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El euro, la deuda y los bancos centrales.

Después de una fuerte volatilidad del EUR/USD tras la reunión del Consejo de Gobierno del BCE (nada extraño pues a eso nos tiene acostumbrados este par), la divisa comunitaria cotiza por debajo de los 1,09 no vistos desde febrero de este año.

Pocas conclusiones de la reunión del BCE ya que en la rueda de prensa posterior, Draghi aclaraba lo que todos intuían: no había habido debate sobre un “tapering” en la actualidad pero que posiblemente si lo habrá en el futuro al adelantar que no habrá un final abrupto del programa de compras de la entidad que preside.

Se salió del guion establecido al concentrar la atención de todos en la próxima reunión del 8 de diciembre del Consejo de Gobierno del BCE, seguida de rueda de prensa de Draghi en el que no solo se publicarían nuevas proyecciones macroeconómicas para la Eurozona sino también, ahí es donde está la novedad, se conocerán las conclusiones del comité sobre el actual programa de compra de bonos (QE). Ello alentó la idea de que el BCE, como se esperaba desde el principio, proyecta ampliar en seis meses el plazo del programa de compras de activos de marzo del 2017. Como ello puede ocurrir en coincidencia con una subida de tipos por parte de la Reserva Federal el 14 de diciembre (con apenas un semana de diferencia) el mensaje divergente puede dañar todavía más la cotización del EUR.

En cualquier caso, la política monetaria de corto plazo está siendo cada vez menos influyente en la determinación del USD-EUR. Lo realmente relevante de ésta es el curso de medio-largo plazo y ahí lo que vemos es un escaso recorrido de subida de tipos por parte de la Reserva Federal y un agotamiento de las potenciales medidas que pueda llevar a cabo el BCE. Bajo este planteamiento consideramos que el suelo de largo plazo no debería quedar muy lejos de la zona de 1,0800/50. [1]. Una más que probable victoria de Hillary Clinton (aunque todo es posible) en las elecciones presidenciales del próximo 8 de noviembre podría implicar un leve apoyo sobre el dólar, pero tendría también escaso recorrido.

"No fueron los adinerados los que hicieron los mayores sacrificios después de la crisis financiera, fueron las familias trabajadoras"

Theresa May, Primera Ministra Británica en su discurso de cierre en la Convención que el Partido Conservador (Birmingham).

Pero lo verdaderamente curioso de las últimas sesiones es la incertidumbre que se está observando en el mercado de bonos. Quizás el origen de todo ello está en la resignada constatación, cuando no, clara desesperación, de las autoridades políticas de la ineficacia de la política monetaria como herramienta de salida de la crisis. Ello se constata en el evidente cambio en los discursos de los principales banqueros centrales y el propio FMI, cuya actuación está en las antípodas de la que fue en otras crisis financieras que afectaron a otras zonas del planeta. Empezando por el propio Draghi, que en repetidas ocasiones ha solicitado la intervención delos gobiernos con reformas y `planes de estímulo fiscal, y terminando por la actual Primera Ministra del Reino Unido, Theresa May, que ha llegado incluso a criticar abiertamente al Banco de Inglaterra por introducir actuaciones que sólo benefician a unos pocos.

La realidad es más triste e incómoda si cabe en la medida en que el tiempo extra que ha proporcionado la política monetaria apenas ha sido empleado en lelvar a delante una seria reestructuración de las economías occidentales, que viven del espejismo de una “vuelta al 2007” como definición de “salida de la crisis”.

No sabemos cuándo tendrá lugar otra nueva crisis, pero sí es una certeza que los recursos para hacerla frente son sustancialmente menores. El supuesto repunte de la inflación, no deja de ser un fenómeno coyuntural y que podría durar unos meses por el efecto base de los productos energéticos. Posteriormente el IPC se mantendrá moderado sin posibilidad de diluir el peso de la deuda. En el camino los estados se han endeudado todavía más contando con los bancos centrales como cómplices.

"La energía ni se crea ni se destruye solo se transforma"

Lomonosov-Lavoisier

El enunciado de la ley de la conservación de la materia nos dice que está ni se crea ni se destruye, solo se transforma. Y para comprobar este principio que elaborado de forma independientemente por Mijaíl Lomonosov en 1748 y Antoine Lavoisier en 1785, el artista británico Kyle Bean ha creado esta “escultura” para los almacenes Selfridges en Londres. La idea era comprobar con una balanza elemental si una Honda CBR 1000RR Fireblade pesa lo mismo armada que desarmada. Vean el resultado.

Los problemas del programa de compra de activos, en este caso la compra de deuda corporativa: El BCE ha comprado 34.000 millones de euros de bonos corporativos. Se suponía que compraba con total seguridad y que sus políticas no tenían riesgo alguno.

Ahora hemos podido comprobar que posee deuda corporativa de K+S AG cuyo rating haya sido degradado hace unos días por S&P Global Ratings un nivel por debajo del grado de inversión (bono basura) y con perspectiva negativa, lo que significa que su rating podría ser rebajado todavía más. Aunque K+S todavía está calificada como grado de inversión por Egan-Jones Ratings Co, esto no cuenta para el BCE, que solo incluye calificaciones de S&P, Moody’s, Fitch Ratings y DBRS.

Sabemos que el BCE posee participaciones de los tres tipos de bonos emitidos por K+S. La compañía alemana, según datos recopilados por Bloomberg, tiene 1.500 millones de euros en bonos que vencen en diciembre de 2018, diciembre de 2021 y junio de 2022.

Antes del inicio del programa de compra de activos, el BCE declaró que no tendría que vender automáticamente los títulos que una vez en su cartera, fueran posteriormente calificados como no inversión, pero que sí tomaría medidas para gestionar los riesgos en sus participaciones. Ya ha llegado ese momento y, tras la noticia un funcionario del BCE ha declinado hacer comentarios acerca de si el banco central planea vender sus participaciones de K+S.

Algo parecido sucede con la deuda de Portugal. El pasado viernes agencia de rating DBRS anunció, en planeada su revisión de la calificación financiera del país, que mantiene en BBBL con perspectiva estable, la deuda pública de Portugal. Esta es la única agencia que mantiene el rating de Portugal en grado de inversión, ya que Fitch, Moody’s y Standard & Poor’s lo tienen por debajo.

La compra de deuda pública portuguesa se salva “in extremis” ya que sin este veredicto, el BCE ya no tendría argumentos para “proteger” la actual inflada valoración de los títulos del país que mantiene una rentabilidad inusualmente baja con respecto a los riesgos que realmente se corren. Imaginen ustedes una degradación del rating de la deuda portuguesa: la banca del país ya no podrá presentar su deuda pública como colateral con el que conseguir la liquidez ilimitada del BCE y ésta última tampoco podrá incluir bonos soberanos portugueses en su programa de compras de deuda. En este escenario ¿Dónde se iría la rentabilidad? Imagínelo ahora para España.

¿La rentabilidad actual de la deuda pública es un fiel reflejo de los riesgos reales de cada país? ¿Quién está permitiendo esta divergencia? ¿Qué riesgos corre?

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