«SELL AMERICAN, FIRE AMERICAN».- Aquí todos estamos en transición. Unos, en los 1980, fantasearon con transicionar a una sociedad en la que todos seríamos capitalistitas y viviríamos combinando rentas productivas —Trabajo & Empresa— con rentas «aproductivas» hipertróficas —inmobiliarias, pensiones de lujo, rentas financieras fijas y supersalarios—; rentas que se generarían mágicamente por cosas que ellos creen que son Capital —respectivamente, ladrillos, toda-una-vida-trabajando, toda-una-vida-ahorrando y talento—; pero que, en realidad, son solo rentas sustraídas del Trabajo & Empresa de sus propios hijos. Al principio, la parida funcionó bien porque todos tenían comprados sus pisitos a su valor, la demografía ayudaba a pagar la factura de las pensiones de lujo, el iceberg deflacionario solo apuntaba y permitía tener un buen nivel de tipos de interés, no eran tan extravagantes los salarios de los trabajadores-directivos y, lo más importante, la tecnología y la globalización no eran lo que son hoy. La primera alza explosiva (1986-1989) fue una orgía y los usureros se aprestaron para descontar el futuro «todocapitalistita» haciéndote pagar fortunas por tu vivienda básica —que no vale nada— y aceptar salarios y beneficios empresariales ínfimos, incluso por debajo del nivel de subsistencia. Ahora, el futuro ha llegado. ¿Dónde están las rentas aproductivas prometidas? Los que no creímos en semejante sandez estamos comprometidos con el Capital para salir del estrangulamiento financiero en el que ha caído el sistema capitalista con tanta fantasía animada de ayer y hoy popularcapitalista, ayudándole a hacer transicionar este bodrio hacia un nuevo modelo, que llamamos Era Cero. El mantra trumpiano «buy american, hire american» —compra americano, contrata americano— sintetiza la mentalidad transicionista inmobiliario-terruñística de los capitalistitas ochenteros, cuyo odio al dinero —la cara oculta del amor al ladrillo— les impide ver que el imperialismo hoy es financiero y consiste en que EEUU fabrica la moneda mundial. Nunca se atreverán a decir que su ideal es la economía proteccionista, intervencionista y nacionalista; sino que se ven obligados a ejecutarla transitoriamente, y con mano-dura —Dictadura del Ladrillariado—, porque tú te niegas a obedecer los mandamientos del Consenso de Washington:
https://en.wikipedia.org/wiki/Washington_Consensus Pero proclamar «buy american, hire american» significa aceptar implícitamente que los demás proclamemos, por reciprocidad:- que cada cual compre lo suyo y contrate a los suyos; y, también,- «sell american, fire american». El todos capitalistitas de los 1980, cuya guinda es la sobrevaloración inmobiliaria, está mostrando en los 2010, su cara más siniestra en forma de ola global de proteccionismo-intervencionismo-nacionalismo. Los brexitrumpers, van muy en serio, señores, aunque se cachondeen, perdón por la expresión —cfr. Trump, en el coche oficial, ensayando los gestos amanerados de su discurso ante el Congreso, al lado de Melania, tronchándose de la risa—. No son meros reaccionarios que ansían reinstaurar el pasado. Su pasado nunca existió. En el mejor de los casos, el pasado a reeditar serían solo elementos del esclavismo, del feudalismo y del mercantilismo. Siempre han estado en transición, funesta, pero transición al fin y al cabo, hacia su anticapitalista todos capitalistitas. Ahora ven peligrar su sueño delirante y traicionan al sistema capitalista amparados en el fundamentalismo democrático, poniendo a votar —el supuesto «derecho a decidir»— a las mayorías naturales resentidas, esclavizadas por el pacto fáustico popularcapitalista. Estamos asustadísimos. La sociedad capitalista está infestada de popularcapitalismo. Estamos perdiendo la fe en la capacidad de regeneración del sistema. Podría estar incubándose, en Occidente, un colapso de verdad, como leemos en los medios de comunicación rusos y chinos. Quizá los mercados cambiarios estén actuando con más sentido común del que