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El Foco
Tribuna
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Alfabetizar en comunicación digital, un reto para el mercado

El cambio en el ecosistema mediático, hábitat poblado de pantallas, repercute también en la revisión de los modos de aprender

Thinkstock

En la sociedad digital, el acceso a la información no es una garantía de que los ciudadanos lleguen al conocimiento. ¿Cuántas veces en una primera y superficial búsqueda en internet nos hemos encontrado después de media hora con una información superflua? Para que se produzca una verdadera apropiación del conocimiento se precisa competencia digital, que significa comprender la red en su doble y recíproca acción: análisis y creación.

La alfabetización digital supera las tradicionales habilidades lectoescritoras, orientadas al desarrollo de las capacidades para codificar, descodificar, comprender y producir diferentes narraciones. Desde una vertiente holística, hay que contemplar también las nuevas posibilidades de participación analítica, crítica, creativa, ética y estética. Ya en la década de los cincuenta, Antoine Vallet acuñó en Francia el concepto de lenguaje total, el cual consiste en estudiar los media desde una perspectiva global que considerara la influencia de los medios audiovisuales en la creación de una nueva gramática y una diferente sintaxis. Esta teoría fue trasladada a América Latina y popularizada por Francisco Gutiérrez en 1975, y allí se consolidó, siendo una de las vertientes de investigación que más ha influido en las corrientes de educación mediática o media literacy de muchos países.

El paso de la cultura impresa a la cultura en red ha provocado la globalización de las comunicaciones y ha impuesto que el modelo educativo tradicional se reformule. La era del predominio de la palabra escrita se caracterizaba por la secuencialidad en el uso del lenguaje verbal, el incentivo en la transmisión de conocimiento individual y la finalidad de la memorización o fijación de contenidos. Sin embargo, en la era digital, en la que nos encontramos, prevalece la lectura simultánea y en paralelo con variados sistemas expresivos, el acceso al conocimiento mediante la conexión en redes.

"En la era digital, prevalece la lectura simultánea y en paralelo con variados sistemas expresivos"

El cambio en el ecosistema mediático, hábitat poblado de pantallas, repercute también en la revisión en los modos de aprender. Las generaciones digitales están acostumbradas a la hiperestimulación sensorial, al ritmo frenético en la secuencia múltiple de mensajes que perciben, al zapping en todas sus dimensiones y a dosis de hiperpresente en la gratificación del acceso a contenidos.

Un 95% de los españoles suspende en competencias digitales, según una investigación desarrollada por el equipo dirigido por Joan Ferrés. Por ello, hay que abogar por la alfabetización en sentido integral. Como se afronta en el documento de la Organización Mundial de la Salud de 1993, Habilidades para la vida, son varios los ejes que hay que desarrollar en el marco de las dimensiones competenciales.

La primera de estas competencias es la propiamente tecnológica, que entendemos como la capacidad para interactuar con el hardware y el software con intención de explorar sus usos y sus límites. La segunda es la competencia cooperativa y participativa que permite la interacción entre individuos con objetivos comunes y una capacidad para gestión y resolución de conflictos.

La tercera es el consumo y la interacción crítica, que supone la capacidad para valorar la búsqueda, selección, síntesis y distribución de la información, así como el análisis de la validez informativa según la contratación de fuentes, el rigor y el pluralismo informativo.

La cuarta es la gestión de la identidad digital en su complementaridad offline/online, y en su capacidad para construir una identidad en libertad, adoptando diferentes identidades de modo productivo y negociando con la diversidad de identidades en múltiples procesos de construcción.

La quinta competencia es el compromiso cívico y ciudadano, entendida como la capacidad de expresión de ideas, sentimientos y valores en el ámbito privado y en la transición al ámbito público o del propio grupo o colectivo. Finalmente, consideramos una competencia la reutilización o remix, que permite la intertextualidad y la innovación, es una apropiación productiva de ideas, narraciones, experiencias, sensaciones, imágenes, objetos, músicas, detalles de unos y otros, que generan expresiones transmediáticas abiertas y plurales. Es multialfabetización.

Las seis competencias están vinculadas al Factor R-elacional como factor vectorial, con la dimensión cognitiva en cuanto que requiere unos conocimientos, que proporciona la tecnología y sus destrezas, el acceso y el procesamiento de la información; emocional en cuanto facilita la expresión, la comunicación y, por tanto, el reconocimiento social, la asertividad y la vinculación y afiliación con el grupo; y la dimensión social, pues se construye en la interacción, expresión, empatía. El conjunto de afinidades, resueltas y potenciadas desde la asertividad personal y la empatía, permite el trabajo cooperativo.

El Factor R-elacional cuestiona el determinismo de la tecnología y sus tecnoutopías en tres vertientes. Primero, en una relación con la I-nformación, a la que invita al análisis y el pensamiento crítico. Dime dónde pones la cámara y te diré quién eres. En una búsqueda de la información útil y significativa porque las redes sinápticas permiten ese conocimiento conectado.

"Un 95% de los españoles suspende en competencias digitales. Hay que abogar por la alfabetización integral"

Segundo, en una relación con la T-ecnología, para que pueda facilitar, como lo hace en el ocio digital, la expresión de los gustos y necesidades, del valor conversacional, del intercambio, el préstamo, el remix. Y tercero, en una relación con la C-omunicación, demasiado subordinada a la tecnología. Una relación que modifica el feed-back por el feed-feed, tal como señalaron Aparici y Silva en 2012, para construir conocimiento y comunidad desde la mediación y la reciprocidad.

El sistema educativo, en todos los niveles en general, se encuentra a mucha distancia de lo que ocurre en las prácticas digitales cotidianas que realizan los estudiantes, a pesar de los numerosos programas institucionales. Sigue permaneciendo vigente la analogía del retrovisor: mientras que la comunicación digital mira al frente, la escuela sigue mirando a través del espejo retrovisor hacia atrás. Hay que entender que las prácticas y motivaciones de los alumnos han cambiado porque sus usos y consumos en el ocio digital están en las pantallas, con todos los cambios en las formas de aprender que eso conlleva. Todo un reto para el mercado educativo.

Carmen Marta Lazo y José Antonio Gabelas son autores de Comunicación digital. Un modelo basado en el Factor R-elacional.

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