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La tribuna de los fondos
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

El péndulo de los mercados financieros

Es clave mantener la calma y los plazos de inversión razonables en momentos volátiles

EFE

Muchas veces a los economistas y analistas se nos echa en cara que explicamos muy bien lo que ha pasado, pero que nunca somos capaces de prever lo que va a pasar. En un estudio publicado por Pimco el año pasado, se ponía de manifiesto que el 97% de los economistas no eran capaces de pronosticar una recesión a 12 meses vista. Lo cierto es que en esta ocasión nos resulta difícil explicar incluso el pasado más reciente.

Transcurridos dos meses de 2019, muchos inversores han conseguido ya la rentabilidad esperada en sus carteras para todo el año. En una cartera moderada, la rentabilidad este año se sitúa entre el 5% y el 6% en muchos casos, recuperando la pérdida del año pasado.

Pero, ¿qué ha pasado? La realidad es que no ha ocurrido nada, salvo que se ha producido un cambio en el sentimiento de los inversores, a lo que se han sumado otros factores técnicos que tienen que ver con la dinámica de los mercados financieros.

El cambio de sentimiento inversor se explica en gran parte por el cambio de discurso de los bancos centrales, que a lo largo de 2018 endurecieron las condiciones monetarias. Sin embargo, a raíz de la ralentización en el crecimiento han decidido levantar el pie del acelerador retrasando sus intenciones de subida de los tipos de interés.

Por el lado de los factores técnicos destacaría los siguientes:

Efecto calendario. Mirando el cierre de 2018, nos encontramos con que prácticamente todos los activos financieros cerraron el año con rentabilidades negativas. Salvo algunos bonos europeos de largo plazo y la liquidez, no hubo refugio para los inversores el año pasado y esto tiene sus implicaciones. Muchos fondos y estrategias de inversión tenían el presupuesto de riesgo consumido y en diciembre se vieron obligados a vender, lo que aceleró el movimiento. Estas estrategias ponen el contador a cero el 1 de enero, lo que en parte explica el buen comienzo de año que estamos teniendo en los mercados financieros.

Efecto “salir guapo en la foto”. En la foto de cierre de año a todo el mundo le gusta salir guapo. Son los informes que se mandarán a clientes, reguladores, etc., por lo que suele ser habitual que los gestores hagan un pequeño lifting de la cartera vendiendo algunas cosas que no han ido bien o sobre las que tendrían que dar explicaciones a los inversores.

Efecto “maquinitas”. Con el avance de la tecnología, cada vez tenemos más estrategias basadas en algoritmos. Estos algoritmos están programados para lanzar órdenes al mercado en función de variables macroeconómicas, de política monetaria o, incluso, del propio mercado (por ejemplo, la inversión de la curva en Estados Unidos).

Esto provoca que los movimientos se aceleren tanto al alza como a la baja cuando en realidad no hay una razón fundamental clara. A esto hay que sumarle la iliquidez que predomina hoy en los mercados financieros, donde los grandes bancos de inversión han dejado de ser un actor principal. Llama la atención cómo la excusa para la fuerte caída que tuvimos el último trimestre del año pasado fue el miedo a una recesión económica a nivel mundial.

La realidad es que cuando mirabas los indicadores adelantados (confianza de los consumidores, confianza de los empresarios, etc.) todos apuntaban a una desaceleración económica (principalmente en Europa), pero estaban lejos de observaciones que dieran pie a una recesión. Y lo más llamativo, bajo mi punto de vista, era ver cómo todo el mundo achacaba a ese motivo la caída del mercado cuando en realidad nadie lo esperaba. Y esto es lógico, ya que pasar de crecer al 3,5% anual a decrecer solo se puede explicar por un catalizador muy fuerte e inesperado que se ha dado en muy pocas ocasiones en la historia. Lo lógico antes de entrar en recesión es que las economías pasen un periodo de ralentización. Sin embargo, el año 2008 sigue estando muy cercano en la mente de los inversores y, aunque no se puede asegurar, lo lógico es que pase mucho tiempo hasta que tengamos una situación similar. Echando la mirada atrás durante los últimos meses de mercados, se han puesto de manifiesto bastantes aspectos de lo que se conoce como behavioral finance o, como decimos en castellano, finanzas conductuales. En el entorno actual de tipos negativos, hay inversores que infravaloraron el riesgo de ciertos activos y en esta fase negativa de mercados se han visto forzados a vender.

Además, se ha observado cómo en los momentos complicados todo correlaciona positivamente, siendo complicado diversificar una cartera, ya que hoy en día es muy caro mantener el activo libre de riesgo en la cartera. Aunque suene a tópico, es clave tener un plazo de inversión razonable por delante y mantener la calma en los periodos volátiles para evitar estar siempre en el lado malo del péndulo.

 César Ozaeta es gestor de fondos en Abante

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