El pulso de Trump con China amenaza la financiación extranjera de EE UU
El déficit de EE UU en 2017 fue el 3,5% del PIB: 666.000 millones de dólares El país asiático es el gran pagador de los gastos de la mayor economía
Perro ladrador, poco mordedor. Este refrán se ha aplicado a Donald Trump desde que llegó a la Casa Blanca en noviembre de 2016. Sus amenazas se han cumplido en parte, pero los analistas políticos están de acuerdo en que sus exabruptos se moderan de forma notable una vez que se trasladan a los hechos.
La deuda estadounidense roza los 21 billones de dólares, lo que supone más del 110% de su Producto Interior Bruto (PIB). Solo el año pasado el déficit (la diferencia entre lo que ingresa y lo que gasta) fue del 3,5% del PIB. Nada menos que 660.000 millones de dólares. Y uno de los grandes financiadores es precisamente el país al que dirige su última amenaza: China.
El país asiático tenía a en su haber 1,17 billones de euros de deuda soberana de Estados Unidos a cierre de enero. Es el 18,7% del total de la deuda del país que preside Trump en manos de otros países, según las últimas estadísticas del Departamento del Tesoro.
Cerca se sitúa Japón, con un 17%, y muy lejos ya aparecen Irlanda (5,2%), Brasil (4,2%), Suiza (4,0%), Reino Unido (3,9%),Islas Caimán (3,9%) y Luxemburgo (3,5%). España se sitúa en los últimos puestos del ranking, con un 0,6% del total de la deuda soberana estadounidense en manos de extranjeros (véase gráfico).
China es desde hace años ya el gran financiador extranjero de la mayor economía del mundo, de manera que la capacidad de maniobra de Donald Trump para triunfar en una eventual guerra comercial es en la práctica muy reducida.
Esa eventual batalla ya ha tenido un primer capítulo. El Ejecutivo presidido por Donald Trump ha fijado aranceles del 25% para las compras de acero y del 10% para el aluminio, pero ha amenazado con establecer recargos para la adquisición de vehículos y ha sugerido que también podría hacerlo sobre las ventas de electrónica y telecomunicaciones. La respuesta del gigante asiático ha sido de momento suave, al haber amenazado sobre importaciones de productos de Estados Unidos por valor de solo 3.000 millones de dólares.
Desde el departamento de análisis de MacroYield apuntan que “el memorándum firmado el jueves por Trump, por el que podrían aplicarse aranceles a productos importados de China por valor de hasta 60.000 millones de dólares, además de otras medidas destinadas a proteger la propiedad intelectual de EE UU, mantiene viva la llama de la amenaza comercial global”.
Los expertos de MacroYield, con todo, son optimistas: “Creemos que no hay que perder de vista que el riesgo de una verdadera guerra comercial resulta aún muy pequeño y que tanto o más probable que ella resulta la posibilidad de que tras un periodo de incertidumbre la situación arancelaria global acabe resultando más favorable que antes al libre comercio”.
La financiación de Estados Unidos depende de su supuesto gran enemigo comercial. “Incluso cabe la posibilidad de que las negociaciones forzadas por los anuncios unilaterales de Estados Unidos acaben desembocando en cierta reducción de aranceles”, sentencian desde MacroYield.
Pese a lo abultado de la cuantía, la tenencia de deuda estadounidense por parte de China se ha ido desacelerando desde mediados de 2017 hasta los niveles actuales. Un elevado importe que se justifica por la fuerte entrada de divisas en dólares fruto de las exportaciones de la economía china hacia EE UU. Pekín es el mayor exportador del mundo y acumula un superávit comercial con Washington de más de 375.000 millones de dólares. Dólares que una vez llegan al Banco Central de China acaban, en parte, siendo destinados a la compra de deuda del Gobierno estadounidense.
La siguiente derivada es que la compra de esos bonos por parte de Pekín sirve además para mantener a un dólar fuerte frente al yuan, lo que al mismo tiempo beneficia a las exportaciones chinas.
¿Qué implicaciones tendría que China dejara de reinvertir ese dinero en bonos de EE UU según vayan estos venciendo? Se produciría un encarecimiento del coste de financiación.
Más intereses
El bono a diez años estadounidense se sitúa en el 2,813%, y la Oficina del Presupuesto del Congreso de EE UU considera que la rentabilidad alcanzará el 3,7% en 2027. Una mayor subida implicaría, según los analistas, que se disparara la deuda y que se elevara el gasto en intereses.
Moody’s ve así “más probable que China responda a los aranceles con una devaluación del yuan, o haciendo más difícil a las empresas de EE UU hacer negocios allí”, según destaca Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics.