Funchal, un mágico refugio al filo del océano
Situada entre el mar y la montaña, exhibe imponentes vistas Puerta de entrada para explorar la isla de Madeira
Desde el aire la aproximación del avión a la isla de Madeira (Portugal) le descubrirá un pequeño Edén tropical, con mil y una tonalidades de verde que contrastan con las del azul del océano infinito que la rodea, el Atlántico.
Sobre su relieve destacan empinadas montañas y acantilados inverosímiles y casas de colores ocres que van apareciendo en el horizonte encaramadas de forma asombrosa sobre los cerros que abrigan la bonita bahía de Funchal, la capital, al sur de Madeira.
Tradición, diseño y modernidad invitan a recorrer sus ambientadas calles de día y de noche
Si tiene la suerte de ir en el lado derecho del avión entenderá por qué los pilotos que aterrizan en el aeropuerto internacional Cristiano Ronaldo necesitan una licencia especial. Las vistas son de vértigo y la pista, construida sobre grandes columnas, una obra de ingeniería que gana metros al mar.
A solo 20 minutos en coche del aeródromo está la encantadora Funchal. Fundada en 1452, tiene apenas 76 km2 de extensión y cierto aire de melancolía en las calles del casco viejo y edificios antiguos que la hacen muy seductora.
La estatua del descubridor de Madeira y fundador de Funchal, João Gonçalves Zarco, preside la bulliciosa y arbolada avenida Arriaga. A su espalda está el bonito edificio del Banco de Portugal y a su izquierda la catedral, muy sencilla y de estilo gótico manuelino. En su interior destaca su alto techo de artesonado de madera y la colección de pinturas flamencas del siglo XVI.
Durante la Navidad o la tradicional Fiesta de la Flor –el tercer fin de semana después de la Pascua– la calle Arriaga se llena de mercadillos y músicos ambulantes que le dan mucho ambiente. Durante todo el año encontrará –como en todo Funchal– puestos de frutas exóticas. Anímese a probarlas. La avenida está salpicada de edificios señoriales, terrazas, cafeterías y restaurantes y da acceso directo al Jardín Municipal.
El antiguo muelle en la avenida do Mar alberga la praça CR7, el puerto deportivo y la Pontinha (muelle) con unas increíbles vistas de la ciudad sobre el mar y los barcos. Los mitómanos encontrarán allí mismo el museo y la famosa estatua del astro futbolístico portugués, oriundo de Madeira y un reclamo turístico más.
En el casco antiguo está el original edificio del Mercado de los Labradores –los viernes y sábados desarrolla todo su esplendor– donde podrá deleitarse con el sinfín de pescados, frutas y flores de la isla. Las floristas se atavían con sus trajes típicos de vivos colores.
No deje de callejear por la cercana calle Santa María y aledaños, con empedrados de cantos rodados, una galería de arte al aire libre gracias a artistas locales que han decorado puertas y fachadas. La calle está llena de tabernas típicas, restaurantes y bares, llenos de ambiente e ideal para almorzar o cenar.
'Carreiros do Monte’
No se puede ir de la capital sin viajar en el teleférico que conecta Funchal con Monte –11 euros un trayecto– . Un emocionante viaje de 15 minutos en el que tendrá una espléndida panorámica del paisaje y las casas sobre las colinas. Arriba está el precioso Jardín Tropical Monte Palace y es casi obligatorio vivir la divertida experiencia de subirse a un carreiro do Monte (carros de cesto, 30 euros dos personas), conducido por dos ágiles aurigas, y deslizarse pendiente abajo. Este era el modo antiguo de transportar colina abajo a los nobles de la isla.