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¿No pasa nada?

Debussy decía un día a un amigo suyo, mientras caminaban por las calles de París: - Los hoteleros parisienses son gente decidida y audaz, y en ningún caso se les ve perder la serenidad. ¿Quiere usted unas pruebas?, pues venga conmigo.Ambos amigos entraron en un restaurante, y se sentaron frente a una mesa. Un instante después, el mismo propietario, viendo que se trataba de clientes nuevos, acudió a atenderlos. Debussy le dijo entonces muy serio:- Deseamos un ala del ave fénix.El hotelero, frente a este mitológico pedido, quedó turbado apenas un momento. Luego reponiéndose rápidamente, respondió con la mejor de las sonrisas:- Lo siento mucho, Señores, pero la última ala del ave fénix, la hemos servido hace unos minutos.

«Golliwog's Cakewalk» de los «Children's Corner», L. 113 de Claude Debussy.

Seong-Jin Cho (piano)

El pasado 25 de marzo se cumplieron 100 años del fallecimiento en París del compositor francés Claude Debussy, quien había nacido en Saint-Germain-en-Laye, en agosto de 1862. Fue el fundador de lo que se denominó Escuela Impresionista de la música.

Para el compositor y director de orquesta francés Pierre Boulez (1925-2016), «...sólo a Debussy podemos situarlo junto a Anton Webern en una misma tendencia a destruir la organización formal preexistente en la obra, en un mismo recurrir a la belleza del sonido por sí mismo, en una misma pulverización elíptica del lenguaje».

Para Boulez, el verdadero precursor de la música contemporánea es Claude Debussy, y no la tríada Ígor Stravinski, Arnold Schönberg y Béla Bártok: sin su obra no se entendería no sólo a Ravel, sino tampoco la de Edgar Varèse u Olivier Messiaen. Fue Debussy quien, al romper con la forma clásico-romántica de su tiempo, descubrió un lenguaje musical nuevo, libre, oscilante, abierto a otras posibilidades. Un lenguaje que, aunque tenía su origen en Wagner, establecía una alternativa diferente al modelo propuesto por éste en todos los parámetros que rigen la composición musical.

Los “Children's Corner” ("El rincón de los niños") es una suite de seis piezas para piano solo que Debussy escribió a partir de 1906 para su hija de 3 años, Claude-Emma, a quien él llamaba cariñosamente "Chouchou". La partitura lleva una dedicatoria: "A mi muy querida Chouchou... con las tiernas excusas de su padre por lo que viene a continuación" que delata plenamente sus intenciones.

Emma Bardac y Claude Debussy se conocieron en 1903 cuando éste último comenzó a dar clases de piano a uno de los hijos de ella. En ese momento Claude llevaba casado cuatro años con la modelo Rosalie Texier (Lily) y, por su parte, Emma (de soltera Emma Moyse) lo estaba desde los 17 años con un rico banquero, Sigismond Bardac. Al año siguiente de conocerse ambos consiguieron el divorcio. Tras superar algunos incidentes desagradables como el intento de suicidio de Lily (que provocó el alejamiento momentáneo de algunos amigos del músico) en 1908 se casaron, cuando la pequeña Claude-Emma ya tenía tres años. En ese mismo año compone los “Children's Corner”

Del mismo modo, el hecho de que el título de la suite y cinco de los seis de los movimientos que la componen cada movimiento estén en inglés debe interpretarse no solo como un pequeño homenaje a la nanny inglesa de su hija sino también a la relativa importancia que los EE.UU. empezaba a tener en aquellos años. "Jimbo's Lullaby”, el segundo poema de esta suite, es una dulce canción de cuna, mientras que la cuarta, "The Snow Is Dancing", es una nostálgica visión de la nieve derritiéndose (una atmósfera impresionista donde cada nota representa un copo de nieve). En el último movimiento, "Golliwogg's Cakewalk", Debussy evoca esa nueva forma musical venida de América que más tarde tomará el nombre de "jazz" pero que en su época estaba apenas en un estado embrionario con el ragtime. Como curiosidad, pero con un significado que sobrepasa lo meramente anecdótico, en esta última pieza de los «Children’s Corner» hay una cita expresa al inicio de la preludio de la ópera Tristan e Isolda (con el acorde de Tristan) de Richard Wagner (01:20-01:40).

"Children's Corner" tuvo un final trágico. En 1918, diez años después de ser compuesta la suite, murió Debussy a una edad que hoy se antoja muy temprana ya que contaba con apenas 56 años. Su querida "Chouchou" lo hizo apenas un año más tarde, en 1919 de difteria y con tan solo 14 años.

Un punto de inflexión en la vida musical de Debussy se produjo en 1889, cuando en la Exposición universal de París oyó a un gamelán (orquesta tradicional de Java) interpretar melodías oriundas de Indonesia. Se establecería así un fuerte vínculo entre Debussy y los sonidos y escalas exóticas que tanto le acompañarían hasta el final de su vida. Debussy utilizaría así ciertas escalas tonales no usuales para la música occidental pero lo más importante es que a partir de ahi, el timbre empieza a ser un nuevo elemento central y fundamental en el desarrollo de la composición musical.

Aunque Debussy nunca reconoció sucesores o una escuela, cambio el eje que organizaba la música de su época. A partir de Debussy la direccionalidad comienza a depender de los matices expresivos y no de las relaciones acórdicas (armonía). Un acorde ya no lleva a otro. El sentido del acorde es el de objeto en si mismo, y ya no una función de paso en un camino dilatorio hacia el reposo. El sentido constructivo se desplaza del desarrollo temático hacia formas de desarrollo rítmico, coloristico o climático. Estructuraba el discurso a partir del desenvolvimiento de ritmos y texturas y no de un desarrollo temático. Debussy usaba los acordes por su sonido o color y no por su función tonal, lo cual era una revolución para el momento. Los acordes pasan a tener una función más colorista que armónica.

El timbre como nuevo elemento fundamental de la música. Hay radicaba lo novedoso y que marcaba el cambio de paradigma musical. El "viejo mundo" dominado por la armonía empezaba lentamente a caer y daba paso al timbre. Un proceso que como era de esperar, será largo, pero inexorable. Tendremos la sensación de que nada cambia, incluso simularemos que no nos alteramos, pero ya nada será como antaño. El camino meramente de desintegración de la armonía, que suele señalarse con el inicio del Preludio de Tristán, tenia un cambio alternativo: el timbre.

Tendremos personajes que nos dirán que "... la última ala del ave fénix, la hemos servido hace unos minutos" con la intención de hacernos pensar que hay una completa normalidad y control en los acontecimientos. Pero el ave fénix no existe. Siempre estos cambio han sido así de la largos y sinuosos. No se nos puede pedir no ha sido nada extraño ya que vivimos igual proceso de cambio cuando la armonía sustituyó al contrapunto como eje central de la música en el paso del Barroco al Clasicismo.

Ahí radica la dificultad de entender los cambios estructurales. Estos se han producido completamente cuando los empezamos a atisbar y comprobar su irreversibilidad. Lo más importante siempre es invisible a los sentidos que viven anclados a un paradigma pasado.

«Arabesque Nº1» (Andantino con moto) «Deux arabesques» L. 66 de Claude Debussy.

Monique Haas (piano)

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