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¿Por qué es obligatorio cambiar la hora en Europa?

Esta noche, los relojes se retrasarán una hora para volver al horario de invierno, GMT+1 en el caso de España. La polémica sobre ese cambio arrecia cada vez más y este año, un país tan ligado a la UE como Turquia ha decidido quedarse de manera perenne con el horario estival. Dentro de la UE, sin embargo, el cambio es obligatorio. ¿Desde cuándo y por que?

Desde hace poco, en realidad. La UE no logró la armonización completa del horario de verano hasta 1996, fijando el último domingo de marzo como la fecha de arranque y el último domingo de octubre como punto final. Y sólo en el año 2000 se convirtieron esos plazos en permanentes y de obligado cumplimiento legal.

Los partidarios de abolir el baile horario achacan esa obligación al afán regulador de los eurócratas de Bruselas. Pero la realidad es algo más compleja.

La Comisión Europea nunca se ha mostrado demasiada entusiasta con el horario de verano (here). Y sus estudios reconocen que el ahorro energético, una de las razones más invocadas para justificar la introducción del horario de verano, "es difícil de cuantificar y en todo caso es relativamente pequeño" (aquí).

¿Por qué es entonces obligatorio cambiar la hora?

La Comisión Europea armonizó la fechas del cambio de horario para garantizar el buen funcionamiento del mercado interior en sectores como el de transporte, logística, energético, etc. Y el calendario se hizo obligatorio para evitar volver al caos de los primeros años del horario de verano.

El adelanto de la hora se estrenó en Italia y Malta hace 50 años, en 1966. Siguieron Reino Unido e Irlanda, en 1970, cuando aún no formaban parte de la Comunidad Económica Europea. Y durante esa década, se sumaron muchos otros países de dentro y fuera de la CEE, como Grecia (1971) España (1974) o Francia (1976) y del antiguo bloque soviético, como Polonia (1977) o Bulgaria (1979).

El problema fue que en cada país el horario empezaba y terminaba en fechas distintas, e incluso cambiaban de un año a otro. La progresiva armonización ayudó a numerosos sectores industriales a realizar una programación estable en todo el territorio comunitario. Y la directiva del año 2000 (aquí) consagró ese modelo y le dio duración indefinida.

Las ventajas económicas, sociales o personales del doble horario son muy discutidas y discutibles. Pero parece haber unanimidad en que, mientras se mantenga, conviene que se aplique por igual en todos los países del mercado interior europeo.

Un reciente estudio encargado por la Comisión (here) muestra que el abandono unilateral del horario de verano por parte de uno o varios de los socios no sería una catástrofe económica pero causaría importantes trastornos en el transporte por carretera, tren y barco y en el sector energético.

Podría contemplarse, sin embargo, que todos los países renunciasen al mismo tiempo al doble horario y regresasen de manera permanente al horario solar que le corresponde a cada uno. Hay movimientos a favor de ese sistema por considerarlo "más natural".

Curiosamente, sin embargo, parece ganar adeptos la tendencia contraria: es decir, la de quedarse con el horario de verano, aunque se supone que es el menos natural de los dos.

Bélgica ya lo sugirió hace una década. En España, Baleares ha expresado este año ese mismo deseo (aquí). Y Turquía, cuyos intereses económicos están estrechamente ligados a la UE, ha decidido que hoy no dará marcha atrás al reloj (here) y se quedará de manera permanente con dos horas más que Bruselas, París o Berlín (y con la misma, por cierto, que Moscú).

El Gobierno español en funciones ha asegurado que la reclamación de Baleares resulta incompatible con la directiva europea. Pero no es incompatible porque su hora se diferencie del resto de España sino porque se pretende mantener todo el año el mismo horario.

La Comisión Europea no fija el estándar horario de cada país, que es una competencia nacional. La prueba está en España que desde 1940 (aquí) se encuentra en el huso horario del centro de Europa aunque por situación geográfica le correspondería retrasar el reloj una hora y sincronizarlo con Londres y Lisboa. La UE actual abarca tres husos horarios y cada país ha optado por el que considera más conveniente.

Bruselas tampoco exige que la hora sea la misma en todo el territorio nacional. Y de nuevo, España sirve como ejemplo, con el reloj de las islas Canarias avanzando con 60 minutos de diferencia respecto al peninsular.

De modo que Baleares, por ejemplo, podría tener una hora más que el resto de España. Pero tendría que ser todo el año, por lo que en verano acabaría con un desfase de tres horas en relación con el sol. Y viviría desincronizada todo el año con su entorno más cercano (el resto de España, Francia, Italia, Alemania) y con los relojes marcando en invierno la misma hora que en Finlandia, Ucrania o Grecia. Y en verano, la misma que en Estambul y Moscu. Es una posibilidad, pero no parece la más natural.

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