La inversión en criptodivisas exige extremar la cautela
Los organismos controladores contemplan con recelos iniciativas como la 'libra' de Facebook
A pesar de las dificultades para la comprensión precisa del funcionamiento de las criptodivisas y de su gran volatilidad, o quizá por ello mismo, estas se contemplan como opción atractiva por ciertos inversores. El plan del fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, para crear junto a otras empresas la criptodivisa libra, aunque por ahora paralizado, ha conmocionado el mundo de estos activos. A la vez, los reguladores ya ven la imperiosa necesidad de dedicarle mayor atención, ante la posibilidad de que surja una auténtica divisa paralela a las controladas por los bancos centrales. El gigantesco poder que podría acumular el dueño de un proyecto así da idea del interés con que se deben seguir estos movimientos.
A pesar del frenazo de Zuckerberg, que pretende darle carácter social a su libra y facilitar la inclusión de los casi dos mil millones de personas que no tienen acceso a cuenta bancaria, la desconfianza por los escándalos sobre la fuga de datos de su gigantesca red y el temor a burbujas especulativas, la expansión de las criptodivisas no se detiene. Nueva Zelanda, por ejemplo, acaba de autorizar el pago de nóminas con ellas, y China dice estar cerca de tener su propia divisa virtual para sustituir al efectivo. El bitcóin, por ahora rey indiscutible de este territorio, acumula este año una revalorización del 185%, una tentación para muchos tan grande como su volatilidad. Y mientras algunos creen que podría llegar a ser considerado un activo refugio, otros creen que le faltan regulación y confianza, además de tiempo, entre otras cosas.
Los grandes bancos internacionales, por su parte, se muestran reacios a hacer negocios con empresas que manejen criptodivisas por la facilidad con que los delincuentes las utilizan para blanquear dinero, y esperan a que los reguladores tomen de una vez cartas en el asunto. En ese sentido, Bruselas tiene la libra de Facebook bajo la lupa por su posible comportamiento anticompetitivo, y observa con preocupación especial su posible integración en WhatsApp. Y eso a pesar de que sobre el papel contaría con un tipo de cambio estable frente a las divisas tradicionales y estaría respaldada por activos de baja volatilidad, lo que le acerca más a ser un auténtico medio de pago. El G7, reunido este fin de semana en Biarritz, también ve en las criptodivisas potencial para incrementar la competencia en servicios de pago y mejorar la inclusión financiera.
El futuro de las criptomonedas está por escribir, pero los expertos coinciden en que, si no sobreviven, sí marcarán el paso de futuras iniciativas. En todo caso, y a la hora de invertir, el particular deberá elevar las dosis de cautela habituales y aplicar a fondo la máxima de “si no lo entiendes, no te metas”.