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Salida del Reino Unido

Theresa May desafía a la UE con un 'brexit' tajante y sin concesiones

La primera ministra anuncia la salida de la UE, del mercado único y de la unión aduanera El ala euroescéptica del Gobierno británico se impone y logra un 'brexit' drástico Rajoy dice que no es posible disociar las libertades en la UE -personas, capitales, mercancías y servicios-

En apenas 24 horas, la Unión Europea ha sufrido el despreciativo ataque del próximo presidente de EE UU, Donald Trump, y el claro desafío de la primera ministra británica, Theresa May. El nuevo inquilino de la Casa Blanca describía el lunes el brexit como la primera ruptura de un club que, a su juicio, sufrirá muchas otras porque sólo sirve para  los intereses de Alemania.

May no ha ido tan lejos como el magnate estadounidense. Pero este martes se atrevió a exigir a sus 27 socios europeos un acuerdo de salida a la medida de Londres para garantizar la prosperidad “de un Reino Unido más fuerte”.

Las dos embestidas sorprendieron a las instituciones europeas en sus ocupaciones burocráticas habituales (como revisar por enésima vez las décimas del proyecto de Presupuestos de España) o en sus rifirrafes políticos de andar por casa (como la elección de un cargo casi simbólico como la presidencia del Parlamento Europeo).

Como en el caso de Trump, la primera respuesta a Londres tuvo que llegar desde Alemania y desde algunos países del Este, que pueden verse seriamente afectados por el anuncio de May de un brexit total con estrictos límites a la inmigración.

España se juega un superávit de 5.000 millones de euros, 15 millones de turistas británcios y la vía de escape para miles de parados españoles

“Ni pertenencia parcial a la UE, ni acuerdo de asociación ni nada que nos deje medio dentro y medio fuera”. La primera ministra británica, Theresa May, ha zanjado hoy con estas palabras siete meses de debate sobre el brexit que cabe esperar tras el referéndum del pasado 23 de junio.

May ha dejado claro que, tal y como exige el ala euroescéptica de su Gobierno, Reino Unido saldrá de la UE, abandonará el mercado único e incluso la unión aduanera. Londres, según May, negociará un brexit total, que convertirá al Reino Unido en un país tercero tan ajeno a la UE como EE UU, Canadá o China.

A pesar de ese portazo, May exige a Bruselas una negociación de terciopelo, que a partir de marzo y en sólo dos años establezca una relación especial y exclusiva entre la UE y Reino Unido, con acuerdos específicos para áreas tan diversas como los servicios financieros (con el objetivo de que la City londinense siga siendo el principal centro financiero de la zona euro), la cooperación judicial y policial o los acuerdos aduaneros necesarios para mantener unos flujos comerciales entre la isla y el continente que ascienden a más de 480.000 millones de euros al año.

La primera ministra advirtió a sus pronto ex socios europeos que si el acuerdo no resulta favorable a los intereses británicos Londres responderá con represalias fiscales -“unos impuestos a tipos competitivos”-, barreras comerciales -”que pondrían en riesgo exportaciones europeas a Gran Bretaña valoradas en 290.000 millones de libras al año”-, frenos a la libre circulación de capitales -”lo que dañaría a las inversiones de empresas europeas, valoradas en más de medio billón de libras”-  y hasta “en la pérdida de acceso a la City londinense para las compañías europeas”.

Desafiante

May lanzó el guante en un esperado discurso en la Lancaster House de Londres (edificio del Foreign Office) ante los embajadores de los socios europeos en Reino Unido. Los diplomáticos, que esperaban desde hace meses que Downing Street concretase sus intenciones sobre el

brexit, pudieron escuchar en directo un desafío en toda regla que pretende colocar a la UE entre la espada de un acuerdo favorable a Londres y la pared de un período indefinido de incertidumbre que paralice y gangrene al club europeo.

“Antes que un mal acuerdo preferimos que no haya acuerdo”, advirtió May a los diplomáticos. Sin pacto, la UE debería elegir entre una abrupta salida del Reino Unido en 2019, lo que podría dañar gravemente las relaciones entre ambas partes, o mantener al socio saliente en el club hasta que Londres considere aceptable el acuerdo.

La primera ministra también advirtió contra la tentación de algunos socios europeos, encabezados por Francia, de utilizar las negociaciones para dar un escarmiento a las formaciones políticas que

en otros países defienden la salida de la UE o del Euro, como el Frente Nacional francés, el Movimiento 5 Estrellas italiano o el Partido de la Libertad holandés.

“Debo ser clara”, señaló May. “Gran Bretaña quiere seguir siendo un buen amigo y vecino de Europa, pero sé que algunas voces piden un acuerdo punitivo para disuadir a otros países de seguir el mismo camino. Sería un calamitoso acto autopunitivo por parte de Europa y no sería un acto amistoso”.

May recordó los ingentes intereses europeos en Reino Unido y las estrechas relaciones comerciales, que en bienes arrojan un superávit de más de 100.000 millones de euros a favor del continente. “No creo que los líderes europeos le vayan a decir a los exportadores alemanes, a los agricultores franceses, a los pescadores españoles o a los jóvenes parados de la zona euro, que van a ser más pobres con el único objetivo de castigar a Gran Bretaña y hacer un gesto político”.

El discurso de May provocó reacciones inmediatas en varias capitales europeas y dentro del Reino Unido. En Edimburgo, la primera ministra escocesa, Nicola Sturgeon, señaló que la apuesta de Downing Street por un drástico brexit hace “más probable” la convocatoria de un nuevo

referéndum para la independencia de Escocia.

