El Mentidero, el restaurante que dejó sin menú del día a Telefónica
El empresario Borja Anabitarte invierte siete millones de euros en un complejo de tres locales Ofrece alta restauración a los nuevos barrios de la zona norte de Madrid
Ahora el matrimonio está embarcado en un proyecto mucho más ambicioso, con el que desean “hacer marca propia con el Mentidero, para que tenga entidad por sí misma, ubicada sobre todo en la zona norte de Madrid”. Es ahí, en un área próxima a La Moraleja, en unos terrenos de 7.000 metros cuadrados colindantes con el edificio de Telefónica, en la conocida Ronda de la Comunicación, dónde Anabitarte desea levantar su emporio de restauración. Los primeros pasos ya los ha dado, además del citado restaurante del barrio de Chamberí, en el mes de noviembre abrió La Sal del Mentidero, especializado en gambas de Huelva, y el pasado mes de marzo inauguró Las Brasas, centrado en la cocina portuguesa, a la espera de tener completado el complejo gastronómico en abril del próximo año con la apertura de La Borda del Mentidero.
Se trata, según cuenta Anabitarte, de una edificación de 900 metros cuadrados, que incluye una especie de pajar contemporáneo con un invernadero y un lago exterior. “Es una especie de chalet de montaña, en el espacio que anteriormente ocupaban otros restaurantes de menú del día, a precios comedidos, en el que comían los empleados de Telefónica, pero que ahora han desaparecido, porque el concepto de menú es pan para hoy y hambre para mañana”, asegura este empresario, formado en hostelería en Suiza y en las cocinas de Arzak. El concepto de restaurantes que ha ideado se sitúa entre los 30 y los 45 euros, porque “pasar la barrera de los 50 euros por persona me da miedo, a pesar de que en El Mentidero de la Villa la media es de 70 euros”.
En el proyecto ha invertido siete millones de euros, partida en la que ha colaborado su padre, como inversor minoritario con un 40% de participación. “Esto se ha quedado en la familia, ya que entiendo que es un proyecto familiar, que queremos desarrollar en una zona que hace 20 años no existía y en la que viven en los nuevos barrios de Sanchinarro, Montecarmelo y Las Tablas más de 24.000 personas”, afirma el promotor, que desea convertirse en uno de los grandes de la restauración, aunque con matices. “Los grupos gigantes no compran inmobiliario, pero yo tengo seis hijos y soy bastante conservador, quiero tener patrimonio”. En cuanto al retorno de la inversión señala que sus calculos le dicen que en unos cinco o seis años habrá recuperado el capital. En la actualidad cuenta con una plantilla de 95 personas fijas, a las que suma el personal extra que contrata cuando tiene que ofrecer un servicio de catering o un evento en la finca de celebraciones que gestiona en Algete.
Lo que pretende con este nuevo proyecto gastronómico es “hacer destino, que la gente se desplace hasta aquí expresamente a comer”. Y reconoce que en los últimos tiempos existe una burbuja en el negocio de la restauración, “hay mucho dinero en el mercado y es algo socialmente apetecible, como ya ocurrió con las bodegas”.