CaixaBank vende a Lone Star unos 7.000 millones de euros de sus activos tóxicos
La operación será neutra para la cuenta de resultados Prácticamente toda la gran banca se ha desprendido ya del lastre del ladrillo en el último año
La presión de los supervisores (Banco de España, Banco Central Europeo, la Autoridad Bancaria Europea y Bruselas), la penalización de las nuevas normas de provisiones, unido al gran interés de los fondos de inversión por los activos inmobiliarios han permitido a la banca española desaguar gran parte del lastre del ladrillo heredado de la crisis financiera.
La última en anunciar una gran operación de venta de activos tóxicos ha sido CaixaBank. Esta entidad anunció ayer que ha alcanzado un acuerdo con el fondo Lone Star para venderle el 80% de su negocio inmobiliario. KPMG llevaba desde septiembre tanteando el mercado.
El banco catalán colocará así una cartera de 7.000 millones de euros vinculados al ladrillo. El negocio inmobiliario que se vende a Lone Star a través de la operación comprende principalmente la cartera de activos inmobiliarios disponibles para la venta a 31 de octubre de 2017 y el 100% de Servihabitat. Esta plataforma de gestión de activos acababa de ser recuperada por la entidad catalana, al anunciar el pasado 8 de junio la recompra del 51% que no controlaba.
La operación está aún pendiente de autorización por parte de la CNMC. Un a vez que consiga luz verde, CaixaBank aportará el negocio inmobiliario a una nueva companía de la que posteriormente venderá el 80% a Lone Star, reteniendo una participación del 20%, fórmula que ya ha puesto en marcha otros bancos como Santander y BBVA (este último ha creado con Cerberus una sociedad con los mismo porcentajes).
El valor bruto de los activos a 31 de octubre de 2017 era de aproximadamente 12.800 millones de euros, con un valor neto contable aproximado de 6.700 millones (hasata llegar a los 7.000 millones hay que incluir el valor de Servihabitar), explica CaixaBank en un hecho revelante a la CNMV.
El precio de la venta del 80% de la nueva sociedad será el 80% de la valoración final del negocio inmobiliario a la fecha de cierre, que dependerá, según explica la entidad, del número de activos inmobiliarios que permanezcan en la nueva compañía en esa fecha (es decir, según el número de activos vendidos entre el 31 de octubre de 2017 hasta el cierre de la transacción). A las valoraciones de octubre el precio que pagaría Lone Star sería de 5.600 millones de euros. Aunque hay que tener en cuenta que ya en marzo pasado los activos adjudicados ya se habían reducido a 5.800 millones de euros.
Hasta el cierre de la operación lo lógico es que los activos de esta cartera se muevan al entrar más inmuebles, aunque no se esperan grandes diferencias. Fuera de esta operación quedarán los activos en alquiler, que no están en venta, explican desde la entidad que preside Jordi Gual.
Para Gonzalo Gortázar, consejero delegado de CaixaBank, se trata de una “operación que supone adelantar varios años nuestros objetivos estratégicos de reducción de activos problemáticos, permitiendo posicionar a CaixaBank como uno de los bancos con el balance más saneado del mercado español”.
CaixaBank estima que la desconsolidación del negocio inmobiliario tendrá un impacto neutral en la cuenta de resultados y un impacto positivo estimado de 30 puntos básicos en la ratio de capital CET 1 fully loaded (capital de máxica calidad). El impacto combinado con la recompra del 51% de Servihabitat se estima en la suma de 15 puntos básicos de la ratio de capital CET 1 fully loaded, que a marzo ascendía al 11,6%.
Los ahorros de costes a alcanzar a través de esta operación se estiman en 550 millones de euros antes de impuestos durante los tres años siguientes (2019-2021), incluido el nuevo contrato de servicing con Servihabitat.
Servihabitat así seguirá prestando servicios a los activos inmobiliarios de CaixaBank durante los próximos 5 años desde la firma del contrato. Pese a esta operación con Lone Star, la recompra del 51% de Servihabitat supondrá un lastre para la cuenta de resultados de CaixaBank de unos 200 millones de euros. El cierre de la venta de esta cartera de adjudicados a Lone Star está previsto para el último trimestre de 2018 o en el primer trimestre de 2019. Con esta operación CaixaBank se desprende de prácticamente todo su ladrillo.
Banco Sabadell está ahora también en pleno proceso de venta de cuatro carteras de créditos y activos adjudicados tanto del propio banco como procedente de CAM a fondos de inversión. En total, 11.000 millones de euros, de los que espera desconsolidar ahora unos 5.000 millones, ya que el resto tienen que esperar a que el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD) cierre un acuerdo con la banca y Bruselas para que las pérdidas que se produzcan, y que están protegidas por un esquema de protección de activos (epa), no computen como déficit público.
Bankia no tiene intención de vender en bloque. Es el único que aún no ha iniciado una macroventa de sus activos tóxicos ha sido Bankia, aunque la mayor parte de sus carteras pasaron a Sareb. Tiene pendiente de vender activos 4.938 millones de euros brutos (3.189 millones netos). Pero la entidad que preside José Ignacio Goirigolzarri ha decidido vender en torno al 20% de su stock cada año, según explican desde la propia entidad.
Santander fue el primero en vender en una sola operación todo el ladrillo procedente de Banco Popular, unos 30.000 millones de euros, a Blackstone, con quien creó una sociedad en la que el fondo estadounidense tiene el 51% de la nueva sociedad y el banco que preside Ana Botín el 49% restante.
BBVA también ha vendido a Cerberus prácticamente todos sus activos problemáticos, unos 13.000 millones, en una operación que debe esperar también al acuerdo del FGD con la banca y Bruselas, al contar parte de estos inmuebles con epa.
Sareb. El banco malo al que las antiguas cajas con ayudas públicas traspasaron la mayoría de sus activos tóxicos, unos 50.000 millones de euros, entre inmuebles y créditos vinculados a promotores e hipotecas. Ahora, la institución que preside Jaime Echegoyen tantea la venta de unos 30.000 millones de euros.