El automóvil entra en 2017 acelerando
Los estudios fijan su punto de mira en Europa como el área que debe liderar este cambio
La economía moderna transita en el cambio permanente, su primera característica. Ningún sector y ninguna empresa pueden asegurar su futuro si no están atento a novedades permanentes, y eso en todos los ámbitos, desde el financiero al productivo, desde el laboral al de gestión de las comunicaciones, la sostenibilidad o la relación con el entorno. Serán aquellos que acierten en esa estrategia del cambio perenne, los que vean el presente como mera transición al futuro, los que, en fin, tengan la innovación como bandera, los que más posibilidades atesoren para perdurar.
Si hay un sector con origen tradicional pero abocado a ese cambio permanente es el del automóvil, que además de en todos los frentes que afectan a la industria manufacturera en general esta inmerso en un intenso debate sobre cuál será la tecnología dominante del futuro de la movilidad. En este campo, el coche eléctrico aparece como opción clara y en crecimiento acelerado, pero lejos aún de las previsiones realizadas hace una década. El motor de explosión mantiene su dominio a la espera de que se despejen importantes incógnitas para el avance del coche eléctrico. Y ello, en plena presión contra el diésel, el combustible más consumido en la UE, y su fuerte impacto ambiental, de la que las restricciones aplicadas estos días en Madrid son solo una señal. La industria renueva esfuerzos de innovación, desde el vehículo híbrido al autónomo o al conectado, pasando por nuevas fórmulas de uso que ponen en cuestión el coche en propiedad tradicional. En cuanto a las tecnologías, las perspectivas más realistas señalan un futuro próximo de convivencia entre limpias y tradicionales más eficientes. Los estudios fijan su punto de mira en Europa como el área que debe liderar este cambio, gracias a un más claro respaldo político a las nuevas formas de forma de movilidad, y más ante la llegada al poder en EE UU de un presidente que ve el cambio climático como “un invento de los chinos”.
En ese marco se debe mover con agilidad la industria española, que ha completado este año un muy buen ejercicio de recuperación y afronta 2017 con optimismo, tanto en términos de mercado interior (hacia los 1,2 millones de matriculaciones ) como de producción (a por tres millones de unidades, pero con un objetivo mucho más ambicioso). La adjudicación de nuevos modelos a las plantas españolas pone de manifiesto la confianza de los grandes grupos en España. Algo que se explica por una elevada calidad, sostenida en el tiempo, de los procesos en sus plantas y en la industria auxiliar local. También es decisiva la continuidad del buen clima laboral, con la flexibilidad que requiere una industria obligada a ajustarse a una demanda fluctuante. Esa demanda exterior, especialmente del mercado europeo y con el brexit como amenaza, será clave en el desarrollo del sector, igual que el crecimiento en destinos como China.