Los beneficios de la moderación y la unidad
En los rankings de todas las instituciones internacionales (FMI, Banco Mundial), España es la decimocuarta mayor economía del mundo por volumen de PIB. Examinemos la situación con más detalle empleando el ranking del FMI de 2015, el más reciente.
De los 13 países que nos superan, únicamente dos (Australia y Canadá) tienen una población inferior a España (46 millones). Australia es casi un continente dotado de muchos recursos naturales, como metales y carbón, y unas condiciones inmejorables para la agricultura. Canadá (35 millones) cuenta con muy amplias reservas de petróleo y de gas natural, además de materias primas.
Y los países que ocupan la duodécima y decimotercera plazas (Rusia y Australia) nos superan por 100.000 millones de euros (Rusia) y 20.000 millones (Australia) en PIB. Si la economía rusa sigue registrando decrecimientos anuales de su PIB del 4% y España continua creciendo por encima del 3% (3,1% en 2015, 3,4% en el primer trimestre de 2016, tasa interanual) superaremos pronto a Rusia, y también podemos adelantar a Australia. Incluso Corea, que ocupa la decimoprimera plaza, es vulnerable debido al envejecimiento muy acelerado de su población.
España supera en volumen de PIB a economías avanzadas como los Países Bajos, Suecia y Suiza, y emergentes con mucha más población como Indonesia, México, Turquía, Nigeria y Sudáfrica. Entre las 20 primeras economías del mundo, tres –China, Rusia, Arabia Saudí– son indiscutiblemente dictaduras. De las restantes 17, las economías avanzadas o emergentes están generalmente gobernadas por partidos moderados de derecha, de centroderecha, de izquierda moderada, o coaliciones del centroderecha con la izquierda moderada.
Ninguno de dichos países se enfrenta a movimientos independentistas serios de alguna de sus regiones. El resultado es que son las que alcanzan un mayor desarrollo económico, social y competitividad. Estados Unidos (primera), Japón (3), Alemania (4), Francia (6), Italia (8), Canadá (10) y Corea del Sur (11) son los países que debemos emular. Son todas democracias consolidadas, gobernadas siempre por partidos de centroderecha o centroizquierda y sin desafíos independentistas de alguna de sus regiones.
España está mucho mejor situada en la economía globalizada de lo que la población percibe. Detrás de nuestra decimocuarta plaza en volumen de PIB, solo nos puede alcanzar México, que aún tiene un PIB inferior al nuestro en 53.000 millones. A diferencia de Rusia, Japón, Corea, Alemania e Italia, la inmigración limita el envejecimiento de nuestra población. Somos la tercera potencia mundial en llegadas de turistas y la lamentable violencia en el norte de África, Oriente Medio y el reciente intento fracasado de golpe en Turquía auguran otro año récord en 2016.
Pertenecemos al mayor mercado común del mundo (UE), integrado por 28 Estados y 500 millones de personas. Compartimos la segunda divisa del mundo (euro) con 18 Estados con una población total de 338 millones. Debido a nuestra pérdida de combatividad durante los siete años de Gobiernos de Zapatero, las empresas españolas desde 2012 consiguieron batir récords de exportación (aumentos del 10% a todos los continentes) reduciendo costes y entrando en mercados que no perderán. Somos segundos detrás de Alemania entre las grandes economías de la UE en el ratio de exportaciones sobre PIB (34%).
La inversión, la construcción y el consumo aumentan a ritmos sustanciales. Superamos de largo en crecimiento (más 3%) a las primeras economías de la UE (somos la quinta, y cuarta de la eurozona) y todos nuestros socios del G20 menos India, China e Indonesia. Contamos con multinacionales líderes en el sector bancario, de las TIC, construcción y gestión de infraestructuras, hoteles y alimentos.
Nuestras principales exportaciones son vehículos, maquinaria, bienes de equipo, productos químicos y alimentos y bebidas, productos menos susceptibles a los altibajos de la economía internacional que los hidrocarburos y materias primas. Si apostamos por el gas de esquisto, más centrales nucleares, plantas de regasificación de gas natural licuado y el gasoducto Midcat disminuiremos también nuestra dependencia energética. Debemos generar más empleo y reducir la precariedad, pero nunca olvidar que somos una potencia económica mundial.
Alexandre Muns es Profesor de Profesor de EAE Business School