Política monetaria (y comercial) a golpe de tuit
Powell reconoce que la Fed no es omnipotente mientras Trump tira de manual
Cuánto puede hacer un fin de semana para aliviar tensiones! Un viernes el mundo está abocado a la hecatombe derivada de la guerra comercial, con los mercados de valores mundiales teñidos de rojo y el lunes siguiente, las Bolsas suben y todos entierran el hacha de guerra (sanciones comerciales) y dicen querer sentarse a negociar.
Para mi gusto, tanto Jackson Hole (Wyoming, EE UU) como Biarritz (Francia) son lugares aburridos y desangelados. Si en Wyoming hace frío en verano, en invierno parece Siberia. Así de fría fue la reunión de banqueros centrales en dicho lugar durante tres dias de conferencias sobre política monetaria.
Extrañamente el calor estaba en la otra punta del mundo, en el País Vasco francés, donde tampoco el tiempo acompaña, pero las acaloradas sesiones del G7 caldearon el ambiente, en buena medida gracias a declaraciones y tuits de Trump.
Por primera vez en su historia, un presidente de la Reserva Federal americana (Jerome Powell, nombrado y vilipendiado por Trump) reconoce que la Fed no es omnipotente y que hay riesgos “geopolíticos, geoestratégicos y geoeconómicos” que se escapan a su control. Se refería Powell a las incertidumbres generadas por la política comercial del presidente Trump, a quien nadie mencionó por su nombre, porque a buen entendedor pocas palabras bastan.
La lógica de Powell es aplastante: América crece al 2%, crecería un punto adicional si Trump no guerreara comercialmente con sanciones a China, la UE y países concretos como Francia por la tasa digital a las grandes tecnológicas norteamericanas. El desempleo está en mínimos históricos (3,7%) y hay más oferta de empleo que trabajadores enviando currículos. En ciudades donde el turismo, la restauración, los hoteles son muy importantes (Los Ángeles, Las Vegas, Nueva York), un tercio de los trabajadores ha cambiado de empleo en 2019 por haber recibido una oferta mejor. El consumo está tan fuerte que, en suponiendo el 70% del PIB americano, ha sostenido el crecimiento económico del segundo trimestre, cuando la inversión empresarial se ha contraído casi 2% y el consumo de hogares, acompañado del crecimiento de los salarios, ha aumentado el 5%. El índice de sentimiento y confianza económicos de la Universidad de Michigan muestran que, en julio, la confianza del consumidor fue sólida y la del empresario, cauta, prefiriendo agotar inventario en vez de aumentarlo, lo cual redujo las importaciones en el segundo trimestre.
Todo considerado, Powell no ve motivos para bajar más los tipos de interés (hoy en el 2%-2,25%), tras la rebaja del 31 de julio. Al tiempo que afirmó estar dispuesto a bajarlos más (en noviembre de 2008 Ben Bernanke, entonces presidente de la Fed, los dejó en el 0%, cuando la gran recesión arrojaba a la calle un millón de empleos cada mes y había que estimular la inversión empresarial y el consumo) si fuera necesario. Es decir, en caso de ver síntomas de recesión. Que no se ven. Sí de leve desaceleración, como muestra la caída de la producción industrial en Alemania en el segundo trimestre y un decrecimiento del -0,1%, tampoco tan grave. El lunes, la OCDE reportó un crecimiento del 0,5% en el segundo trimestre para las economías más ricas del mundo.
El mismo día, el FMI (siempre llega tarde y nunca se le espera) dijo que había encontrado la fórmula para relacionar la influencia de la inestabilidad financiera con el crecimiento global. ¿Su receta? Hacer analítica predictiva de la economía con un enfoque de 360 grados. Ahora se entiende por qué el FMI se equivoca en sus previsiones y va por detrás de la realidad haciendo continuas revisiones de las revisiones de las previsiones. ¿En que ha basado el FMI sus análisis económicos hasta ahora?
Las dosis de realidad financiera, comercial, económica y monetaria entre el día 23 y el día 26 muestran que, como publica la versión norteamericana de Foreign Affairs, “el viejo orden comercial mundial ha muerto. Ahora mandan los autócratas: Trump, Xi Jinping, Putin, Erdogan...” Y, peor aún, “la política monetaria de los bancos centrales ha sido sustituida por tuits”, dijo el presidente del Banco de Inglaterra, Mark Carney, en referencia a la forma de gobernar de Trump. A golpe de tuit, este dijo el 23 que Powell es peor enemigo que Xi Jinping, premier chino; impuso sanciones sobre otros 300.000 millones de dólares en importaciones de productos chinos; ordenó a las empresas norteamericanas que hacen negocios en China que busquen alternativas agarrándose al falso clavo ardiendo de la Emergency Economic Powers Act de 1977, que requiere declarar emergencia nacional antes de intervenir empresas concretas. Todo esto y más envió las Bolsas mundiales al abismo. En EE UU, el Dow Jones perdió un 2%, el S&P 500, otro 2%, y Nasdaq, un 3%. La rentabilidad de los futuros asociados a esos mercados se vistió como Melania Trump en el G7, de rojo, al igual que los bonos del Tesoro.
Pensábamos que los famosos cañones de la Fed y el BCE serían suficientes: compra de bonos del Tesoro y deuda hipotecaria, bajadas de tipos y quantitative easing para dotar de liquidez a la economía..., pero los tuits de Trump nos devolvieron a la cruda realidad. Los cañones se quedaron sin municiones con Bernanke y Janet Yellen y Mario Draghi. Powell reconoció sus limitaciones, a lo que no estamos acostumbrados. China amenazó con sanciones a 75.000 millones de importaciones americanas y todos angustiados mirando a Biarritz, donde los milagros existen: ayer las Bolsas y los futuros y la rentabilidad de bonos a 2 y 10 años volvían a estar en positivo. Trump anunció que China volvía a la mesa de negociaciones y él estaba dispuesto a sentarse. De manual: El arte de negociar, obra de Trump. Acuerdos comerciales individuales con Japón y Reino Unido. Trump, de tigre amenazador el viernes a gatito bonito el lunes. Del pánico a la alegría contenida. Si Paris vale una misa, la economía merece un tuit...
Jorge Díaz Cardiel es socio director de Advice Strategic Consultants. Autor de ‘Trump año de trueno y complacencia’