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José Carlos Díez: “Solo el 5% de las empresas españolas puede competir fuera”

El analista presenta ‘De la indignación a la esperanza’, su nuevo libro Defiende como prioridad número uno subir los salarios

Juan Lázaro

Tras la buena acogida que tuvieron entre sus lectores Hay vida después de la crisis (2013) y La economía no da la felicidad (2015), José Carlos Díez, economista observador (como él mismo se define) y profesor en la Universidad de Alcalá, publica su último libro: De la indignación a la esperanza. Construir la España del bienestar es posible (Plaza & Janés, 2018). Un volumen donde perfila algunas medidas para “recuperar la dignidad y erradicar la desigualdad extrema en España”, entre las que se encuentran incrementar los salarios, acompasarlos a aumentos en productividad y abanderar la innovación para poder competir en la globalización.

R. Escribió su libro con Mariano Rajoy todavía en el Gobierno. ¿Estamos ahora más cerca de recuperar la esperanza?
R. No sé si esperanza, pero ilusión, sí, y eso es una oportunidad. El equipo económico del nuevo Gobierno está muy bien y ha tenido muy buena acogida, tanto en la opinión pública como en los mercados financieros. Y la recuperación de ciertos ministerios, como el de industria o ciencia y tecnología, y el nuevo de cambio climático y transición energética, son una señal en la buena dirección. El problema ahora es que eso se traduzca en políticas concretas que mejoren la situación de los ciudadanos porque, si no, esa mejora de la percepción no durará.
R. ¿Cuáles cree que deben ser las políticas concretas más prioritarias?
R. Tenemos que pasar de hablar del PIB y el crecimiento, que es lo que hacía el Gobierno anterior, a empezar a hablar de personas. Tiene que haber un mejor reparto del crecimiento y que llegue a más asalariados y pensionistas. A corto plazo, una de las prioridades es recuperar la negociación colectiva y aumentar los salarios. No tiene sentido que con un crecimiento de la economía del 3% durante tres años, con una política monetaria ultraexpansiva y el BCE comprando deuda y los tipos al cero, los salarios hayan estado estancados. Y a largo plazo, para que sea sostenible, eso tendrá que ir acompañado de un aumento de la productividad. Estamos viendo que el PIB en referencia al número de trabajadores no crece y eso es muy mala señal.
R. ¿Cuál sería su receta para aumentar la productividad?
R. En España hemos progresado significativamente en productividad y nos hemos acercado a nuestros socios europeos, pero podemos mejorar. Hay que pasar del “yo te lo hago más barato”, al “yo te lo hago mejor y a buen precio”. El gran reto ahora es la economía intangible: las empresas españolas tienen que dar el gran salto para empezar a jugar en la gran liga, y para eso tienen que mejorar en imagen de marca, innovación y digitalización, y posicionarse más allá del mercado europeo, donde la demanda no crece. Tenemos buenas empresas, pero son muy pocas: solo el 5% está en condiciones de competir en igualdad de oportunidades con cualquier otra empresa del mundo.
R. En España, el número de patentes por habitante es un 70% inferior al promedio europeo. ¿Qué mecanismos entre el sector público y el privado pueden darse para mejorar estas cifras?
R. Sí, estamos francamente atrasados a la hora de conjugar la ciencia y la innovación con el mundo empresarial. Y ese es el gran reto si queremos bajar la tasa de paro mejorando los salarios y el Estado del bienestar. Sería deseable que el sistema financiero canalizara el dinero del ahorro hacia las empresas más innovadoras, que son las que de verdad generan empleo de calidad. Pero si no se da este camino, tiene que entrar el Estado. El ICO ha hecho un esfuerzo y el Banco Europeo de Inversiones también lo está haciendo. Es, de hecho, uno de los programas estrella de Emmanuel Macron, siguiendo los pasos de los chinos y los taiwaneses. Si queremos competir en la globalización, tenemos que ir con las mismas armas que el resto de empresas.
R. ¿En qué sectores hay más oportunidades para innovar?
R. Hay que sentar las bases del empleo que queremos para los próximos años, y en todo lo que rodea al cambio climático hay una gran oportunidad. España tiene el doble de horas de sol que el resto de los socios europeos y, en diez años, debemos aspirar a ser un exportador neto de energía. Hay que tomarse en serio la energía fotovoltaica en vez de penalizarla, como hizo el Gobierno de Rajoy con el impuesto al sol. Es como si Arabia Saudí penaliza el uso de petróleo. No había ningún indicio de vida inteligente en el Gobierno anterior. Luego, el sector agroalimentario español también tiene una gran potencialidad. El segmento de la demanda de productos saludables está creciendo a tasas exponenciales y por eso los agricultores españoles tiene que entender que hay que producir bioorgánico, porque si lo hacen a un precio competitivo, entrarán en un segmento que no para de crecer. También hay que cambiar el modelo turístico. Con el mismo número de turistas que nosotros, en EE UU ingresan cuatro veces más. Pero si vamos a estar preocupados por que los turistas se vayan a Turquía, tendemos salarios de Turquía. Debemos competir con Londres, París, la Costa Azul y otros destinos donde los precios son más elevados. Hay que hacer hoteles con más calidad, con más empleo por habitación y con mejores salarios para los trabajadores.
R. ¿Qué margen tiene el Gobierno para derogar la reforma laboral de 2012?
R. Bueno, hace dos años el PSOE llegó a un acuerdo con Ciudadanos para otro modelo de negociación colectiva y de políticas activas de empleo. Yo espero que ahora eso se pueda llevar al Congreso. Si la estrategia es no gobernar para desgastar al Gobierno, yo creo que sería un error. Espero que el resto de partidos esté a la altura.

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