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Tribuna
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Ética y empresa, el giro copernicano

Debe servir para la relegitimación social de la corporación vista como institución

CINCO DÍAS

Hace unos cuantos años escribí un artículo con este mismo título y, en mi opinión, sigue siendo un tema de máxima actualidad, así que he decidido actualizarlo para compartir algunas ideas que me parece siguen siendo válidas. Espero que, al menos, sirva para hacer una reflexión sobre algo que puede marcar, en gran medida, el futuro de nuestras empresas.

Como demuestran, por ejemplo, la doctrina social de la Iglesia, o ciertos estudios clásicos, como el de Niebuhr, siempre han existido reflexiones sobre la moralidad del capitalismo y sobre los aspectos éticos de la actividad empresarial.

Naturalmente, los últimos decenios han supuesto, por razones obvias, una reactivación o intensificación de esas reflexiones. La deflagración comenzó ya en los sesenta y en los setenta: la reflexión sobre la relación entre ética y empresa se desarrolló como tema de atención casi prioritaria, sobre todo en EE UU.

Esta teoría concedía a la empresa, y en consecuencia a la economía, una especie de autonomía frente a todo el universo social, haciendo que disfrutara de una lógica propia, y hasta exclusiva, que nada tiene que ver con todo lo demás; lo que suponía un grave reduccionismo teórico y social. Como la experiencia nos ha enseñado en esta última crisis, la empresa no es, ni puede ser, un sistema ajeno a su entorno, o dicho de otra forma, a la sociedad en la que se desarrolla, sino todo lo contrario; difícilmente puede ser comprendida si no se atiende a todo lo que tiene de común con los otros sistemas sociales y sin comprender la influencia que todos esos aspectos tienen en ella.

Históricamente existen dos formas principales de entender lo que significa la ética empresarial: una forma más reduccionista y restrictiva y otra más fundamental y comprehensiva.

La visión restrictiva trata de reducir la ética empresarial a un mero asunto de management práctico, donde la ética empresarial debe entenderse simplemente como una herramienta que sirve para corregir los excesos del principio de la ganancia empresarial.

En ese sentido, la ética empresarial no es más que la respuesta a la crisis del management tradicional; por echar mano de una analogía, lo mismo que no podemos imaginarnos la tecnología del futuro igual a la tecnología del pasado con el mismo software, capacidad de almacenamiento o potencia de cálculo, tampoco podemos imaginarnos la empresa del futuro en semejanza total con la del pasado. De lo que se trata es de llegar, por medio del desarrollo de toda esa reflexión ética de la empresa, a una forma más ecológica de empresa y de actividad empresarial.

Frente a toda esa visión reduccionista de lo que significa la ética empresarial, tenemos una segunda visión mas profunda y comprehensiva. Con ética empresarial, más que referirnos a un instrumento para resolver los conflictos éticos o la moderación de ciertas ansias depredadoras que surjan en el desarrollo de la actividad empresarial, se trata de una cuestión más importante; la relegitimación social de la institución llamada empresa.

Con ética empresarial queremos significar una reflexión sobre el papel y la función de la institución empresa en un mundo distinto. Se trata de darle un giro copernicano a la forma de abordar las relaciones de la empresa con su sociedad; de alguna forma, lo mismo que Kant hizo con el giro copernicano de la transcendentalidad de la razón.

Quizá, lo que deberíamos hacer ahora con la ética empresarial es plantear esa misma transcendentalidad de la empresa: la autorreflexión crítica de la empresa sobre los fines, límites, condicionantes y estructuras mismas de la actividad empresarial con el fin, precisamente, de darle una legitimación nueva a esa acción o actividad social.

Esa relegitimación tiene muchas consecuencias, entre ellas una que, desde el punto de vista directivo, es de especial importancia: una nueva ética del directivo que supone un ethos nuevo, siendo los rasgos principales de ese nuevo estilo o ethos directivo los siguientes:

Primero, la necesidad de cultivar la imagen pública de la empresa. Ni la empresa ni el directivo pueden ya prescindir, como ocurría en el modelo tradicional, de la imagen que dé esta ante su sociedad y la opinión pública. El nuevo directivo no puede prescindir de esos aspectos que se han vuelto económica y empresarialmente determinantes y debe ofrecer a la sociedad justificaciones de por qué hace lo que hace (su labor empresarial, sus finalidades sociales, etc.) así como, al mismo tiempo, ser más sensible a todo el entorno.

Segundo, ese directivo ético ya no solo tiene que responder de sus responsabilidades estrictamente empresariales, sino que debe ir más allá de lo estrictamente empresarial y mas allá de la empresa. La empresa ya no tiene solo una responsabilidad comercial, sino muchas otras, tanto sociales como éticas, y por tanto debe ser capaz de ofrecer una justificación adecuada sobre las actividades empresariales y sus consecuencias.

Tercero, ese nuevo directivo ético debe representar una nueva forma de liderazgo y de organización. No puede actuar ya frente a su sociedad con formas y maneras monológicas o dogmáticas, sino que tiene que ser capaz del diálogo crítico, lo que le obligará a disponer de recursos y resortes de formación mucho mas variados de los que disponía o necesitaban sus predecesores del modelo tradicional. Por eso, su principal instrumentario no es tanto la orden o la imposición como la gestión del acuerdo; es decir, la capacidad de construir con todos los actores involucrados unas relaciones que construyan un entorno de verdadera ganancia mutua.

Esos son, en breve esquema, algunos de los principales cambios implicados por la ética empresarial, la cual, lejos de ser una cuestión secundaría o baladí, es, cada vez más, un elemento fundamental de una nueva forma de ethos directivo y de relegitimación de la empresa en un universo afectado por el crepúsculo del deber y, por eso, en una permanente variación de esquemas y modelos.

Juan Mateo es director del Instituto Superior de Negociación de la Universidad Francisco de Vitoria

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