para que obviándolos, decida desde la más absoluta imparcialidad e independencia. Obviamente, los jueces nos equivocamos. La interpretación del derecho da pie a distintas opiniones. Las garantías para el ciudadano es que hay un sistema de hasta tres recursos.
R. ¿Necesita la judicatura un portavoz?
R. Tenemos gabinetes de prensa desde hace más de 15 años que funcionan muy bien. Hay una corriente dentro de la carrera judicial, por ahora minoritaria, que reclama el nombramiento de un juez como portavoz de los casos de un territorio. Yo no soy favorable porque creo que el juez está para juzgar, y no para defender ninguna resolución, que además no conocerá bien. Sin embargo, es cierto que países como Alemania sí tienen portavoces. Quizá haya que trabajar más en eso...
R. Una de las primeras clases que ha tenido la recién entrada promoción en la Escuela Judicial es sobre perspectiva de género. ¿Es uno de sus ejes estratégicos?
R. Es un tema en el que veníamos trabajando en la Escuela desde hace años, no porque lo impusiera la ley, como la del año pasado que obliga a dar formación a todos los miembros de la carrera judicial, sino porque ya era un ámbito de preocupación. Este año, por la importancia que consideramos que hay que darle, es una materia trasversal en todo el curso. La igualdad es uno de los retos constantes de la carrera judicial. Hay materias que son para siempre.
R. Precisamente las nuevas generaciones de jueces son mayoritariamente femeninas…
R. Sí. En esta promoción el 70% son mujeres, y el sistema judicial está formado mayoritariamente por mujeres: el 54%.
R. Sin embargo, en los altos cargos su presencia es mínima, España es el país de la UE con menos magistradas en el TS, ninguna mujer es presidenta de Sala del alto tribunal. ¿Por qué?
R. Es cierto. No creo que haya un techo de cristal al que no lleguen las mujeres, van a llegar y por mayoría. Si miras la escala de la carrera judicial donde hay más mujeres es a edades medias de 48-50 años o hacia abajo. Pero al final va a llegar un momento en que sea por goleada. Constantemente veo un mayor número de compañeras y su excelente capacitación y es algo inevitable porque son más y mejores. Para mí un hecho significativo es que en una Sala como la Social tenga una composición mixta. Se ha jubilado el excelente presidente y creo que lo más probable es que quien asuma su presidencia sea, por primera vez, una mujer.
R. ¿Está el problema en el nombramiento de cargos discrecionales?
R. Este CGPJ, el número de mujeres que ha promocionado ha ido bastante importante. Es verdad que podría haber promocionado más, pero tampoco podemos decir que siempre que haya una mujer hay que promocionarla porque iría en demerito de la capacidad profesional de esa compañera, que no está ahí por ser mujer, sino por su excelente expediente. Cuando hay que elegir a alguien a esos niveles todos tienen un curriculum excelente y el nombramiento depende de circunstancias mucho más subjetivas o difuminadas. Al ser cargos discrecionales, el mensaje es que no se opta por la igualdad en la carrera judicial, pero este es uno de los Consejos que más mujeres ha nombrado en el Supremo y ahora, en fase de prórroga, tendrá que nombrar a más. Será cuestión de poco tiempo que haya muchas más juezas, porque se van presentando más y con una cualificación altísima. También se está trabajando en objetivizar al máximo los nombramientos con los méritos, currículums y entrevistas. Es cierto que hay que caminar hacia una mayor representación porque en la carrera hay más mujeres y esa sensibilidad tiene que estar representada también en el Tribunal Supremo.
R. De cara a un futuro Gobierno… ¿Vería positivo que el próximo ministro de Justicia fuera juez o jueza?
R. Ni positivo ni negativo. Hay experiencias en la historia de ministros que han sido jueces o fiscales y, al final, no importa tanto el cargo como el proyecto que traiga. Es indiferente la procedencia. Lo esencial es la importancia que vea a la transformación que necesita la justicia y si de verdad va ser propietario en el Gobierno.
R. ¿Qué le pediría a la persona que esté al frente de Justicia para la judicatura? Teniendo en cuenta que habéis perdido un 14% del sueldo de 2009 a 2018…
R. Es una reclamación historia, pero si la situación general es de crisis tampoco se va a arreglar. Yo lo que siempre pediría son medios para mejorar la Administración de Justicia. Para la Escuela Judicial, la supresión de la fase de refuerzo y, en su caso, el aumento de la fase de prácticas tuteladas.
R. El Gobierno en funciones planteó hace poco su voluntad de cambiar el sistema de acceso a la carrera judicial para hacerlo más democrático, y no tan elitista, y así adecuarlo a los estándares europeos. ¿Qué le parece?
R. Es un sistema de acceso bastante bueno. ¿Puede ser mejorado? Sin duda, pero está a la altura de cualquier estándar europeo y es referencia en muchos países. Fui director de formación y selección inicial en la Escuela y cada año son más de 30 las delegaciones de otros países que vienen a conocer nuestro sistema de selección. Yo lo que cuestiono es la leyenda de que ese sistema sea elitista porque, si se observan las estadísticas de quien accede a la carrera judicial, solo el 3 o 4% ha tenido relación con jueces o magistrados. No obstante, es lógico que haya hijos de jueces y magistrados porque conocen y viven la profesión. De acuerdo a la procedencia social de las últimas 15 o 20 promociones, se sorprenderían de que hay jueces que han estado trabajando como cajeros de supermercado, en pescaderías y en bares para pagarse los estudios y han podido acceder a la carrera judicial. Nuestro sistema es el menos malo de los que existen. Cuando oigo que se quiere cambiar, empiezo un poco a temblar porque no se dice cómo. Es muy fácil cuestionar un sistema haciendo alegaciones genéricas. La sensación que le queda a los opositores es que solo depende de su mérito y su capacidad. Si caminamos hacia un sistema en el que el acceso sea superar un curso en una universidad, no tendremos a los mejores jueces y juezas que podamos tener.
R. Una de sus apariciones en los medios fue para denunciar el acoso y atentados contra sedes judiciales catalanas. ¿Alguien ha hecho algo para que no pase?
R. La Escuela Judicial está plenamente integrada en Barcelona y tiene una colaboración máxima con todas las instituciones autonómicas. Nos sentimos muy queridos y apoyados en Barcelona, tanto que esas instituciones forman parte de la formación de los jueces. La relación es excelente. Es cierto que como consecuencia en los últimos dos años del proceso que ha habido en Cataluña en el sector de la administración de justicia y en el sector jurisdiccional, sí que se han experimentado situaciones más o menos difíciles por llevar determinados casos. Si se analiza el BOE, hay jueces y magistrados que se han marchado de Cataluña, pero su procedencia no era esa, sino que venían de otras comunidades. También, es una cuestión objetiva que la planta judicial de Cataluña es la que tiene más movilidad, porque las últimas promociones de jueces han tenido que venir a esta región.

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