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Santander, BBVA y Caixabank rebajan a la mitad su riesgo al ladrillo en un año

Las seis grandes entidades cotizadas rebajan en 45.000 millones su exposición inmobiliaria Sabadell y Bankia se desprenderán de 2019 gran parte de los activos tóxicos

Ladrillo banca
Belén Trincado / Cinco Días
Alfonso Simón Ruiz

La gran banca siguió pisando fuerte el acelerador para reducir su exposición al ladrillo en 2018. Las seis entidades cotizadas en el Ibex 35 —Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell y Bankinter— redujeron en 44.838 millones de euros su exposición bruta al ladrillo, un 45% menos en 12 meses, quedando en 53.381 millones. Así se recoge en las cuentas anuales del pasado año de estas entidades, según los cálculos elaborados por este diario. En el ejercicio anterior, en 2017, ya habían reducido su exposición otro 50%.

Los grandes bancos han protagonizado importantes operaciones de desagüe de activos tóxicos en el último año, como la operación de venta de Santander a Blackstone o de BBVA a Cerberus. La rebaja se produjo tanto en inmuebles adjudicados, 52,9% menor, como en el riesgo por crédito promotor, un 21,9% menos (ver gráfico).

En términos netos, incorporando los deterioros del valor reconocidos por cada uno de los bancos, la exposición total en los últimos 12 meses se rebajó en 18.588 millones, un 33% menos, quedándose en 36.831 millones.

Santander fue la entidad que, en términos brutos, más redujo su exposición al ladrillo. En concreto, un 55,9%, quedándose en 15.145 millones, sobre todo gracias al desagüe de adjudicados. En el primer trimestre de 2018 se concretó el llamado proyecto Quasar, valorado en 30.000 millones, por el que Blackstone se hizo con el 51% del negocio inmobiliario de Popular, compuesto por la cartera de adjudicados y crédito promotor dudoso. Adicionalmente, la entidad vendió un portfolio de 35.700 inmuebles por 1.535 millones a Cerberus, una operación que se espera que se culmine en el primer trimestre de 2019.

En adjudicados, la entidad presidida por Ana Botín rebajó en más de 17.000 millones y 5.000 millones en términos netos. En el caso de crédito promotor bruto, se quedó en 4.812 millones, un 25,6% menos.

En el caso de BBVA, la reducción ha sido igualmente intensa, de un 51,5%, de 7.256 millones en valor bruto, y de un 40,7% en valor neto, quedándose en 3.045 millones. Gran parte de la rebaja se explica por la operación de traspaso a Cerberus del 80% de una sociedad conjunta, llamada Divarian, en la que se incluyeron activos tóxicos por valor de 5.000 millones. “De forma efectiva, a 31 de diciembre se habrían procedido a traspasar a Divarian 43.900 activos por valor de 2.828 millones de euros. Se encontrarían pendientes de ser transferidos 17.485 activos por un valor cercano a 900 millones de euros, sujetos a autorizaciones específicas en proceso de obtención”, explica el banco en su memoria anual. En 2018 también culminó la venta de una cartera de créditos dudosos y fallidos por 1.000 millones al fondo de pensiones canadiense CPPIB y llegó un acuerdo con Blackstone para vender la participación del 25% en Testa por 478 millones.

La rebaja de la exposición al ladrillo se justifica principalmente por la actuación de las tres mayores entidades, Santander, BBVA y Caixabank. Este último banco, también apretó el acelerador y dejó en 10.573 millones, un 54,3% menos, el conjunto de inmuebles adjudicados y financiación a la promoción. La entidad presidida por Jordi Gual protagonizó la venta del 80% de otra megacartera, en este caso de 4.000 millones, al también fondo estadounidense Lone Star, al que añadió el servicer Servihabitat, creando una nueva sociedad conjunta llamada Coral Homes. En el caso de los adjudicados, en términos brutos se redujo un 72%, limitando la cartera de activos tóxicos en 4.569 millones, o de 3.432 millones aplicada la corrección de valor por deterioro.

Sabadell siguió ese mismo patrón de venta de activos, en los que se incluían procedentes de la CAM, en este caso a Cerberus con un valor bruto contable de 9.100 millones y un neto de 3.900 millones. Sin embargo, la operación no está contabilizada en las cuentas de la entidad del pasado año, ya que se espera que hasta el tercer trimestre de este año no se cierre la transacción. Por tanto, la entidad presidida por Josep Oliu, vio reducir solo en un 18,4% su exposición al ladrillo y un 6% en adjudicados. De hecho, se quedó como segunda entidad con más activos tóxicos tras Santander.

La situación de Bankia es diferente al resto, ya que su gran limpia la realizó tras ser recatada en 2012, traspasando la parte tóxica a Sareb. El pasado año redujo su exposición un 17,9%, quedándose en 5.079 millones, de los que 4.331 millones son adjudicados. Gran parte de ese montante se irá con la operación transmisión a Lone Star de una cartera de créditos hipotecarios de dudoso cobro por 3.070 millones de valor bruto contable, de los que aproximadamente 1.650 millones son adjudicados. Está previsto que la operación se cierre en el segundo trimestre de 2019.

Por último, el contexto de Bankinter es muy diferente al resto. Menos expuesta al negocio inmobiliario en los años de la crisis, la entidad presidida por María Dolores Dancausa solo cuenta con 227 millones en adjudicados, un 12,7% menos que el año anterior, y a diferencia del resto, ha aumentado el crédito promotor un 17,5%, hasta los 564 millones.

Sobre la firma

Alfonso Simón Ruiz
Graduado en Economía y máster de Periodismo UAM / EL País. En Cinco Días desde 2007. Redactor especializado en información empresarial, especialmente sobre el mercado inmobiliario, operaciones urbanísticas y, también, sobre la industria farmacéutica y compañías sanitarias.

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