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¿Cómo queda la banca catalana tras los traslados de sede a otras regiones?

Cataluña se queda sin ningún gran brazo financiero domiciliado en la región El sector viene disputándose una plaza que genera el 18% del negocio nacional

El sector financiero ante el desafío independentista
Belén Trincado
Juande Portillo

La posibilidad de trasladar la sede social fuera de Cataluña ante la creciente presión del pulso secesionista venía siendo una pregunta recurrente en las presentaciones de resultados trimestrales de los bancos catalanes desde hace ya años.

Pese a la certeza de que, más allá de las respuestas prudentes y los llamamientos al entendimiento que ofrecían estas entidades, también contaban con planes de contingencia para hacer frente a un brusco giro de los acontecimientos, nadie parecía esperar que llegaran a ponerse en marcha.

La consumación del traslado de Banco Sabadell a Alicante, y el previsible movimiento de CaixaBank hoy hacia Baleares, supone un cambio de paradigma en la relación del sector financiero español con Cataluña. Una comunidad que aporta al sector cerca del 18% del negocio nacional pero que viene siendo fuente de una inusitada inquietud.

Con todo, la decisión de Sabadell –y la que se prevé que tome hoy CaixaBank– se enmarca en el doble objetivo de evitar el severo castigo bursátil sufrido desde el referéndum el 1 de Octubre y en la búsqueda de seguridad jurídica para clientes e inversores, a los que se manda el mensaje de que incluso ante una declaración unilateral de independencia de Cataluña, la entidad tendrá acceso a la liquidez del Banco Central Europeo.

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Otra cosa es que el paso permita evitar la fuga de depositantes que fuentes del sector financiero aseguran que se está produciendo, pues en un terreno tan politizado, mantener a unos puede suponer perder a otros. La CUP ya pedía este jueves un boicot a BBVA, Sabadell y CaixaBank, las tres entidades de referencia con las que trabaja la Generalitat.

El movimiento, no obstante, deja sin ningún brazo financiero aparente al territorio ante un eventual proceso de independencia pues la banca tradicional catalana se va o ha sido absorbida por otros, Catalunya Banc y Unnim, en manos de BBVA.

Más allá, el cambio de sede no deja de ser simbólico y España es un país en el que la gran banca tiene su domicilio en provincias. Santander tiene el suyo en la ciudad homónima; BBVA, en Bilbao, al igual que Kutxabank; Bankia, en Valencia; Unicaja, en Málaga; Ibercaja, en Zaragoza y Abanca, en A Coruña.

Solo Bankinter, Liberbank o Evo Banco tienen su sede en Madrid. Y, aunque la provincia de Barcelona quede huérfana de sedes bancarias al final del día –exceptuando las cooperativas Caja de Ingenieros y Arquia, la antigua Caja de Arquitectos–, Cataluña seguirá siendo una región codiciada por los banqueros.

El sector cuenta allí con el 18% de todos los créditos concedidos en España y el 15,2% de los depósitos captados. También sitúa en la región el 14,6% de su menguante red de oficinas tras un baile de fusiones y ajustes en el que nadie quiso perder comba en la plaza.

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