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Mercado laboral

Condenados a firmar un contrato tras otro

Solo un 7% del primer contrato en una empresa se suscribe con carácter indefinido Los sindicatos denuncian que la reforma laboral ha provocado una relajación a la hora de justificar las contrataciones temporales

Un camarero sirve bebidas en una terraza en la plaza de la Virgen de Valencia.
Un camarero sirve bebidas en una terraza en la plaza de la Virgen de Valencia.EFE
Marta Yoldi

A tenor de los datos macroeconómicos, nuestro país ha empezado a recuperarse de la gran crisis que estalló en 2008 y que destruyó millones de puestos de trabajo. El empleo arroja números positivos. Así, si en 2010 se firmaron un total de 13,9 millones de contratos en España, en 2015 ya fueron 18 millones, mientras que en el primer semestre de 2016 se han alcanzado los 10,9 millones, según las estadísticas del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Pero... Sí, hay un pero. El empleo creado no ha superado una de las viejas lacras del mercado laboral español, que sigue ostentando la segunda tasa de temporalidad más elevada de la Unión Europea.

“En los últimos 20 años la tasa de temporalidad ha sido alta en España. La foto fija de la firma de contratos a día de hoy no permite decir que haya habido grandes cambios”, asegura Jordi García Viña, director de relaciones laborales de CEOE. Sin embargo, sí reconoce que “la estructura económica sigue siendo muy estacional y que, en estos momentos, las empresas están siendo muy cautas, todavía no saben lo que va a suceder”.

Esto último es una parte del problema. El director jurídico de la empresa de recursos humanos Adecco, Javier Blasco, es de la misma opinión y también cree que las empresas, “sobre todo las pymes”, no están seguras. La incertidumbre está provocando que la contratación temporal sea hoy el instrumento para acceder al mercado de trabajo (únicamente el 7% de la llamada “inicial” es indefinida). De enero a julio de este año, los contratos por obra o servicio supusieron el 38,8% de todos los firmados, porcentaje muy cercano al 40,5% alcanzado en 2015. Este tipo de contrato es uno de los más utilizados actualmente de entre los temporales, hasta en sectores donde no son habituales, como la agricultura, los servicios y la construcción, “porque no necesitan justificarse y tienen un límite de tres años”, arguye Blasco. Los contratos eventuales, por su parte, representan el 42% del total.

Para los sindicatos, existe además otra explicación más allá de la incertidumbre: la “relajación” que ha traído la reforma laboral a la hora de justificar la firma de un contrato temporal en vez de otro indefinido. “La causalidad se exige tan solo en algunos sectores, pero no está generalizada”, recuerda María del Carmen Barrera, secretaria de políticas sociales, empleo y seguridad social de UGT. “La pérdida de la causalidad se está utilizando para la rotación de trabajadores en un mismo puesto”, añade Ana Hermoso, de la secretaría de acción sindical de CC OO.

Así, se llega a un fenómeno que se ha introducido en el empleo español y que va a más: el encadenamiento de contratos por parte de un mismo trabajador. En teoría, la ley no lo permite, pues una persona solo puede tener uno temporal en igual puesto 24 meses, pero la cantidad de contratos de cortísima duración facilita firmar uno tras otro o saltar de empresa en empresa. Si se vuelve a los datos del propio Ministerio de Empleo: en 2007, el conjunto de la temporalidad tenía una duración media anual de 78,2 días, mientras que en 2015 fue de 53,4 días. Hace nueve años, los contratos de menos de un mes suponían el 2,4% del total, y en 2015, el 4,4%; los inferiores a siete días representaban el 15%, ahora el 27%, y los de un día se han duplicado desde entonces.

Desde hace tres años, Rosa F. H., empleada de una oficina de seguridad, forma parte de todos esos porcentajes. “Ya me he acostumbrado a vivir así. Me paso un mes en casa… Espero que me vuelvan a llamar, trabajo, y a casa otra vez”. “Ahora espero llegar a un acuerdo para prejubilarme”, se justifica.

“Cada vez que se cumplen seis meses y se acerca el día de la renovación, no puedo dormir”, dice Jaime Alonso, comercial de hostelería. “Antes trabajaba en el mismo sector pero fijo, mientras que ahora en cualquier momento me pueden sustituir por otro más joven”, añade.

Un tipo de contrato que cuenta con todos los beneplácitos para las actividades más estacionales es el fijo discontinuo. Es indefinido para actividades estables pero discontinuas en el tiempo, como pueden ser el transporte escolar, campañas de vacaciones o promociones empresariales. Pues bien, asegura Ana Hermoso que en sectores donde era muy utilizado, como la agricultura o la construcción, está perdiendo terreno. En este último, “ahora casi todo es contrato de obra o servicio”.

La contratación a tiempo parcial es una de las que más ha aumentado en esta época, pues en los años duros de la crisis se vio tan afectada como las demás. De acuerdo con Eurostat, la tasa de empleo parcial en España es del 8,1%, la segunda más alta de la eurozona.

El problema es que la mayoría es “tiempo parcial no deseado”, como afirman en CC OO. La finalidad de estos contratos, conciliar sobre todo, se está diluyendo para dar paso a tener un trabajo como sea. “Yo no quiero trabajar solo por las tardes, así no me puedo pagar el alquiler de un piso, pero no tengo otra”, se lamenta María González, empleada de comercio.

A la espera de la consolidación de la salida de la crisis, ya se apuntan algunas soluciones para romper este círculo fatal de firmar un contrato con otro. Para Javier Blasco, “habría que simplificar la maraña de contratos que existen, pero, sobre todo, habría que cambiar la política de bonificaciones, que es terrible”. Ana Hermoso coincide: “Ahora se bonifica prácticamente todo, incluso la propia temporalidad. Habría que seleccionar mejor, primar las contrataciones allí donde son más difíciles”. Y María del Carmen Barrera exige que se modifiquen también tanto el régimen de sanciones como las inspecciones laborales.

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