Europa entra (muy a su pesar) en aguas geopolíticas turbulentas
EEUU, Rusia y Turquía desestabilizan el club europeo y amenazan su unidad
La UE se disponía a pasar definitivamente la triste página de su crisis (2008-2017) y a poner en orden su propia casa cuando se ha visto sorprendida por un repentino torbellino internacional que amenaza la estabilidad y la unidad del club europeo.
La cumbre europea de este jueves y viernes, destinada en principio al futuro diseño de la zona euro y de la UE sin el Reino Unido, se ha transformado en un gabinete de crisis con frentes abiertos tan dispares e inquietantes como el conato de choque comercial con EE UU, el retorno a una guerra fría diplomática con Rusia y el riesgo de un altercado bélico con Turquía.
En comparación con tan graves amenazas, el brexit ha pasado a ser un peligro mitigado por un acuerdo de transición que aplaza hasta enero de 2021 el estallido de una bomba geoestratégica de relojería de imprevisible alcance.
La primera sacudida de la cumbre llegó desde Washington, donde el presidente de EE UU, Donald Trump, anunció que exime a la UE de los aranceles del 25% al acero y del 10% al aluminio que han entrado en vigor este viernes. La exención, sin embargo, es solo temporal y Trump amenaza con aplicarlos a las exportaciones europeas a partir el 1 de mayo.
"Se trata de una lamentable decisión unilateral que contraviene las normas internacionales", señaló la comisaria europea de Comercio, Cecilia Malmstrom. La comisaria confía en que las negociaciones con Washington trasnformen la exención temporal en permanente.
Pero las capitales europeas desconfían de las verdaderas intenciones de Trump. El primer ministro belga, Charles Michel, fue el que lo expresó de manera más descarnada. "EE UU lo que quiere es negociar con nosotros poniéndonos un revolver en la sien", acusó Michel. Y el presidente francés, Emmanuel Macron, lanzó una advertencia: "Europa no es el eslabón débil del comercio internacional. Si nos atacan, responderemos".
El presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, extraía una lección positiva del enfrentamiento comercial con Trump. "Hemos demostrado que la Unión no puede ser dividida", concluía el luxemburgués tras aprobarse unas conclusiones del Consejo Europeo en las que "la UE lamenta la decisión de EE UU de imponer aranceles al acero y al aluminio".
La unidad también se mantuvo, pero mucho más endeble, en el conflicto con el presidente ruso, Vladimir Putin, tras el ataque químico en Londres contra un antiguo espía ruso y su hija. La mano dura reclamada por la primera ministra, Theresa May, suscitó el apoyo entusiasta de la mayoría de los países del este pero solo una tibia respuesta de países como Alemania, España o Italia.
El mínimo denominador común pactado fue la llamada a consultas del jefe de la delegación de la UE en Moscú, una decisión simbólica sin precedentes. "No ha sido fácil llegar a un acuerdo de los 28 socios", reconocía el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, tras dedicar más de cuatro horas a pactar la posición sobre Rusia.