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Tribuna
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La apuesta tributaria de Trump

Eliminando los elementos regresivos, la reforma del presidente podría mejorar el sistema fiscal

El secretario del Tesoro de EE UU, Steve Mnuchin.
El secretario del Tesoro de EE UU, Steve Mnuchin.EFE

Por primera vez desde la elección de Donald Trump, su partido y los demócratas en el Congreso han alcanzado un acuerdo sustancial. La incapacidad de aprobar un presupuesto por las divergencias entre el presidente y el Congreso o entre los republicanos y demócratas se ha remediado en los últimos años con prórrogas del presupuesto existente y hasta provocó un humillante cierre del Gobierno federal en octubre de 2013.

En los próximos días se concretará el principio de acuerdo que prorroga el presupuesto hasta octubre (inicio del año fiscal) y permitirá a Trump presentar su proyecto de presupuesto para 2018. La Casa Blanca y los republicanos han aceptado un aumento menor del que deseaban para defensa (12.500 millones de dólares en lugar de 30.000 millones) y mantener la financiación para diversos ministerios y programas que Trump quería eliminar o recortar. El líder de los demócratas en el Senado puede presumir de haber defendido los niveles de financiación para educación, ayuda al desarrollo, investigación médica, la agencia de protección medioambiental (EPA), el programa que facilita el aborto y la exploración espacial sin conceder un céntimo para el muro con México.

Los demócratas están en minoría en el Senado (48 frente a 52) y más ampliamente en la Cámara de Representantes. Pero el proyecto de presupuesto presentado por Trump era políticamente tóxico. Pretendía aumentar el gasto en defensa mediante recortes en ministerios y programas populares como el que da cobertura médica a los pobres y fondos para el Instituto Nacional de Investigación Médica.

La mayoría republicana ya rechazó la propuesta del presidente para sustituir el programa de cobertura médica aprobado bajo Obama. De forma parecida, los líderes republicanos no han querido recortar programas populares ni forzar otro cierre de las actividades del Gobierno. Pero el acuerdo para prorrogar el presupuesto ha sido fácil de lograr en comparación con la gran apuesta de reforma tributaria que pretende el secretario del Tesoro, Steven Mnuchin.

EE UU tiene un impuesto de sociedades del 35% (el tipo real es entre 20% y 25%) y grava los beneficios de las empresas cuando son repatriados, lo que ha propiciado que mantengan un billón de dólares en otros países para evitar pagar dicho gravamen. El plan de Mnuchin reduciría este impuesto al 15% y concedería a las empresas que repatríen beneficios una amnistía. También simplificaría el sistema tributario recortando el número de tramos del impuesto sobre la renta a seis. Aunque doblaría el mínimo exento para rentas del trabajo, el proyecto es regresivo: rebaja el tipo máximo del impuesto sobre la renta del 39% al 36,5% y elimina el de sucesiones. También pretende aplicar el 15% del impuesto de sociedades a un conjunto de empresas que ya se acogen a figuras jurídicas del sistema tributario para cotizar sus beneficios como rentas de trabajo. De los 33 millones de empresas que existen en EE UU, 31 millones ya consiguen que sus beneficios –el 50% del total– tributen como renta. Son pequeños comercios, empresas unipersonales, empresas privadas con menos de 100 accionistas, fideicomisos de inversión inmobiliaria y fondos de cobertura.

Mnuchin tampoco ha aclarado qué deducciones eliminará, y la que permite desgravar el pago de intereses es especialmente perniciosa. Los defensores de dicha reforma argumentan que con un crecimiento del 4% del PIB (muy improbable), la repatriación por amnistía y la ampliación de la base imponible evitarán un aumento del déficit. Pero incluso los republicanos deseosos de reducir impuestos descartan dichas proyecciones, aunque quieren enmendar la reforma en el Congreso.

Trump quiere invertir un billón de dólares y generar empleo con la modernización y ampliación de las envejecidas infraestructuras de transporte y energéticas. Si los republicanos moderados y demócratas consiguen convencerle para que elimine los elementos regresivos del proyecto, el magnate neoyorquino podría simplificar y mejorar el sistema fiscal, además de atraer parte del billón en beneficios aparcado en otros países. Los inversores y las Bolsas mantienen su tónica alcista porque aún confían que el Congreso aprobará una reforma fiscal. Es la apuesta del trillón.

Alexandre Muns es profesor de OBS Business School.

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