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Juicio a las visas opacas

Manual de uso de las tarjetas ‘black’: en mano y ¿sin control?

Los acusados dicen no haber revisado gastos pero sí cancelaron cargos Las visas opacas se estampaban en la sede de Caja Madrid para mayor rapidez

El exsecretario de Estado de Hacienda y exvicepresidente de Caja Madrid, Estanislao Rodríguez-Ponga, a su llegada hoy a la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares donde continúa el juicio de las polémicas "tarjetas black" de la citada entidad.
El exsecretario de Estado de Hacienda y exvicepresidente de Caja Madrid, Estanislao Rodríguez-Ponga, a su llegada hoy a la Audiencia Nacional en San Fernando de Henares donde continúa el juicio de las polémicas "tarjetas black" de la citada entidad.Juan Carlos Hidalgo (EFE)
Juande Portillo

En mano, entregada en el domicilio por alguien de confianza o enviada con un chofer allá donde fuese necesario después de “rescatarla” de los canales de envío ordinarios y estamparla por vía “rápida”. Así se emitían y entregaban las tarjetas black a sus usuarios en caso de renovación, rotura o pérdida, para garantizar la entrega personal y acelerada de un plástico que parecía quemar en las manos a sus beneficiarios pues cada año, según vienen declarando ellos en el juicio, se veían abocados a una carrera por consumir su saldo antes del 31 de diciembre, o perderlo irremediablemente, en esta atípica modalidad de retribución que defienden que eran las visas opacas.

Así lo revelan los correos de las secretarias del exdirector financiero de Caja Madrid Ildefonso Sánchez Barcoj, aportados por Bankia a la causa en el último momento, que incluyen decenas de ejemplos sobre las instrucciones dadas para que, “como siempre”, estas tarjetas se entregasen en mano o a través de un chofer.

“Te agradecería que tan pronto tengas la nueva tarjeta emitida nos avises para mandar como siempre a un conductor a recogerla”, dice, a modo de ejemplo, uno de los mails sobre una visa para don Ricardo Romero de Tejada, a quien en otra ocasión se matiza que una persona “se la lleva directamente a casa”.

Era habitual también usar el término “rescate” para solicitar que se sacase estas visas del correo interno ordinario para su entrega en mano, como muestran estas citas de los mails: “por favor, la tarjeta solicitada a nombre de doña Mercedes de la Merced, necesito que la rescatéis para hacérsela llegar a través del conductor del señor Sánchez Barcoj”; “por favor recupera dicha tarjeta para enviársela mañana a la Torre con entrega en mano a su secretaria”, en referencia a una para Ramón Ferraz Ricarte; “necesitaríamos que se rescatara y nos la hicierais llegar en mano (como siempre)”, citando otra para Ángel Gómez del Pulgar; o “intentaremos rescatarla para que no salga en el envío ordinario”, se dice sobre una de Ramón Espinar.

La correspondencia digital también muestra como a partir de 2008 se aceleró el proceso de emisión, estampación y entrega de estas visas centralizándolas en un edificio de paso obligado. “A partir de ahora todas estas tarjetas las íbamos a hacer directamente a través de la oficina 1540 para que fueran más rápidas”, advierte una de las secretarias de Barcoj en referencia a la sucursal que hay en la torre de la madrileña Plaza de Castilla que hoy alberga la sede de Bankia y en su día fue la de Caja Madrid.

Otra particularidad del uso de las tarjetas black, según han venido declarando estos días en la Audiencia Nacional los antiguos consejeros de Caja Madrid, es que no había posibilidad de consultar los gastos cargados sino únicamente el saldo disponible.

“¿No pudo saber si le metían 8.000 euros de gastos en Hipercor que usted no había realizado y que iban contra su propio patrimonio? ¿Es forma razonable de gestionar su remuneración, no llevar un control de gastos?”, interrogó ayer incrédulo el fiscal Alejandro Luzón al exsecretario de Estado de Hacienda Estanislao Rodríguez-Ponga.

“Cuando yo llego al consejo en 2006, el sistema de las tarjetas llevaba establecido 18 años y funcionaba así, yo lo admití como una cosa que venía funcionando de esta manera y que lo más que podía saber uno era su saldo y nada más”, contestó el acusado, matizando que “el extracto iba al titular”, que eran Caja Madrid, “y no al beneficiario”.

“Ellos sabrán cómo los detectan. Es una entidad financiera”, dijo, preguntado por el fiscal cómo podría Caja Madrid detectar si alguien clonaba su tarjeta si él ni veía los cargos.

El resto de exconsejeros coincidieron en asegurar que no podían consultar sus gastos (como también niegan la veracidad de los gastos que les adjudica Bankia), con una excepción: Ignacio de Navasqües, que afirmó que controlaba esta tarjeta por internet como hacía con el resto de sus visas ordinarias. Pero, más allá de su declaración, los mails de Bankia dan muestras de un concienzudo control de los cargos por parte de algunos de sus usuarios que no casa con esta falta de control.

Es el caso del exconsejero Jesús Pedroche, que pidió que no se aceptase un cargo e 140 euros_de la empresa Aceprensa. Y el control era mayor del lado de los directivos: el expresidente de Caja Madrid Miguel Blesa llegó a movilizar a cuatro personas al detectar que le habían cargado tres veces un gasto de 11 euros en un duty free, y Juan Astorqui, exdirector de comunicación, dio instrucciones para rechazar un cargo de 355 euros por recambios para el coche.

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