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Emprender obligado por el paro... y salir adelante

José Alfonso García consigue sacar adelante una pescadería, tras quedarse en paro. Se vio "obligado" a emprender para seguir en activo. Un perfil recurrente en la España posterior a la crisis.

CINCO DÍAS

Se quedó en el paro y consiguió ver la luz tras el túnel a través emprendimiento. Así comienza la historia del pescadero José Alfonso García Trejo. Hasta hace no mucho era empleado por cuenta ajena, pero tuvo que establecerse por su cuenta cuando la crisis provocó que se quedara sin trabajo. Un perfil recurrente en la España posterior a la crisis económica. Un ejemplo de que con esfuerzo y trabajo es posible trabajar por cuenta propia. Aunque también con ayuda, especialmente para temas burocráticos, y desde un sector que conocía a la perfección.

Enseñanzas que deben tener en cuenta los futuros autónomos que decidan emprender su propia actividad. El caso de José Alfonso fue por obligación, pero  en tan sólo cinco meses ha conseguido levantar un negocio estable. “He sido pescadero desde los 17 años”, explica afirmando que al haberse dedicado al negocio durante mucho tiempo no ha tenido ningún problema para montar su propia pescadería, con el asesoramiento de la Asociación de Trabajadores Autónomos y Dependientes de CCOO Castilla y León. Entidad que ha publicado la historia en su propia página web, y que ha ayudado en la parte de mayor desconocimiento para José Alfonso: "los papeleos".

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Problemas con el papeleo

Uno de los problemas que asegura haber tenido durante este periodo es el papeleo. Pertenece a la Asociación de Trabajadores Autónomos y Dependientes de CCOO Castilla y León y afirma que gracias a su asesoramiento solicitó una subvención por inicio de actividad que le permitirá cobrar una ayuda de hasta 4.000 euros.

“Me he gastado todo el dinero que me dieron con la capitalización del paro y algo más que tenía ahorrado”, añade. Y es que para poder montar su pescadería, José Alfonso tuvo que hacerse con una furgoneta isotérmica y hacer reformas en el local adquirido, a pesar de que ya era una pescadería.

“Tan sólo el mármol del mostrador me costó 3.000 euros”, incidiendo en que esa ha sido una de sus inversiones “más costosas pero más gratificantes porque ha quedado muy bonito, higiénico y fácil de limpiar”.

José Alfonso afirma que vende “pescado de calidad”. Conoce el Mercado Central y los mayoristas le conocen. “Incluso trabajé para uno en una época de mi vida”, rememora. Por eso asegura que obtiene “buen precio y buen producto”. A esto le añade una experiencia en la limpieza y envasado del pescado, “algo que ahora demandan mucho los clientes” convencidos de que es necesario congelar el pescado antes de consumirlo. “Ya no hay personas que te piden dos quilos de anchoas para limpiarlas en casa”, dice José Alfonso que pasa sus pocos ratos libres destripando el pescado para poder venderlo ya limpio.

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