Planes 'après-ski': lo bueno empieza cuando termina el forfait
Los grandes del Pirineo seducen al esquiador tras el cierre de remontes
Esto no se ha acabado, aún queda lo mejor. Con la Semana Santa a la vuelta de la esquina, volvemos a poner el foco en la montaña en busca de la propuesta de esquí más seductora. Gastronomía, ocio, bienestar, lujo o emociones fuertes. Cuando termina la jornada, los hay que piensan que empieza lo realmente bueno: el après-ski.
Los grandes templos del esquí y el snowboard se disputan la supremacía de lo que sucede más allá del forfait, y ustedes, amantes de la nieve, serán sus jueces.
Formigal
Con 146 pistas y 180 km de dominio esquiable, la estación (o estaciones) de Aramón Formigal-Panticosa es la reina del Pirineo aragonés.
Duerma en un iglú, brinde con champán en una cabaña o relájese en un balneario del siglo XVII
Aquí la jornada no acaba tras el cierre de los remontes. Bailar al aire libre y al son de los mejores dj’s es una de las señas de identidad de Aramón. Y Marchica, en Formigal, su estandarte. Este espacio se ha convertido en un lugar de culto para esquiadores, donde podrá empezar y cerrar el día de esquí brindando con amigos, aunque no todo es fiesta.
Con la experiencia de las Mugas la estación propone al visitante una aventura en plena naturaleza. Guiados por un experto en montaña, los participantes explorarán el valle de Tena en una ruta de raquetas de nieve que dará comienzo con los últimos rayos del sol, hasta llegar al complejo de las Mugas. La expedición concluye con una cena en alta montaña y alojamiento en las exclusivas cabañas circulares con excelentes vistas.
Y hablando de cabañas, la Glera es una pequeña choza con capacidad para 18 personas y perdida en medio del monte a 2.000 metros de altura. Solo se puede acceder de noche en máquina pisanieves. Disfrute aquí de una cena exclusiva, con ambiente íntimo y atmósfera alpina.
Grandvalira (Andorra)
A Grandvalira acuden hasta los que nos les gusta la nieve, y el culpable es su après-ski.
En la mayor estación del sur de Europa encontramos una de las propuestas más exclusivas en el Hotel Iglú, en el sector de Grau Roig. Esta estructura, levantada en su totalidad en nieve, resplandece en las noches de Grandvalira bajo las montañas. Cuenta con bar, terraza, restaurante y cinco habitaciones, además de un jacuzzi en medio de la nieve.
Entre los restaurantes le proponemos la alta cocina de montaña de la Arrosseria Pi de Migdia o del Refugio de Llac de Pessons; y a medida que va cayendo la noche, una copa de champán en la terraza de L’Arbaset, en el sector Tarter, o un concierto de música soul en La Plage Blanche, en la terraza Abelletes, serán planes difícil de rechazar. Una de las actividades más divertidas es el tubing o deslizarse a toda velocidad por un tobogán sobre un colchón circular. Vuelve locos a los más peques y no tan peques (desde 15 euros).
Los freeriders disponen del Sunset Park, desde hace unos años lugar de culto en esta especialidad. Los más expertos podrán lucirse en este recinto que abre a las 15.00 y cierra a las 22.00.
Grand Tourmalet, Francia
Cruzamos los Pirineos para encontrar el mejor après-ski de la vertiente francesa. En verano es la meca del ciclismo, en invierno, del esquí y snow.
El Grand Tourmalet cuenta con el mayor dominio esquiable de los Pirineos franceses, con 100 km, además del mejor circuito de freeride. Grand Tourmalet-Barèges acoge al visitante con la tranquilidad de un pueblo típico pirenaico, con cabañas de pastores de madera y piedra y su maestría en salud y bienestar. Desde el siglo XVII, las localidades de Bagnères de Bigorre y Barèges presumen de los mejores balnearios de los Pirineos, además del icónico Pic du Midi y su mirador a 2.877 metros de altura, con vistas panorámicas.
Esta temporada la estación ha inaugurado una pasarela metálica en la cima, de 10 metros de longitud sobre el vacío para disfrutar de unas vistas de infarto. El ascenso se hace en teleférico, en un trayecto de 15 minutos, hasta llegar al gigantesco observatorio que preside el valle.