_
_
_
_
_

Los fabricantes aceleran el coche eléctrico con el ‘dieselgate’ en el retrovisor

El sector presenta su apuesta por las tecnologías de movilidad sostenible Los expertos ven en ella una reacción natural a la competencia

Getty

Pocos casos han puesto tan en duda la autenticidad del compromiso social de las empresas como el de los motores trucados de Volkswagen. El escándalo justificó la suspicacia en cualquier concepto o movimiento de origen corporativo, involucró a una marca mundialmente conocida y restó credibilidad a los esfuerzos medioambientales de toda una industria. A dos años de conocerse el fraude, expertos en ética empresarial analizan su repercusión en las políticas de sostenibilidad del sector automoción.

Está claro que el destape dañó gravemente la imagen de Volkswagen. La marca bajó del puesto 14 (2015) al 123 (2016) en la clasificación global de empresas más reputadas del mundo que elabora el Reputation Institute. En el ranking que mide únicamente el desempeño en aspectos de responsabilidad social corporativa (RSC) aparece como el fabricante de automoción peor situado, en el puesto 100 (2017).

Lo que no es evidente es que haya arrastrado al resto de automotrices. “La reputación de la industria se vio ligeramente afectada en la clasificación, pero muy lejos de la caída de Volkswagen, y actualmente vemos en ese tipo de empresas subidas y bajadas que pueden atribuirse a otras causas diferentes al dieselgate”, afirma Albert Vilariño, consultor en RSC.

José Luis Fernández, director de la cátedra de ética económica y empresarial de la Universidad Pontificia Comillas ICAI-Icade, coincide en que, a pesar de que el escándalo generó un cierto ruido al principio, “la cosa no pasó a mayores”. “Eso sí, Volkswagen sigue teniendo que hacer frente a multas, demandas y pleitos. Incluso algunos ex altos directivos entraron en la cárcel. Pero en conjunto es poco en proporción a la magnitud del daño ocasionado”, defiende.

La compañía anunció en octubre que sus beneficios suben en lo que va de año un 30%, lo que lleva a la cuestión de hasta qué punto a la gente le importó realmente el fraude. “Pese a todo lo que se dice, el consumidor sigue mirando por sus intereses a corto plazo y buscando una buena relación calidad-precio. Que las empresas hagan o dejen de actuar con ética es algo que a la inmensa mayoría no le importa tanto como nos gustaría”, dice Fernández.

A Forética, una asociación de empresas y expertos en RSC, la experiencia le enseña que el impacto en los consumidores es grande en el corto plazo, pero residual en el largo. Jaime Silos, director de desarrollo corporativo de la organización, cree que el cambio, más que por la pérdida de confianza asociada a una coyuntura, vendrá dado por la preocupación social por el cambio climático. “Un ejemplo es la creciente adopción de vehículos eléctricos, que en la mayoría de países de la UE experimenta crecimientos de triple dígito”, señala. En España, las ventas de este tipo de coches subieron en octubre pasado un 301% interanual.

Los expertos no creen que el dieselgate haya precipitado grandes cambios en las políticas de RSC de los fabricantes de automóviles. “Para demostrar más compromiso medioambiental, algunas empresas han resaltado de manera más notable el desarrollo y venta de coches eléctricos, pero no seamos ingenuos: es simplemente una consecuencia de que todas las marcas ven a su competencia lanzando proyectos de este tipo y no quieren quedarse atrás”, advierte Vilariño.

En su último reporte de sostenibilidad, Volkswagen lamenta el comportamiento que dio lugar a las irregularidades en el manejo de las pruebas de emisiones y se compromete a hacer todo lo posible para evitar que se repitan incidentes de este tipo. “Estamos decididos a que nuestras actividades de responsabilidad social corporativa tengan un impacto positivo y duradero en el valor y la reputación de la compañía”, puntualiza.

Pero Fernández aclara que el problema no era que la compañía no tuviera una política de RSC bien trabajada en 2015, sino que no cumplía con la ética empresarial. “Asumiendo que el papel aguanta todo y que hay consultorías especializadas en diseñar políticas de RSC a la medida, lo suyo es formarse criterios ex post. El evangélico consejo de que por sus frutos los conoceréis, una vez más, se impone”, mantiene.

BMW marca la diferencia

Es el único fabricante de coches que participa como socio promotor de Forética. Al respecto, Jaime Silos, de la asociación, comenta que si bien toda la industria está abordando la sostenibilidad como algo cada vez más estratégico, la apuesta de BMW es “claramente diferencial”.

Silos fundamenta su opinión en fuentes externas, como MSCI, que le otorga una nota de A (la mejor) en RSC, frente a Daimler (BBB) o Volkswagen (CCC), por su avance en el desarrollo y venta de coches híbridos y eléctricos. BMW está redefiniendo en su nuevo plan de sistemas cómo ir incorporando la nueva tecnología.

Newsletters

Inscríbete para recibir la información económica exclusiva y las noticias financieras más relevantes para ti
¡Apúntate!

Más información

Archivado En

_
_