El bipartidismo europeo planta cara a la ofensiva de Macron en Bruselas
El presidente francés aboga en el Parlamento Europeo por una revisión de los actuales equilibrios. Populares y socialistas temen la dentellada en las elecciones europeas de 2019.
La comparecencia este martes de Emmanuel Macron en el Parlamento Europeo marca el inicio de una fiera batalla entre el presidente francés y los dos grupos políticos europeos (PPE y S&D) que dominan el hemiciclo comunitario desde las primeras elecciones europeas en 1979.
La cuenta atrás hacia los próximos comicios (mayo de 2019) ha comenzado y el bipartidismo se atrinchera ante la temida irrupción de La Republique en marche, el movimiento creado por Macron y que en poco más de un año barrió a izquierda y derecha francesas para hacerse con el Elíseo. El presidente de la República no disimula su intención de repetir la jugada a nivel europeo.
Macron intenta llevar la contienda electoral hacia una pugna entre el soberanismo europeísta (defendido por los euroentusiastas) y el soberanismo nacional (defendido por los euroescépticos), un binomio que le ayudó a derrotar en Francia a Marine Le Pen, líder del Frente Nacional.
"Estamos en un momento de gran transformación (...) que nos lleva a revisitar los equilibrios actuales y a repensar nuestra gran acción colectiva", señaló Macron en su discurso sobre el futuro de Europa en Estrasburgo. "No podemos hacer como si estuviéramos ante los debates habituales. En este período que nos separa de la elecciones europeas, debemos vivir el combate por nuestras ideas".
Macron centró su intervención en crear un dilema entre las fuerzas iliberales y de tendencias autoritarias (dominantes en Polonia o Hungría pero emergiendo también en Alemania, Holanda o Italia) y las que defienden los valores democráticos representados por la UE.
El dilema incomoda a los partidos europeos tradicionales, que cuentan entre sus filas a socios con credenciales democráticas cuestionadas como las del primer ministro húngaro, Viktor Orbán (PPE) o las del primer ministro de Malta, Joseph Muscat (S&D).
Pero las cuentas a escala europea pueden complicársele al ambicioso presidente francés, porque los grupos mayoritarios no parecen dispuestos a entrar en ese juego de blanco y negro.
"La verdadera democracia no consiste en dividirnos en buenos y malos europeos", replicó a Macron el líder parlamentario del Partido Popular Europeo (PPE), el alemán Manfred Weber. "En esta cámara", añadió Weber, "puede encontrar comunistas, conservadores, liberales, socialdemócratas, verdes e, incluso, extrema derecha. Algunos llaman a esto la vieja Europa. Yo lo llamo la Europa democrática".
Weber recordó al presidente que la refundación debe pasar inexorablemente por el hemiciclo europeo, donde los conservadores son, desde hace 20 años, la bancada más numerosa. "El PPE está listo para trabajar por una Europa democrática con proyectos ambiciosos", ofreció Weber. Pero su apoyo pasa por acuerdos a nivel parlamentario que mantengan en gran medida los equilibrios políticos de las últimas décadas.
"¿Con quién va a colaborar usted?", se preguntó el líder de los socialistas (S&D), el también alemán Udo Bullmann. Y le auguró una dura travesía al presidente francés. "Tiene por delante días muy difíciles".
Solo los liberales (cuarta fuerza política en la actual legislatura) parecen dispuestos a cerrar filas con Macron. "Persevere, porque las fuerzas conservadoras, partidarias del statu quo y de que todo siga igual, son muy fuertes en Europa", le pidió el líder del grupo (ALDE), el belga Guy Verhofstadt. "Comparado con esas fuerzas, incluso la SNCF está llena de reformistas", bromeó Verhofstadt en alusión a los ferrocarriles franceses, con cuyos sindicatos está librando Macron la primera batalla sindical de su quinquenio.
Pero Macron no parece arredrarse ante el duro año que se le avecina, tanto en el frente interior como en el europeo.
El presidente francés insistió en la necesidad de romper con la inercia de un club que languidece desde hace años. Macron se muestra dispuesto a aumentar la aportación presupuestaria de Francia e insiste en democratizar la zona euro con una suerte de ejecutivo sometido a control parlamentario y un instrumento presupuestario.
"No hay ningún espacio monetario en el mundo que funcione con la restricción que supone una moneda única y sin ninguna capacidad presupuestaria que facilite la inversión, la convergencia y la estabilización". Otro anacronismo de la Europa de hoy que Macron quiere ver desaparecer en la Europa de después de las elecciones.