En la UE, la respuesta llegó desde Berlín, con un medido comunicado del ministro alemán de Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, quien agradeció que “la primera ministra haya arrojado por fin un poco de claridad sobre los planes británicos”. Alemania, que hoy tiene previsto votar su posición negociadora en el comité parlamentario sobre el brexit, defenderá la integridad del mercado interior, señaló Steinmeier en un comunicado.

En los países de Europa del Este, causó cierto estupor la intención de Londres de lograr un acuerdo para acceder sin cortapisas a la mayor parte del mercado europeo al mismo tiempo que limita la entrada de trabajadores europeos en su territorio.

“¿Cuál es la contrapartida [de Londres] por tantas concesiones?”, se preguntaba el secretario de Estado de asuntos europeos de la República checa, Tomas Prouza. El llamado grupo de Visegrado (Polonia, Hungría, República checa y Eslovaquia) teme el cierre del mercado laboral británico, donde trabajan casi 900.000 polacos, 85.000 húngaros, 79.000 eslovacos y 37.000 checos, según datos recogidos por el instituto Jacques Delors.

En el caso de Polonia, por ejemplo, esos emigrantes remiten a su país de origen más de 1.200 millones de euros al año. En un sector como la construcción, el 50% de los trabajadores en Londres son de origen extranjero.

Por su parte, el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, respondió  a la primera ministra de Reino Unido, Theresa May, que la Unión Europea no permitirá que su país fragmente las libertades de circulación para permitir unas y no otras. En la rueda de prensa en el Senado tras finalizar la reunión de la Conferencia de Presidentes, Rajoy ha advertido de que “no se pueden disociar” las cuatro libertades que conllevan la pertenencia a la UE -personas, capitales, mercancías y servicios-. Rajoy ha recordado que los estados de la UE empezarán a negociar con el Reino Unido cuando los británicos “digan formalmente” ante Bruselas que quieren dejar la Unión, aunque ha subrayado que la idea es mantener con ese país una relación “lo más intensa posible”.

Ha advertido en cualquier caso de que la posición de la UE es clara, y no se pueden disociar las cuatro libertades que conlleva cuando se es miembro.

“Las cuatro libertades van juntas, y no vale decir me quedo solo con la libre circulación pero no con otra de ellas”, ha dicho Rajoy, quien en cualquier caso ha subrayado que los británicos no han dicho aún “qué tipo de relación quieren”.

Será el Reino Unido quien deba hacer este planteamiento, ha dicho Rajoy, que en cualquier caso ha insistido en la “firme voluntad” de los Estados de la UE de “no dividir las cuatro libertades”. Ha reiterado que la disposición es la de tener un entendimiento bueno, y habrá que esperar a saber si los británicos quieren un modelo como el de Suiza, Noruega o Canadá, u otro distinto

 Las exportaciones españolas al Reino Unido se han disparado desde 2009 (hasta los 15.000 millones de euros), con un superávit comercial de 5.000 millones, y el 21,6% de los turistas extranjeros son británicos. Además, miles de españoles han buscado trabajo en las islas británicas, una  vía de escape al paro nacional que puede cerrarse en breve.

“Seguiremos atrayendo a los más brillantes y a los mejores”, señaló May en su discurso como presunta prueba de que el país seguirá abierto a la inmigración. “Pero el mensaje de la opinión pública antes y durante la campaña del referéndum fue claro: debemos controlar el número de gente que viene a Gran Bretaña desde Europa y eso es lo que vamos a hacer”, añadió la primera ministra.

Para poder imponer esos controles, Londres acepta abandonar de manera definitiva el mercado único europeo, un espacio económico de 500 millones de consumidores que se puso en marcha en 1986 y se dio por concluido en 1993. Bruselas asegura que, en su momento, la supresión de barreras legales y técnicas sin barreras legales que afectaban al comercio transfronterizo supuso un ahorro de unos 200.000 millones de euros. Pero May interpreta que el Reino Unido puede arriesgarse a peder tamaño mercado.

Grandes daños colaterales si la negociación se tuerce

La primera ministra británica, Theresa May,  hizo ayer un largo listado de posible represalias económicas contra la UE si el acuerdo sobre el brexit se tuerce. Pero evitó mencionar las graves consecuencias que también tendría una brusca ruptura para el Reino Unido. En exportaciones de bienes, los 27 socios de la UE se juegan un descomunal superávit comercial de 149.000 millones de euros, según datos de Eurostat para 2015. Pero la industria británica es más dependiente del mercado continental que a la inversa. El 44% de las exportaciones británicas tienen como destino el resto de la UE, mientras que sólo el 10% de las exportaciones de los 27 se dirigen hacia la isla. Reino Unido se juega además un importante superávit en el sector servicios, donde cuenta con unas exportacioens hacia la UE de 123.000 millones de euros frente a unas importaciones de 94.000 millones. Londres podría compensar en parte la pérdida en Europa gracias a su internacionalización. El 57% de sus ingresos por exportaciones en servicios dependen de países no europeos, el porcentaje más alto entre las grandes economías del club. Pero una ruptura a las malas pondría en peligro el futuro de la City, principal centro financiero de la zona euro. El 75% de las operaciones internacionales en euros se liquidan en Londres. Y sólo en el sector de las cámaras de compensación, la City se juega más de 84.000 puestos de trabajo. Sin duda, May conoce todos esos riesgos. Pero en el arranque de la negociación ha prefiere ignorarlos para asustar al contrario.

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