Simón Pedro Barceló, el hotelero reflexivo
El copresidente del grupo, que quiere comprar NH, es cercano y tiene mano firme
Dicen de Simón Pedro Barceló Vadell (Palma de Mallorca, 1966), uno de los dos copresidentes del grupo que lleva su apellido, que es un empresario reflexivo, que no toma decisiones a la ligera, y que tiene mano firme. Siempre ligado a valores familiares y cercano a sus empleados, Barceló no es un hombre impulsivo en los negocios. Tampoco lo fue en esa etapa en la que la juventud alimenta la osadía. Simón Pedro Barceló, hombre de negocios responsable, ha sopesado en las últimas semanas una de las apuestas más importantes para el legado familiar que preside: la oferta de fusión con NH Hoteles.
El pasado 14 de noviembre, Barceló remitió a su homólogo al frente del grupo NH, Alfredo Fernández Agras, una oferta de fusión cuyos términos valoran NH en 2.480 millones de euros. De cerrarse la operación, el conglomerado balear tendría el 60% del nuevo grupo resultante. La propuesta, que tiene cómo objetivo formar “un campeón nacional hotelero español capaz de competir directamente con los mayores grupos del mundo” se ha encontrado con un primer rechazo de NH, que tiene un plazo de tres meses para dar una respuesta definitiva.
Simón Pedro Barceló llegó a la presidencia de la empresa familiar en el año 2000. No estuvo solo en el ascenso: en la sucesión de su padre y su tío, progresiva y consensuada por los herederos, le acompañó su primo Simón Barceló Tous, con el que comparte presidencia (aunque Simón Pedro ejerce como presidente ejecutivo), uno en Palma, el otro en América Latina. Las transiciones naturales y fluidas son una constante en la trayectoria del empresario, que ve la copresidencia como una materialización del refrán la unión hace la fuerza. Él está convencido de que juntos son mejores.
La llegada al máximo cargo ejecutivo coincidió con la intensificación de la expansión de la compañía, especialmente hacia América Latina, que se resintió en 2011, en plena crisis. Barceló tuvo que enfrentarse al cierre de hoteles que no eran rentables. En 2015, ya superada la recesión, reiniciaron el crecimiento.
Pero antes de llegar a la presidencia del grupo, incluso antes de cruzar la puerta del imperio que montó su bisabuelo cuando España era una república y que comenzó como una empresa de autocares, Barceló estudio derecho en la Universidad de las Islas Baleares y tuvo una fugaz carrera en la política.
En 1989, con apenas 23 años, Barceló se convirtió en senador por Mallorca del Partido Popular, cargo que ostentó hasta 1993 cuando la fuerza del apellido le llevó a formar filas en el negocio. Aunque tiene cierto interés por lo público, no se plantea volver a la política cuando se retire.
Barceló dijo en una ocasión que de su padre había heredado la responsabilidad; cuentan personas de su entorno profesional que su confianza en el asociacionismo empresarial también es parte del legado paterno. Prueba de ello son los años que dedicó a diferentes instituciones como Exceltur, que presidió desde 2003 a 2006; el Instituto de la Empresa Familiar, donde ocupó la presidencia desde 2008 a 2010, o el Consejo Empresarial por la Competitividad, al que estuvo estrechamente ligado.
Simón Pedro Barceló casi siempre lleva camisa blanca con sus trajes, le gusta la música clásica, el piano y el fútbol. Muy aficionado a este deporte, fue vicepresidente del Real Club Deportivo Mallorca, al que junto con otros empresarios dio un poco de aire cuando atravesó momentos económicos complicados.
Es equilibrado y moderado hasta en el fervor futbolístico. Aunque su entorno apunta a que es del Barça, huye del radicalismo y, según fuentes cercanas, nada le impide disfrutar de un partido del Real Madrid en el Bernabéu.
Algunos periodistas que han cubierto durante años información turística aseguran que es un hombre de trabajar mucho y mostrarse poco. Algo que se hizo patente en 2008, cuando un conflicto con el Gobierno de Nicaragua puso en peligro un complejo turístico del grupo; se solucionó con un acuerdo de cooperación entre ambas instituciones.
Está casado y tiene tres hijos: Marta, la mayor, tiene 20 años y estudia dirección de empresas, Gabriel tiene 17 y Jaime, nueve. Cuando llegue el momento de pasar el testigo, Barceló asegura que les dará las mismas opciones que le ofrecieron a él: el negocio familiar es una posibilidad, no una obligación. Así lo dejó claro en una entrevista en un diario económico.
En su ADN lleva la defensa de los valores en la gestión empresarial y la firme creencia en la importancia de la formación. Entre otros premios, en 2000 recibió el del Emprendedor del año de Ernst & Young, IESEy La Caixa.
El equilibrio entre ambición y reflexión puede hacer que el nieto de aquel conductor de autocares que soñó con un imperio lleve el legado familiar a una posición hegemónica en España.