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Un presidente perpetuo es malo para China

La consolidación en el poder de Xi Jinping hace que el Gobierno sea menos predecible

El presidente chino, Xi Jinping, durante el último Congreso del Partido Comunista de China, el 15 de octubre de 2017.
El presidente chino, Xi Jinping, durante el último Congreso del Partido Comunista de China, el 15 de octubre de 2017.REUTERS

Un potencial presidente de por vida en Pekín no augura nada bueno para la gobernabilidad. La legislación china está lista para eliminar el límite de dos mandatos de cinco años para los líderes del Gobierno, lo que significa que el presidente Xi Jinping podría quedarse en el poder más allá de 2023, cuando termina su segundo mandato. Para los ejecutivos y los inversores extranjeros, esta mayor consolidación en el poder hace que el Gobierno sea aún menos predecible y aumenta el riesgo de tomar malas decisiones en un contexto de vacío informativo.

Xi ya estaba listo para ejercer una influencia duradera. Fue designado como el núcleo del Partido Comunista chino, y el año pasado sus camaradas no lograron nombrar a un futuro sucesor. Este último paso hace que la nueva situación sea aun más explícita, y elimina una restricción clave establecida después del mal gobierno de Mao Zedong.

Medir el impacto financiero de esta medida es difícil, pero China se está evidentemente alejando del gobierno tecnocrático basado en los compromisos alcanzados entre la élite política. Eso hace más difícil pronosticar lo que vendrá después.

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El año pasado, ya se dieron de hecho algunos de los cambios políticos más inesperados en el pasado reciente, incluida una tormenta reguladora para los prestamistas y una ofensiva contra las empresas y magnates con mayor poder adquisitivo del país. También podría haber retrocesos y confusión a medida que las empresas y los rivales políticos pongan a prueba unos límites que cambian rápidamente.

Es difícil de predecir lo que esto significará para la reforma económica. En 2017, Xi anunció reglas más laxas para la inversión en bancos y Liu He, algo reformista, podría tener un papel más importante en la política económica. Pero las empresas extranjeras reconocen que se ha vuelto más difícil operar. Los avances para internacionalizar el yuan se ha estancado y las fusiones de empresas estatales se han centrado en crear gigantes en vez de mejorar la eficiencia.

Por opaco que sea, las empresas internacionales ya se habían acostumbrado a las reglas del juego político chino, tal como se ha jugado durante dos décadas.

Los autores son columnistas de Reuters Breakingviews. Las opiniones son suyas. La traducción, de Elisa Castillo Nieto, es responsabilidad de CincoDías.

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