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Tribuna
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¿De verdad mató Amazon a Toys R Us?

La explicación de que el gigante del ecommerce venció a la juguetera no resulta convincente por sí sola

Una tienda de la juguetera Toys'R'Us en Estados Unidos en 2011.
Una tienda de la juguetera Toys'R'Us en Estados Unidos en 2011.REUTERS

A principios de septiembre se informó de que Toys ‘R’ Us, la gran empresa distribuidora de juguetes, declaraba la bancarrota debido a su elevada deuda. La noticia, más allá de los problemas financieros o de gestión que puedan estar detrás, plantea la pregunta de qué periplo ha seguido una empresa que suministra tantos juguetes y regalos a niños de todo el mundo.

Se afirma que Amazon u otros canales de venta a distancia han vencido a Toys ‘R’ Us, pero no resulta convincente esa explicación por sí sola. Supone aceptar que Santa Claus ha decidido incorporarse al ecommerce y dejar su trineo en manos de compañías de transporte, igualmente eficaces pero sin renos, o que los Reyes Magos no van a seguir viajando con sus camellos.

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Cuesta imaginar una familia en un paseo virtual a través de las pantallas de Amazon para escoger los juguetes que desean, sin pasear por los inmensos pasillos en los que poder tocarlos, sin comparar la dimensión de su embalaje con la del maletero del coche.

El sector de la juguetería invita a evocar imágenes entrañables y trasladar a su operativa una emotividad ligada a sus principales beneficiarios. No obstante, sin por ello querer renunciar a la parte vocacional de cualquier ocupación, todo tipo de negocio exige el mismo celo profesional en su gestión.

Existen empresas cuyo escenario puede parecer coloreado o gris, desarrollando actividades al aire libre o en naves oscuras, tratando con productos más o menos populares, pero todas deben ser atendidas con la misma exigencia en las decisiones a tomar y en el seguimiento de las mismas.

Una empresa de juguetes precisa de similar naturaleza de recursos, de igual calidad humana en sus colaboradores, y del mismo rigor en su gestión financiera que una charcutería industrial, una oficina bancaria, o una empresa dedicada al reciclaje de residuos. El glamour empresarial no debería buscarse en el objeto social de la sociedad sino en la calidad con la que ésta se gestiona.

No parece creíble que una cadena de juguetería con aproximadamente 1.700 tiendas en todo el mundo y con tanto stock descentralizado en sus estanterías, no haya tenido éxito en su proyecto de venta online.

Sin entrar a valorar la capacidad competitiva y depredadora de Amazon, capaz según alguna opinión de absorber toda la demanda de Toys ‘R’ Us, debemos considerar también posibles lastres de la juguetera que no han podido ser acarreados en su recorrido de estos últimos años.

Dejando aparte posibles tácticas legales que permiten reestructurar su balance, una empresa puede ser también víctima de sus propias decisiones. En este sentido, y según indican las informaciones financieras que han trascendido, debe observarse la deuda a largo plazo de aproximadamente 5.000 millones de dólares que se impuso a la empresa por las sociedades inversoras que la adquirieron hace unos diez años.

La deuda puede llegar a ser un peligroso enemigo que se infiltra en la propia casa y del que no se empieza a tener plena constancia hasta que se hace imposible la convivencia con él, acabando en ocasiones a la merced del mismo.

Un gigante no siempre puede vencer al que está vigilante y lleva sus asuntos con la debida probidad. Sin embargo, no será preciso hacer ningún esfuerzo para ver vencido a quien, para avanzar, debe arrastrar un peso en sus espaldas superior al de sus méritos.

Volviendo a Amazon, si efectivamente es ese gigante capaz de hacerse con el mercado de todos los sectores, conviene reflexionar acerca del riesgo que supone que, una vez condensados en una única organización, puedan quedar afectados si un día aquel no dispone del suficiente músculo.

Lo que inspiró el origen de las que se denominaron siete hermanas (seven sisters), tras el fraccionamiento de la Standard Oil, vuelve a planear en cualquier concentración de todos los productos de todas las estanterías de todos los almacenes.

Sin embargo, en el caso de Toys ‘R’ Us, en estos diez últimos años no ha sido posible diluir los 5.000 millones de dólares de deuda en la rentabilidad que debía aportar el mercado que imaginaron quienes adquirieron la juguetera.

Sin duda, no es la misma estrategia ni el mismo escenario disponer de un gran mercado que de una gran deuda.

Amadeo Arderiu es doctor en Administración y Dirección de Empresas

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