Un Nobel de largo recorrido
Así son los dos economistas galardonados con el Nobel 2018
El mérito que avala a los científicos y, en este caso, a los galardonados con el Premio de Ciencias Económicas 2018 en memoria de Alfred Nobel, radica en su perspicacia para ver las cosas de un modo original. En términos populares, saben ‘darle la vuelta al calcetín’. Además, su reconocimiento llega por la perseverancia que dedican a la demostración de sus ideas. Thomas A. Edison decía que ‘el genio es dos por ciento inspiración, y 98 por ciento transpiración’.
Romer y el bienestar a largo plazo
El profesor Paul M. Romer, cuando la academia y la política se preocupaban exclusivamente de las apreturas cortoplacistas, puso el foco de atención en los factores impulsores del crecimiento y bienestar sostenido a largo plazo.
El crecimiento económico se había considerado una mera consecuencia de la combinación de trabajadores, maquinaria e infraestructuras, y la tecnología aportada exógenamente por los inventores y la ciencia. Romer le ‘dió la vuelta al calcetín’ y se planteó el motivo de que unos países progresen (Singapur), mientras otros quedan anclados en el subdesarrollo (Chad). Romer especificó un modelo económico en que las empresas en una economía de mercado tuvieran incentivos propios a incurrir en I + D + i, revirtiendo a su favor la mayor parte de los resultados. Romer propuso diseños institucionales para incentivar la innovación y la generación de nuevas ideas, evitando que se convirtieran en monopolios (patentes permanentes) en favor de su inventor. Cuando las ideas tienen la naturaleza de la investigación básica, esa tarea corresponde en gran parte a la Universidad. Los efectos externos favorables de la investigación y las nuevas ideas, que se difunden globalmente con rendimientos crecientes a lo largo del tiempo, le sugirieron la necesidad de unas políticas de apoyo y una regulación coordinadas entre los países.
Nordhaus, el eslabón del cambio climático
El profesor William D. Nordhaus, por su parte, aporta una carta de presentación como co-autor, nada más y nada menos, que del también galardonado profesor Paul A. Samuelson (MIT). Ambos académicos escribieron los manuales de economía que han formado a generaciones de profesionales en todo el mundo.
Nordhaus incorporó al análisis económico el eslabón olvidado del cambio climático. Hasta entonces, los economistas consideraban que la naturaleza ofrecía unos recursos escasos destinados a satisfacer las necesidades humanas. Nordhaus también le ‘dio la vuelta al calcetín’ haciendo el viaje de regreso. Así, las actividades económicas y la combustión de energía fósil primaria emiten CO2 y generan gases de efecto invernadero que impactan sobre el medio natural durante un período temporal muy dilatado.
Con una aproximación multidisciplinar, combinando la física, la química y la economía, Nordhaus fue pionero en la modelización del cambio climático y sus consecuencias. Sus recomendaciones para combatir el calentamiento global incluyen el establecimiento de un impuesto (o una cuota) a las emisiones a nivel internacional, para penalizar los efectos externos negativos. Quien contamina, paga. En la Casa Blanca y en el Kremlin no van a coger el testigo. En Washington y en Moscú hace mucho frío en invierno y no importa si la temperatura sube 2º C.
Paul A. Romer y William D. Nordhaus han desplazado el horizonte del conocimiento económico. No hay balas de plata, pero la ciencia aleja permanentemente dicho horizonte inalcanzable. Una evidencia de que avanzamos.
Un apunte final. Los economistas galardonados son de nacionalidad estadounidense, como la mayoría de los receptores en ediciones precedentes. Cabe recordar que las Academias de Suecia eran reticentes a gestionar el legado hereditario de los Premios Nobel en 1896, porque los receptores no debían ser exclusivamente de nacionalidad sueca. Sin duda, la visión cosmopolita de Alfred Nobel ha conferido a sus Premios un largo recorrido.