Italia da con la vía para un rescate suave de la banca
La UE se muestra dispuesta a aceptar que Roma invoque las cláusulas de excepcionalidad La fórmula evita imponer pérdidas entre acreedores, accionistas y bonistas
Roma, Berlín, Fráncfort y Bruselas. Las negociaciones a cuatro bandas para un saneamiento de la banca italiana sin una estricta aplicación de las normas europeas se aceleran y apuntan hacia su conclusión en poco más de dos semanas. El objetivo es un plan de recapitalización preventiva que no desencadene una derrama de pérdidas generalizada entre los centenares de miles de pequeños inversores con los que cuenta el sector bancario italiano.
El Gobierno de Matteo Renzi, según las fuentes consultadas, ha dado con la vía hacia el permiso de Bruselas hacia esa recapitalización preventiva. La tentativa de Roma de invocar el brexit como un riesgo sobrevenido para justificar la intervención con dinero público ha fracaso. Pero la UE se muestra dispuesta a aceptar que Roma invoque las cláusulas de excepcionalidad incluidas en la legislación comunitaria y que permiten la inyección de dinero público para frenar el contagio de una crisis o para no imponer una carga excesiva sobre accionistas y acreedores.
Tras la reunión de los ministros de Economía y Finanzas de la UE, de ayer y anteayer en Bruselas, Renzi cuenta ya con el visto bueno preliminar de la Comisión Europea, el visto bueno condicional de Berlín y el visto bueno a regañadientes del Banco Central Europeo.
El 29 de julio se publicarán los resultados de los test de estrés de la EBA, al que se han sometido 51 bancos de 15 países europeos
La Bolsa italiana husmea el principio de acuerdo y durante los dos días de reunión en Bruselas, la cotización bursátil de los valores bancarios se disparó casi un 13% y registró su mejor evolución en más de tres meses.
Pero las negociaciones se anuncian todavía muy enrevesadas y el acuerdo definitivo, en todo caso, no se ejecutaría hasta después de las pruebas de estrés de la Autoridad Bancaria Europea a finales de este mes.
Ese examen será crucial para determinar que entidades pueden acogerse a una inyección de dinero público sin activar previamente el sistema de autorrescate previsto en la normas europeas desde 2013 y endurecidas en 2016.
La directiva europea sobre resolución y reestructuración bancaria, plenamente en vigor desde este año, supedita la inyección de dinero público a un plan de imposición de pérdidas entre los acreedores, accionistas y titulares de deuda no garantizada de la entidad rescatada.
Pero admite como excepción que no se activen esas pérdidas cuando la inyección de dinero público solo sea “para hacer frente al déficit de capital establecido en las pruebas de resistencia” y siempre cuando el apoyo “sea de carácter temporal y cautelar”.
El Gobierno de Renzi, según fuentes de Bruselas, se ha aferrado a esa vía de escape y parece en condiciones de lograr un rescate blando, sin necesidad de pedir ayuda al fondo de la zona euro, como hizo España, ni de imponer pérdidas a los “preferentistas” ni de someterse a un memorándum de entendimiento sobre la reestructuración del sector bancario.
El ministro en funciones de Economía, Luis de Guindos, evitó ayer comentar la vía abierta por Renzi, pero apuntó la necesidad de que ese país siga un proceso de reorganización del sector como el acometido por España en 2012, con una drástica reducción del número de entidades.
“No sé cuál es la solución que se va a tomar en Italia, pero el problema de su banca no se debe solo a los préstamos dudosos o fallidos, sino también a la falta de consolidación”, señaló el ministro español.
Las normas europeas exigen que las posibles ayudas públicas solo se concedan a entidades viables y que no se utilicen para compensar pérdidas acumuladas o futuras. Las inviables deberían someterse aun proceso de liquidación o resolución.
La banca italiana arrastra un lastre de préstamos morosos de más de 330.000 millones de euros, más de la mitad de ese volumen concentrado en créditos a las empresas. La morosidad entre las compañías se ha multiplicado por cinco desde 2008.
Algunos países de la zona euro, como Holanda, dudan de los argumentos de Italia para invocar las cláusulas de excepcionalidad y sospechan que Roma busca excusas para no aplicar a rajatabla las normas europeas sobre quitas en un país donde tendrían un tremendo impacto en la población. Un tercio de los bonos bancarios están en manos de particulares y pequeños inversores, que se juegan casi 200.000 millones de euros en pequeñas inversiones.
La mayoría de los países se muestran dispuestos a ser comprensivos con Roma, aunque solo sea por evitar el contagio. Guindos aseguró que “España va a ser constructiva”. El titular alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, apuntó en la misma dirección, aunque pidió tiempo para conocer los resultados de los test de estrés, que determinarán qué entidades pueden acogerse a la cláusula de excepción. En todo caso, las ayudas públicas tendrán que recibir la autorización de Bruselas en base a las normas sobre ayudas de Estado.