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Tribuna
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Los retos de la financiación alternativa en España

El desarrollo de la industria colectiva es determinante para explicar el alza de demanda de crédito extrabancario

Getty Images

El desarrollo en España de mercados modernos y competitivos, tanto de deuda pública como de bonos corporativos, es una realidad desde hace décadas y un mecanismo esencial para el normal funcionamiento de la economía española. El desarrollo paralelo de la industria de la inversión colectiva, con el consiguiente flujo de fondos traspasados de los pasivos bancarios a las gestoras de fondos, resulta determinante para explicar el incremento de la demanda de crédito ajeno al circuito bancario. La financiación extrabancaria no es, por tanto, la novedad, sino la tendencia a su generalización extendiéndola al ámbito de la mediana e incluso pequeña empresa.

Por tanto, es razonable pensar que en España, sobre todo como consecuencia de las limitaciones regulatorias a la asunción de riesgos y plazos que se imponen a la banca, la financiación del crecimiento de las compañías tienda a concretarse en emisiones de bonos, préstamos en directo (direct lending), bonos de titulización, financiación crowdlending, etc. Y por supuesto, vía captación de capital en los mercados (operaciones de private equity, salidas a Bolsa, crowdfunding, etc). Por último, sería residual la apelación de las compañías al crédito bancario para financiarse a largo plazo.

A la inversa ocurriría con la financiación de las necesidades de circulante de las compañías. En este caso, el crédito bancario tenderá a ser la primera opción, siendo residual las alternativas que ofrece el mercado de capitales, como son las emisiones de pagarés, bonos de titulización, direct lending con fondos especializados, la financiación crowdlending, etc.

Dicho lo anterior, debemos reconocer que existen ciertos retos para acelerar el desarrollo de todos estos mecanismos. Por parte del regulador, sería aconsejable profundizar en el desarrollo legislativo de algunos canales de financiación para dotarles de la mayor cobertura jurídica posible. En lo que al MARF se refiere, sería también aconsejable que, junto con las entidades miembros del mismo y los asesores registrados del mercado, se trabaje en mejorar la documentación de las emisiones para así acceder a una mayor base inversora sobre todo de carácter internacional. En este sentido, se ha avanzado algo desde las primeras emisiones, e incluso alguna, con el objetivo de hacerla más atractiva para el inversor internacional, se ha lanzado sujeta a legislación inglesa. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer.

En general, los coordinadores de las operaciones deberían tender a estandarizar todos los procedimientos con los comunes en el euromercado, desde el clausulado de los contratos, a las agencias de rating o las auditoras con las que el inversor internacional se siente cómodo. Todo ello contribuirá a homologar en la medida de lo posible los estándares MARF a los del euromercado, permitiendo una mayor demanda internacional en las emisiones y siempre con el difícil equilibrio de mantener las prioridades de simplicidad y abaratamiento en costes.

Otro reto para el mercado es promover la liquidez de las emisiones. No es un reto menor, pues como es conocido, la actividad de market making no vive precisamente su mejor momento. Este es un debate que hoy en día es extrapolable a todo el mercado de bonos high yield y en particular para el MARF.

Por el lado inversor, también existen otros desafíos muy interesantes. La financiación extrabancaria plantea nuevos retos a los inversores institucionales excesivamente acostumbrados a operar en el contexto del investment grade. El trasvase de la financiación bancaria a la financiación en el mercado exige de los inversores institucionales un mayor esfuerzo en el análisis del crédito. Otro reto, por lo tanto, que se plantea a los inversores es reforzar los equipos de riesgos y su capacidad de analizar el crédito.

En definitiva, podemos concluir que la financiación extrabancaria en sus distintas manifestaciones es hoy en día una realidad cada vez más accesible a un mayor número de pequeñas y medianas empresas en España. Aunque su desarrollo en los próximos años parece un proceso imparable, probablemente aún estemos tan solo viviendo sus comienzos.

Federico Silva es director de renta fija de BEKA Finance.

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