¿Está en peligro el capitalismo en EE UU?
El aumento de los oligopolios será un tema crucial para las presidenciales de 2020
Joseph Schumpeter (1883-1950) –economista y sociólogo austriaco-estadounidense– es gran referente intelectual del capitalismo, que necesita de competencia para funcionar. De la competencia se deriva lo que Schumpeter denomina “la destrucción creativa”, en su libro Capitalismo, socialismo y democracia (1942), en que describe el proceso de innovación que tiene lugar en una economía de mercado donde nuevos productos destruyen empresas y modelos de negocio. Para Schumpeter, las innovaciones de los emprendedores son la fuerza impulsora de un crecimiento económico sostenido a largo plazo, pese a que puedan destruir compañías bien establecidas. Apple, Google, Amazon, Facebook y Microsoft han sustituido a Hewlett-Packard, IBM.
Kodak, Novell, Netscape y otros grandes protagonistas de la ercera Revolución Industrial.
“El proceso de destrucción creadora”, escribe Schumpeter, “es el hecho esencial del capitalismo”, siendo su protagonista central el emprendedor innovador. Estados Unidos ha vivido todo lo anterior durante casi sus 250 años de existencia. Sin embargo, desde 2009, tanto población general como líderes de opinión –economistas, analistas, empresarios, pymes– dudan que el capitalismo que hizo a América la primera nación de la tierra pueda sobrevivir tal y como se ha conocido hasta ahora.
En todos los sectores de actividad del PIB estadounidense se aprecia una concentración de los mercados en muy pocas empresas que forman monopolios, duopolios u oligopolios.
Estas empresas ponen barreras de entrada a nuevos jugadores, fijan precios, controlan el libre movimiento de los profesionales y establecen salarios a la baja. Sea en Wall Street, donde cinco bancos controlan el 80% de los activos financieros equivalentes al 56% del PIB, o en Silicon Valley donde otras cinco compañías son líderes absolutos de las nuevas tecnologías y la digitalización, es difícil que un profesional consiga pasar de Morgan Stanley a JP Morgan-Chase o de Google a Microsoft: hay suficientes litigios en tribunales para demostrar estadísticamente una pauta de comportamiento de, sean bancos o tecnológicas, acordar salarios e intercambio de talento/capital humano.
El capitalismo sin competencia no es el capitalismo, pero en un sector tras otro, la competencia está muriendo: cuatro aerolíneas dominan el tráfico aéreo estadounidense; dos corporaciones controlan el 90% de la cerveza que beben los norteamericanos. Cinco bancos controlan el 80% de los activos bancarios del país. El 75% de los hogares con acceso a Internet de alta velocidad son atendidos por un solo proveedor. La sanidad, en un 80%, está controlada por dos aseguradoras y un puñado de farmacéuticas.
Sin competencia, todos sufren. Las corporaciones aprietan los salarios. Las empresas hacen más ricos a sus dueños. Aumenta la desigualdad social. Los monopolios dominantes ahogan a las nuevas empresas y manipulan los mercados en su beneficio. Los votantes sienten que los mercados están amañados y los políticos populistas triunfan. Un sistema verdaderamente competitivo previene la desigualdad injusta, evita el aumento de precios, fomenta el crecimiento económico y alienta a las nuevas empresas. Esta cuestión será clave en las elecciones presidenciales norteamericanas de 2020.
Dejando de lado las ideologías acudimos a economistas de todo el espectro político que, recientemente, han publicado la misma tesis desde sus distintos puntos de vista: el capitalismo corre peligro serio en Estados Unidos, porque “capitalismo sin competencia no es capitalismo” dice Niall Ferguson, historiador y economista de Harvard, autor de The ascent of money y, según Eric Schmidt (expresidente de Google), “historiador de Silicon Valley”. Igualmente: Ian Bremmer (The end of the free market), Carmen Reihart y Kenneff Rogoff (This time is different). Rogoff sostiene que el Gobierno americano no ha cumplido su deber y en las últimas cuatro décadas ha permitido la formación de monopolios u oligopolios, especialmente en banca y TIC, con la consecuencia de aumento de la desigualdad social y estancamiento de la productividad. Joseph Stiglitz sostiene lo mismo (Freefall y The price of inequality) Tepper y Hearn (The myth of capitalism), Roger Lowestein (The end of Wall Street). Esto sería peligroso si hubiese un cambio de ciclo.
Schumpeter puso especial interés en el análisis de los ciclos económicos en Business Cycles (1939). Quizá quedó en el olvido, pero hoy Howard Marks (Mastering the market cycle), Warren Buffett y Robert McGee (Applied financial macroeconomics and investment strategy) vuelven a poner de moda la teoría de los ciclos. Es lo que ha llevado a la FED a frenar la subida de tipos; de otra manera hubiera acelerado un cambio de ciclo económico en América.
Las consecuencias negativas de la falta de competencia en América se notan: aumentan las desigualdades sociales; decrecen los salarios, mata la clase media, reduce la productividad y es receta para el desastre: Paul Mason (Postcapitalism) se pregunta si el capitalismo americano podría desaparecer. Los populismos, de derechas y de izquierdas, hoy, como en los años 30, son anticapitalistas. ¿Quién se atreve a retar a Amazon, Apple, Facebook, Microsoft y Google, cuyas valoraciones bursátiles rondan el billón de dólares americanos?, pregunta Scott Galloway en The Four.
Granovetter (Society and Economy) explica la desilusión de la sociedad con el sistema que ha destrozado el American Dream. Las repercusiones en el ámbito laboral preocupan: Klaus Schwab (The Fourth Industrial Revolution; Shaping the Fourth Industrial Revolution), Richard Baldwind (The Great Convergence: information technology and the new globalization; The Globotics upheaval; Rana Foroohar (Makers and Takers) dibujan un panorama sombrío para el futuro del trabajo.
El capitalismo encumbró América. ¿Qué sucedería a América si el capitalismo desapareciera? Estados Unidos perdería el puesto de primera potencia mundial. Fareed Zakaria inició el debate con The post-american world. En 2008 avisaba de falta de innovación, producción offshore, necesidad de profesionales formados en las nuevas tecnologías y, sobre todo, acabar con monopolios y oligopolios y espolear la competencia propia del libre mercado y la libertad de empresa, esencias del capitalismo norteamericano.
Jorge Díaz Cardiel es Socio Director Advice Strategic Consultants