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'Telecos'

El 5G llama a nuestras puertas

Hace falta un pacto de Estado que acelere la transformación

Se está hablando mucho sobre la llegada de la tecnología 5G, pero falta por definir con mayor concreción y certeza cómo afectará a nuestra economía, a nuestro sistema de trabajo, a la salud, a la educación y, por supuesto, a la protección de los datos que circularán en tiempo real por todo tipo de canales y dispositivos.

Los procesos industriales –condicionados por la robótica y la inteligencia artificial–, la educación – presencial o virtual–, la salud –donde la cirugía de alta precisión podrá aplicarse con quirófanos a distancia –, el transporte –coches autónomos y sin conductor– o la defensa nacional –con drones de máxima precisión, manejados por control remoto– entran en unas nuevas coordenadas.

Esta nueva revolución tecnológica sin precedentes en nuestra vida, debidamente regulada, eso sí, nos permitirá ser más rápidos, eficaces y mejores en los procesos sociales que se avecinan. Esta transformación nos conduce a experiencias innovadoras, como las que iremos viendo a continuación, y que de manera transversal afectarán a todos los términos de nuestras vidas.

El uso de internet táctil en la educación, por ejemplo, abre nuevos horizontes en el aprendizaje a distancia. Y la interacción se producirá en unos pocos milisegundos, gracias al 5G. Un alumno podrá realizar visitas virtuales al cuerpo humano y conocer sus diferentes órganos en un proceso de aprendizaje divertido e interesante. La realidad aumentada, por otra parte, proporcionará al alumno la información contextualizada en el momento adecuado, mientras el profesor comprueba sus capacidades.

El intercambio de recursos no estará condicionado por la ubicación física de los alumnos, aunque sí se podrá acceder a través de un dispositivo móvil a vías de aprendizaje personalizado y disponer de una respuesta inmediata. La nueva tecnología 5G, junto a la robótica, jugará un papel fundamental para los alumnos con necesidades especiales y las aplicaciones del internet de las cosas cambiarán el sistema de trabajo de los docentes. Pero, eso sí, el profesor/a conocerá en tiempo real sus necesidades y sus dudas más acuciantes.

En la sanidad, la tecnología 5G ofrece un abanico de posibilidades realmente inabarcable. Desde las vendas inteligentes, que rastrean un accidente cerebral, al acceso a grandes archivos de datos de imágenes médicas que mejoran la atención del paciente, pasando por operaciones quirúrgicas remotas (telemedicina). A través de dispositivos conectados en el paciente, se podrán conseguir redes de salud del internet de las cosas, estables y eficaces.

Otro tanto podemos decir de la industria del entretenimiento y, de manera muy especial, de la industria de los videojuegos. Una vez eliminados los problemas de la latencia, la retroalimentación será instantánea (pasaremos de los 10 milisegundos actuales a 1 o 2 milisegundos).

O sobre los efectos del 5G en la hostelería –multiplicando la entrega de alimentos–, en el turismo –mejora de los destinos turísticos, visitas virtuales a museos, etc.– o los medios audiovisuales –reducción de los tiempos de descarga de películas y vídeos–, por poner solo algunos ejemplos.

El 5G también jugará un papel destacado, por no decir decisivo, en territorios que apenas estaban explorados. Por ejemplo, en el de la interconexión de objetos y máquinas (internet de las cosas) donde ya no se precisará la intervención humana. Millones de conexiones facilitarán las tareas domésticas, desde la gestión de alimentos del frigorífico a la temperatura del hogar o la seguridad de la vivienda. 

Cuando salgamos a la calle observaremos pronto otras muchas novedades, especialmente en la movilidad y en los medios de transporte. La actual  industria del automóvil dejará paso a modelos de vehículos menos contaminantes y dotados de información precisa e instantánea sobre todos aquellos factores que influyen en la circulación, tanto por las grandes urbes como por carreteras interurbanas.

Podríamos poner más ejemplos, pero la relación se haría casi interminable. Por lo pronto, la estrategia militar tendrá que centrarse mucho más en la lucha contra los ciberataques del enemigo que en las batallas cuerpo a cuerpo. La inversión militar –lo mismo que la explotación agraria o la economía de servicios – tendrá que poner el foco en los drones de nueva generación o en los robots, que lo mismo valen para la defensa como para mejorar los resultados de una cooperativa agroalimentaria.

La geolocalización y la rapidez en detectar cualquier agresión son cruciales para la lucha contra la violencia de género, o para ayudar a las personas mayores que viven solas en su domicilio, mientras algún nieto probablemente esté viendo una película que acaba de descargar en su móvil con calidad 8K.

Todo va tan rápido que tendremos que asimilar cuanto antes esta ola de cambios y sus consecuencias. La revolución tecnológica es imparable. Y la incorporación paulatina del 5G ofrece ya infinidad de posibilidades, tanto en el desarrollo económico como en la mejora de casi todos los servicios sociales. En los próximos años, con la extensión del 5G, todo estará controlado por dispositivos interconectados. Una verdadera revolución social, cultural, tecnológica e industrial para la que deberíamos estar ya preparados con un gran pacto de Estado, que incluya a todos los agentes del sector, acelere esta transformación y ponga coherencia a este nuevo mundo que se abre delante nuestro.

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