El estilo de gestión no es clave... la rentabilidad sí
A la hora de invertir es mejor combinar diferentes criterios que decantarse por un único factor
Pequeñas o grandes compañías, valor o crecimiento, calidad o momento, acciones de alto dividendo o de baja volatilidad. ¿Qué factores o estilos de gestión ofrecen mejores rendimientos o mayor seguridad?
Últimamente parece estar de moda, aunque no es novedosa, la gestión por factores. Hay quien la llama gestión por estilos y en gestión pasiva Smart Beta. Se llame como se llame, lo que tiene relevancia en mi opinión es saber qué factores o estilos de gestión brindan resultados superiores en rentabilidad o disminuyen el riesgo.
Teorías para batir al mercado se estudian en el mundo académico desde hace muchos años y se vienen utilizando en la industria de gestión desde hace incluso más tiempo.
En 1992, Fama y French publicaron un estudio con la conclusión de haber invertido durante 25 años, cada año, en el 30% de las acciones más baratas (medido por su valor en libros). El resultado había sido una rentabilidad anualizada un 6% mayor que si hubieran invertido en las más caras. Podríamos decir que nació el factor valor implementado de forma pasiva. Muchos años antes, desde Wall Street, el valor había sido defendido por el que es considerado el padre de la inversión en valor y mentor de Warren Buffet, Benjamin Graham, que ya en 1949 había publicado El inversor inteligente.
Si tomamos los últimos diez años del índice, tal y como lo diseñaron Fama y French (se puede consultar en Morningstar Direct), el resultado es a favor del crecimiento por un diferencia de rentabilidad anualizada del 5%. La diferencia en rentabilidad anualizada puede parecer pequeña, pero capitalizada es más de un 60%.
El inversor inteligente, además de resultarme un ladrillo, creo que no ayuda a un inversor particular. Para mí es como si alguien que le duele algo se lee el vademécum, yo pienso que es mejor que vaya al médico.
Fama y French también estudiaron el efecto tamaño. Este factor es bastante consistente en el largo plazo. En ciclos de 20 años las pequeñas compañías obtienen casi siempre mayores rentabilidades.
Otro factor analizado más recientemente (los ordenadores y el acceso a datos facilita analizar cualquier cosa que se nos ocurra) es la mayor eficiencia en términos de relación rentabilidad-riesgo de la inversión en las acciones menos volátiles. Los estudios muestran que invertir en las acciones con menos variaciones es mejor en relación al riesgo, en contra de la lógica de que el riego debe ser recompensado proporcionalmente. Este estilo de compañías suele quedarse por detrás del mercado en momentos muy alcistas y no evita las caídas, pero las suelen suavizar, aunque no siempre. Lamentablemente, no todos los fondos con este enfoque lo hacen igual de bien.
Un factor que atrae mucho a los inversores son los dividendos. Algunos afirman que invertir en este tipo de compañías se traduce en rentabilidades superiores y en una mayor seguridad, porque al menos recibes el pago de dividendos. Pero aunque parece lógico, no he encontrado evidencia empírica de que esta teoría funcione de forma generalizada y sí he visto ejemplos de lo contrario. Pongamos un caso familiar: en la última década el Ibex-35 ha ofrecido una rentabilidad media por dividendo del 5% frente al 2,3% del S&P 500, pero su rentabilidad total es muy inferior, 15% mientras que el americano ha doblado. Tampoco ha servido para reducir el riesgo en este caso, tanto la volatilidad como las máximas caídas han sido mucho mayores en nuestro mercado. Otro ejemplo es la diferencia entre sectores. La biotecnología ha distribuido dividendos en los últimos diez años por una media que no llega al 1% y el sector de servicios públicos por más de un 4% y, sin embargo, la biotecnología multiplica por cuatro y las “utilities” acumulan poco más de un 50% de rentabilidad. En este caso la volatilidad de los servicios públicos sí es bastante menor.
A pesar de estos ejemplos, que pretenden ser ilustrativos del peligro de invertir atraídos por un mensaje sencillo que suena bien, tengo que decir que hay fondos que invierten con esta filosofía y obtienen muy buenos resultados.
El momentum: comprar las acciones que más han subido en los últimos meses (cada gestora lo puede definir de forma diferente) y la calidad, comprar acciones con estados financieros saneados o algún otro ratio que a criterio del gestor suponga mayor calidad, son otros factores que se están implementando en la gestión con diferentes resultados.
Algunos factores parece que funcionan en el largo plazo (tamaño, volatilidad...). En el corto plazo influye mucho el azar (salvo tras una fuerte corrección donde la probabilidad de que suba lo que más ha caído es mayor). Un factor por sí solo no garantiza nada, es mejor combinarlos. No se deje llevar por mensajes que le suenen bien, compruebe que funcionan. Diversifique por estilos y gestoras.
Marta Díaz-Bajo es directora de Análisis de Fondos de atl Capital