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Carlos Sanlorenzo: “Si nuestros hijos saben esquiar, también deben saber navegar”

Es el secretario general de la Asociación Nacional de Empresas Náuticas Trata de incentivar la práctica de la navegación de ocio y deportiva

Juan Lázaro
Pablo Sempere

En España, más del 90% del tejido industrial y empresarial de la náutica de recreo está representado en la Asociación Nacional de Empresas Náuticas (Anen). Desde 2013, Carlos Sanlorenzo (Gandía, 1975) ejerce como secretario general, tratando de impulsar la práctica de esta modalidad deportiva y de ocio. No ha sido fácil. “La crisis de 2008 hizo mella en el sector y es ahora cuando, muy poco a poco, empieza a recuperarse”. Acaban de salir a la luz las cifras de matriculación en el primer trimestre del año, que han crecido en un 3,8% respecto a los últimos meses.

R. ¿Qué desprenden estas cifras?
R. No es un dato tan positivo como los que veníamos viendo durante los últimos meses, si bien es cierto que suele coincidir todos los años durante estas fechas. En Semana Santa hay cierto parón en las compras, porque la gente adquiere una embarcación algo más tarde, más próximo el verano. También está motivado por las hostilidades meteorológicas, la temporalidad y la alternativa del esquí. Hay mucho usuario náutico aficionado a la nieve y este año ha habido una gran temporada. No hay una correlación directa entre el esquí y la náutica, pero sí hay un porcentaje notable de usuarios que compaginan ambas actividades.
R. ¿Hasta qué punto incidió la crisis en el sector?
R. Prácticamente desapareció durante cinco años. El periodo 2007-2008 fue uno de los mejores para nosotros, con cerca de 15.000 matriculaciones. Sin embargo, al año siguiente perdimos 11.000, fue una caída del 70%. Eso también tuvo consecuencias, por ejemplo, en el tejido industrial, ya que el 68% de los astilleros cesó su actividad. Y aún seguimos muy lejos de los mejores números. En 2017 se matricularon algo más de 5.200 embarcaciones.
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R. ¿Cambió el perfil de cliente?
R. Nosotros no seleccionamos al usuario. Toda persona que venga a la náutica será bienvenida. No obstante, es cierto que durante el apogeo económico hubo ciertas adquisiciones en las que el cliente no era excesivamente consciente y no era un apasionado del mar. Esos fueron los que, en la crisis, de lo primero de lo que se desprendieron fue de las embarcaciones. La crisis hizo que el esnobismo que había en el sector se marchase. El cliente que tenemos hoy conoce el mar, es más fiel a la náutica y mucho más pasional.
R. La náutica se asocia muchas veces con cierto elitismo. ¿Es el yate un símbolo de poder adquisitivo?
R. Los yates son embarcaciones de gran porte. No sería lógico decir que el yate no está asociado a cierto elitismo, pero es residual. El yate representa menos del 2% de las matriculaciones, solo el 1,5% es de embarcaciones superiores a 16 metros de eslora. La inmensa mayoría, el 95%, tiene menos de ocho metros. Estas serían, por hacer un paralelismo, como un coche de gama media. Pero la náutica tiene una losa que pesa, y no es fácil acabar con esa idea. Tenemos que tener una sociedad más abierta al mar y demostrar que hay muchas formas económicamente accesibles de disfrutar de la náutica. Desgraciadamente, nuestros hijos saben esquiar pero no navegar, y eso no es lógico en un país como el nuestro.
R. ¿A qué se debe esa losa de la que habla?
R. Por desgracia, es más vistosa la imagen de un gran yate que la imagen de un coche o una residencia de lujo. Y eso, por ejemplo, cuando se ilustran los casos de corrupción, hace mucho daño. También tenemos que intentar que sea tan llamativa la fotografía de un yate como la de un barquito más pequeño. El yate siempre será bienvenido, porque además es una pyme, con tripulación, con mecánicos, fiscalistas, consultores, laminadores... pero es residual.
R. Desde Anen hacen hincapié en acabar con la carga fiscal que hay en España a partir de los ocho metros de eslora y que limita la compra de estos barcos.
R. Es un impuesto que viene motivado por esa falta de cultura náutica. No hay ningún país del mundo que tenga una presión fiscal tan elevada como la nuestra en este sentido, y eso tiene consecuencias en la compra y fabricación de embarcaciones.
R. ¿Cuál es la diferencia entre comprar una embarcación de 7,9 metros y una de 8,1?
R. Hay un punto de inflexión enorme porque a partir de esas dimensiones hay un coste de adquisición de un 12% más que, sumado al IVA sube al 33%. Estamos desaprovechando una oportunidad de oro para situar a España en un lugar privilegiado, y estamos a años luz de nuestros países vecinos. Se habla mucho de buscar conceptos turísticos distintos al sol y playa, y eso puede darlo la náutica.
R. De las 853 matriculaciones del primer trimestre, 218 están destinadas al alquiler.
R. El chárter ha sido el gran protagonista de la recuperación del mercado, y es una consecuencia del cambio de tendencia en el consumo que se vive en toda la sociedad, como ocurre con la vivienda o los vehículos. Las embarcaciones de alquiler estaban gravadas con impuestos a partir de los 15 metros de eslora y eso lo conseguimos eliminar. Desde entonces, en Baleares se ha incrementado el chárter de más de 15 metros en un 400%. Ya no hay tanto apego por la pertenencia, sino por el disfrute, y eso tenemos que aprovecharlo.

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Sobre la firma

Pablo Sempere
Es redactor en la sección de Economía de CINCO DÍAS y EL PAÍS y está especializado en Hacienda. Escribe habitualmente de fiscalidad, finanzas públicas y financiación autonómica. Es graduado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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