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La banca acreedora se divide ante el plan de Fridman y estrecha su control sobre Dia

Las 12 entidades limitan la liquidez al grupo y le ponen más restricciones. Baraja incluso una capitalización de deuda po rel recelo ante el inversor ruso

El máximo accionista de Dia ha lanzado un órdago a los 12 bancos acreedores de Dia. Mijail Fridman ofrece una solución a los pequeños accionistas del grupo de supermercados, propone inyectar después 500 millones de euros de su bolsillo y, eso sí, quiere llegar a un acuerdo "satisfactorio" con las entidades financieras para establecer "una estructura de capital viable a largo plazo". Varias de las entidades son partidarias de este plan de Fridman, con unas líneas rojas claras como que no haya quitas, y otras abogan por una capitalización de deuda.

Dia está ya en las unidades de cuidados intensivos de los bancos que le prestan dinero. Le han puesto un gotero de liquidez, pero se lo racionan –la cadena de supermercados ha gastado el 84% de los cerca de 900 millones que le inyectaron el 31 de diciembre– y le han impuesto una nueva ratio de endeudamiento máximo a partir del próximo julio. Su deuda neta entre beneficio bruto de explotación (ebitda) debe ser de 3,5 veces, frente a las 4,3 con las que cerró el año pasado.

La bula que le concedieron a finales del año pasado, cuando dejaron en suspenso los covenants (como se denominan los compromisos con los bancos acreedores) ha sido retirada. El mantra de la banca es "mínimo margen de actuación y máximo control del circulante".

Así, los comités de riesgos de las entidades se debaten entre tres opciones. El plan de rescate de Letterone, el fondo del magnate ruso, que les ahorraría algunas incertidumbres, entre las que destaca la ejecución de la ampliación de capital. "Siempre se pueden negociar plazos y tipos de interés, con un eventual periodo de carencia en los primeros años. El plan no es para nada descabellado", señalan desde una de las entidades. En última instancia, la hoja de ruta de la cúpula de Dia, liderado por Borja de la Cierva, también incluye una refinanciación de la deuda. Cierto es que la compañía cuenta con el visto bueno de sus "principales" acreedores para mantener hasta 765 millones de euros de financiación hasta marzo de 2023, siempre que amortice hasta 100 millones de euros por la venta de Clarel y Max Descuento. Pero necesita mucho más dinero solo para amortizar los 300 millones en bonos que expiran en julio.

Fridman afirma que su ampliación estará asegurada por Letterone o por un banco. Goldman Sachs, asesor de la opa, es el que cuenta con más papeletas para ejercer ese posible papel.

La segunda posibilidad es la hoja de ruta de la cúpula actual, que implica dudas sobre la ejecución de la ampliación preasegurada por Morgan Stanley. Las condiciones impuestas por el banco para blindar la operación son complicadas de lograr en tiempo y forma, según revelan fuentes próximas a los bancos acreedores.

El peor escenario

Otra opción es ejecutar una capitalización de deuda. Este es el peor escenario, al menos a priori, para los pequeños accionistas de Dia, que sufrirían una fuerte dilución. Fuentes de algunos de los bancos acreedores consideran que esta solución debería ser la última, pero la ponen ya encima del tapete. "Si hay valor en Dia, es más práctico que tratemos de obtenerlo nosotros antes que regalárselo a Fridman", explica un directivo de una de las entidades que deben decidir sobre el futuro de la cadena de supermercados.

Los bancos podrían hacer esta operación, que supone convertir deuda en capital (debt to equity, en la jerga), sin necesidad de que Dia entrara en concurso; ni siquiera necesitan un preconcurso. Y tampoco tendrían que lanzar una opa al aducir que la viabilidad financiera del grupo está "en peligro grave e inminente", como indica la actual normativa sobre opas. La compañía canjearía la deuda por capital sin más y trituraría a los actuales accionistas, Fridman incluido.

Entre los acreedores, Santander es la que más peso tiene y será clave en una decisión que debe ser unánime. Fuentes conocedoras de los detalles del contrato de financiación indican que, en caso de que un banco decida dar un paso atrás, podrá ser sustituido por otra entidad financiera, pero no, al menos en principio, por un inversor oportunista. Otros acreedores, además del banco que preside Ana Botín, son BBVA, Deutsche Bank, Barclays, JP Morgan, BNP Paribas, ING y Bankia.

La segunda opa de este tipo en 12 años

 

Fórmula complicada. Desde que la nueva normativa sobre opas entró en vigor en 2007, la de Letterone es la segunda que se acoge al apartado f) del artículo 8 del real decreto en vigor desde agosto de ese año. Este permite que la opa no sea obligatoria, aunque se supere el 30% del capital –el umbral habitual que distingue entre una oferta voluntaria y otra forzosa–, siempre que acepten la propuesta al menos dueños por la mitad del capital al que va dirigida. En este caso, tendría que tener una aceptación del 35,5%. Así puede ofrecer 0,67 euros por acción, en lugar de 3,73, el precio que Fridman ha pagado en los últimos 12 meses y que supondría la contraprestación mínima en caso de una opa obligatoria. La única opa que ha utilizado este mecanismo fue la que lanzó Greentech sobre Fersa (hoy, Audax) en abril de 2012. Fracasó porque no cumplió el requisito mencionado.

Bonos y deuda. La acción sigue descontando una subida del precio de la opa o una contraoferta, pues ayer cerró a 0,7 euros por acción. Los 306 millones en bonos de Dia que vencen en julio cotizan al 93% del capital; es decir, el mercado da casi por sentado que los amortizará.

 

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