parece, retirándose a un discreto segundo plano, conspirando para alcanzar su propia versión de la Era Cero —en su caso, DIFERENCIAL CERO o Era Cambiaria Uno—, para que los residentes en los países de sistema capitalista tomemos conciencia del desequilibrio de precios relativos en que nos ha metido la burbuja popularcapitalista. Escribimos esto porque se diría que los gráficos de tipos de cambio desde 1999 convergen a:1 USD = 1 EUR = 100 JPY = 1 CHF = 1 GBP Para entender la dinámica de los tipos de cambio nunca hay que olvidar que, hoy en día, los intercambios internacionales se resumen muy sintéticamente en que los EEUU producen dólares norteamericanos y los demás producimos lo que puede ser comprado con ellos. EEUU exporta su moneda. Los demás exportamos para obtener dólares norteamericanos con que honrar nuestras obligaciones internacionales —endeudamiento, petróleo, etc.—. Entre estas obligaciones está defender el valor de nuestras propias monedas: tenemos que amasar reservas de dólares norteamericanos para garantizar la estabilidad del precio de nuestra moneda como divisa. La competición internacional por acaparar dólares norteamericanos —en general, de activos denominados en ellos— se recrudece si se descuenta un escenario internacional de escasez relativa de los mismos. Esto es a lo que llamamos Efecto Tres Estrellas: los restoranes de tres estrellas se llenan si flaquean los demás. El Efecto tres Estrellas no es más que una manifestación del fenómeno conocido como Hegemonía Dólar: las razones empotradas en la arquitectura financiera internacional que determinan la fortaleza crónica del dólar norteamericano. Fíjense en lo locos que se pueden volver los nuevos gestores de EEUU cuando vean que, a pesar de las salvajadas fiscales que van a perpetrar, el dólar no solo no se deprecia, sino que se aprecia más, conforme los demás vayámonos hundiendo en la miseria; entonces, la soberbia les hará verse obligados a intensificar las salvajadas mismas, porque, no les quepa la menor duda, nunca desinflamarán lo suyo, que muy en síntesis, son los inmuebles —no es gratuito que Trump sea un magnate inmobiliario—. La libra esterlina se está depreciando, primero, porque no es el dólar norteamericano y le pasa lo que nos está pasando a todos ante la apreciación de éste; pero, en segundo lugar, se deprecia porque el Reino Unido ha adoptado el proteccionismo-intervencionismo-nacionalismo y se dispone a inflacionarse para resguardar su sobrevaloración inmobiliaria y de rentas popularcapitalistas en general. Habría, pues, dos tramos en la depreciación de la libra esterlina. Todo país, que no poseyendo una moneda protagonista internacionalmente, adopte esta actitud sufrirá una exacerbación de la depreciación de su moneda respecto del dólar norteamericano y, con ella, acabará llegando la peor inflación posible, de costes de aprovisionamientos internacionales, la más destructiva para el Capital. Para salvarse, los pisitófilo-creditófagos norteamericanos están destruyéndonos a los demás. Es importante recordar aquí que no estamos ante la caída del imperio, sino solo ante la de un modelo dentro del imperio. Está clara la oportunidad que tiene el euro: intentar ocupar el terreno que va a perder el dólar norteamericano como moneda internacional por causa del proteccionismo-intervencionismo-nacionalismo en el que EEUU ha tropezado por causa de las contradicciones popularcapitalistas; pérdida de terreno que, paradójicamente, se ve en la apreciación irracional actual del dólar norteamericano, toda vez que no es sino el descuento, por los mercados, del futuro más incierto del que se tiene noticia en la Historia Económica, por causa de unas impresentables mayorías naturales que no quieren dar su brazo a torcer en materia de rentitas aproductivas. Qué error más grande son el brexit y Trump. ¡Qué asustados estamos, Dios mío! Gracias por leernos. PS: La ventaja que tiene no ser economista académico es poder pensar fuera de la estrechez «leydeofertademandista».