El futuro no es mañana, sino ya
Las tendencias internacionales apuntan a rediseñar el papel del Estado en la innovación
El futuro es ya. La reflexión es de mi amigo Ramón Margareto, un cineasta palentino de éxito y voluntad. Como el empresario Carlos Barrabés, que vino a Madrid desde Huesca para ampliar el horizonte de lo posible que es, a fin de cuentas, lo que resulta de innovar. Una reflexión en una mañana fresca de primavera, la del pasado 12 de junio, en el recinto de Ifema con ocasión de la presentación Mañana empieza hoy, un proyecto auspiciado por la Empresa Nacional de Innovación, Enisa. La iniciativa viene a aterrizar en España tendencias internacionales que respaldan la necesidad de direccionar el desarrollo tecnológico, rediseñando el papel del Estado, como propone la economista Mariana Mazzucato. Desde la presentación de su libro El Estado emprendedor en el madrileño Foro de Empresas Innovadoras en 2014, el Gobierno británico y la Comisión Europea han acogido estas ideas.
La propuesta de orientar la innovación a los grandes retos sociales, empezando por la investigación, tuvo en Europa un primer hito con el informe del profesor Luke Georghiou, de la Universidad de Mánchester, para la Comisión Europea ya en 2008. Y una primera traducción práctica en el actual programa marco comunitario de I+D Horizonte 2020, como uno de sus tres pilares. El brillante comisario portugués Carlos Moedas ha hecho ahora de estas misiones y del Consejo Europeo de Innovación (EIC) dos de las novedades más notables del programa sucesor Horizonte Europa.
Sin embargo, Richard Nelson, uno de los padres de los estudios de innovación, insistía en que una buena política depende de la estructura que la haga posible y de la creación de mecanismos que permitan aprender en la práctica. Y es cierto que si son loables los propósitos que se presentaron en Ifema, no lo será menos el reto de instrumentar las misiones. Aquí van tres sugerencias.
En primer lugar, sería bueno aclarar los términos, distinguiendo la lógica de los retos aguas arriba (y supondría disciplinar también la producción de conocimiento con la I+D como función canónica) y la producción de soluciones aguas abajo en la lógica del emprendimiento y la innovación. En el nivel intermedio se sitúa el reto y la oportunidad de quien quiera innovar las políticas industriales, como parece ambicionar Enisa. Efectivamente, toda ciencia comienza con una buena definición, aunque se entiende la confusión de los términos en una iniciativa en gestación. Así, por ejemplo, cabe preguntarse qué grado de alineamiento tendrán las misiones y ecosistemas que podría ambicionar Mañana empieza hoy con respecto a los proyectos tractores que la asociación de empresas del sector TIC en España (Ametic) viene reclamando.
A tal fin y, en segundo lugar, sería útil comparar las prácticas similares en otros países. Tal es el caso de las catapultas de Reino Unido, los ecosistemas de Tekes en Finlandia, las asociaciones estratégicas de Vinnova en Suecia y, más recientemente, los superclústeres que va a poner en marcha Canadá. Pero también las KIC (comunidades de innovación y conocimiento) del Instituto Europeo de Innovación y Tecnología, que tienen todas ellas un buen nivel de presencia en España. Por todo ello, hay lugar para crear un cuerpo de conocimiento resultado del mapeo de experiencias y políticas comparadas que abordamos en parte durante mi etapa al frente del EIT, analizando desde Budapest modelos similares a las KIC en todo el mundo. Una función de think tank que podría asumir la EOI para llevar a cabo esta investigación en permanencia, constituyendo así un corpus de utilidad para la instrumentación y cocreacion de las misiones que se plantearon en Ifema.
Por último y quizá lo mas importante, las estructuras que vengan a vehicular las misiones deberían contar con autonomía de gestión y personalidad jurídica de manera que otras agencias aporten también su contribución, asegurando acciones de Gobierno integrales. De tal modo, junto a Enisa, también la Agencia Española de Investigación, el CDTI y Red.es podrían integrarse en el nivel de gobernanza de tales misiones, a las que Icex y Marca España podrían dar proyección internacional. Del mismo modo, sin perjuicio de la dirección general de tutela que aseguró el presupuesto, ¿que no hubiera podido ser del EIT si sus KIC hubieran sido incubadas activamente por el conjunto de direcciones generales e instituciones comunitarias? Nadie dijo que fuera fácil.
Eso si, queda la experiencia vivida. Y cuando echo la vista atrás, pienso en nuestros debates en Budapest sobre cómo impulsar una Europa más emprendedora, asunto sobre el que escribíaw el artículo en 2011 para Nueva Revista A la innovación por la educación y el emprendimiento que casi sonroja releer hoy. Desde entonces, asistimos al surgimiento de una nueva dinámica innovadora que hoy es patente en la proliferación de espacios de co-working y aceleradoras. Más aún, la sofisticación que se percibe en sectores como el fintech en España, Madrid en particular, quizá indique que estamos ya en los auspicios de una nueva generación de prácticas innovadoras a la búsqueda de políticas que las catalicen.
Por todo ello hay que saludar la iniciativa de Enisa que recuerda a quien quizá sea el mayor experto mundial en el funcionamiento de agencias públicas de innovación paradigmáticas en Israel, Taiwán o Irlanda en su libro con un título tan próximo al de Mariana, La innovación y el Estado, el profesor Daniel Breztnitz, cuando recuerda que a menudo las innovaciones de ruptura vienen de la periferia, agencias lejos del control político y con un presupuesto limitado, pero donde el apetito por la experimentación y el riesgo está bien implantado en la forma de reclutar su personal y dinamizar sus proyectos.
Cuando salgo de Ifema con prisa para tomar el avión a la cumbre digital que organiza la Comisión Europea con la presidencia rumana en Bucarest esa misma semana, recuerdo aquella frase de Ortega con la que definía un país como un proyecto ilusionaste de vida en común. Tiene razón Carlos Barrabés que es un privilegio vivir este momento donde todo depende de nuestra capacidad para articular un discurso propio. Y de esto no parecemos estar muy sobrados.
José Manuel Leceta es Director general de Nahitek IT Consulting. Exdirector del Instituto de Innovación y Tecnología (EIT)