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La zona euro cancela la línea de recapitalización bancaria directa

El instrumento se había creado a petición de Rajoy y Monti con la resistencia de Merkel El MEDE ofrecerá a cambio 60.000 millones para blindar el fondo de resolución

La canciller alemana, Angela Merkel. EFE/ Omer Messinger
La canciller alemana, Angela Merkel. EFE/ Omer Messinger

La zona euro cierra capítulos de la crisis. El presidente del BCE, Mario Draghi, ha anunciado este jueves el fin de los estímulos (en diciembre de este año). La semana que viene, los ministros de Economía (Eurogrupo) esperan pactar el final del rescate de Grecia (en agosto). Y la cumbre europea de 28 y 29 de junio supondrá el fin del instrumento de recapitalización directa de los bancos creado a raíz de las turbulencias financieras de 2012.

La línea de 60.000 millones de euros, a cargo del Mecanismo europeo de Estabilidad (MEDE), se estableció a petición de Italia y España como parte de los acuerdos de la Unión Bancaria para romper el círculo vicioso que estaba transformando la crisis de entidades financieras en un problema de solvencia de sus respectivos Estados. Pero Alemania siempre se mostró contraria a su activación y ahora quiere eliminarla del todo.

La supresión forma parte del paquete de reformas que se espera aprobar en la cumbre de la zona euro de finales de mes, según informan fuentes comunitarias. La desaparición de la línea impedirá que MEDE pueda entrar directamente en el capital de los bancos en dificultades. Como consecuencia, los rescates financieros tendrán que seguir siendo a través de las arcas públicas de cada Estado, como ya se hizo en el caso de España.

A cambio, el MEDE se convertirá en el respaldo financiero del Fondo europeo de Resolución bancaria, encargado de la intervención de los bancos en dificultades. Ese fondo, alimentado por la contribución anual de las entidades financieras, cuenta ahora con 17.000 millones y espera llegar a su tope de 55.000 millones en 2023.

La cantidad parece claramente insuficiente en caso de crisis grave, por lo que el MEDE reservará una partida de unos 60.000 millones de euros para realizar préstamos al Fondo en caso de que necesite recursos adicionales. Bruselas espera en que en caso de vendaval ese respaldo resulte suficiente para convencer a los mercados de la fortaleza del fondo. En todo caso, los bancos, a través de sus contribuciones al Fondo de resolución, tendrían que reembolsar al MEDE el dinero de más utilizado.

El cambio revierte una de las pocas derrotas sufridas por la canciller alemana, Angela Merkel, durante la crisis del euro. La canciller se vio acorralada en la cumbre europea de junio de 2012 por los entonces líderes de Italia y España. Mario Monti y Mariano Rajoy amenazaron con vetar las conclusiones del Consejo Europeo sobre reformas económicas auspiciadas por Berlín si no se adoptaban medidas para romper el círculo vicioso entre bancos y cuentas públicas.

Madrid y Roma temían que la crisis de las entidades financieras arrastrase a los Estados a un rescate total, como estuvo a punto de ocurrir en España con la caída de las cajas de ahorro. Merkel aceptó a regañadientes. Pero su ministro de Finanzas, Wolfgang Schäuble, retrasó la entrada en vigor de la línea de recapitalización y maniobró después para fijar unas condiciones de acceso a la línea tan leoninas que lograsen su inutilización.

Riesgo y capital

Las directrices impulsadas por Schäuble limitaron el tipo de bancos que podían ser recapitalizados por el MEDE y exigía como paso previo una contribución nacional y la aplicación de drásticas quitas a los inversores. Berlín blindaba así el fondo porque temía que la recapitalización directa obligase a todos los socios europeos a compartir el coste de la reestructuración de la banca de los países del sur, lastrada por la morosidad creciente derivada de la crisis de la zona euro.

Las cortapisas consiguieron, efectivamente, que la línea de recapitalización directa nunca haya llegado a utilizarse. A ello ha contribuido también la resistencia de los posibles beneficiarios, como España, por temor a que el MEDE asumiese voz y voto en los consejos de administración de las entidades rescatadas.

El propio MEDE también acoge con cierto alivio la supresión de una línea de crédito que le inmoviliza buena parte de sus 500.000 millones de euros. Aunque en principio solo se habían reservado 60.000 millones, la línea consume casi el triple porque las agencias de calificación exigen un enorme respaldo, dado el riesgo que supone inyectar capital en una entidad al borde del colapso. La nueva línea de apoyo al Fondo de resolución, en cambio, conlleva mucho menos riesgo (y consumirá menos capital), porque se trata de préstamos reembolsables por todo el sector.

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