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Estado de bienestar

Un jubilado, un adulto y un joven debaten sobre pensiones

El joven no entiende por qué los salarios pueden bajar, pero no las pensiones Defiende que los políticos anteponen los intereses de los mayores por cálculos electorales

Evolución demográfica en España
Alejandro Meraviglia

El Estado de bienestar se sustenta sobre políticas redistributivas, donde los que más tienen aportan más para aquellos con menos recursos. Aunque también hay otras formas de ver los flujos de solidaridad. Las personas sanas contribuyen para que los que están enfermos tengan acceso a la sanidad pública, los ocupados pagan impuestos que sirven para financiar las prestaciones de los desempleados y los jóvenes y adultos ven cómo una parte de su nómina se destina a garantizar la prestación de jubilación a los mayores. Este contrato social se sustenta en buena medida en las expectativas. La persona sana confía en que el Estado de bienestar responderá el día en que le toque a él ser el enfermo, el ocupado espera tener una red de protección si pierde el empleo y el adulto prevé cobrar una prestación cuando llegue a la edad de jubilación. Si esas expectativas fallan, el contrato social se resquebraja.

Unas jornadas económicas de Funcas derivan en un debate intergeneracional sobre las pensiones

El proceso de envejecimiento de la población, la baja natalidad y el incremento de la esperanza de vida son factores que exigen cada vez más al Estado de bienestar y pueden derivar en conflictos intergeneracionales. Un ejemplo ilustrativo de esta discusión entre generaciones se vivió durante unas jornadas económicas celebradas por Funcas en Santander sobre los Desafíos de la economía española. El economista jefe de BBVA Research, Rafael Doménech, impartió una conferencia sobre la viabilidad de las pensiones públicas y defendió la reforma aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy, que consistió en modular la pensión en función de la esperanza de vida y en tomar en consideración la situación de la economía –no solo la inflación– para fijar el incremento de la prestación. Doménech formó parte del grupo de expertos que recomendó estas medidas al Ejecutivo de Rajoy en 2013.

Al término de la presentación, un veinteañero tomó la palabra y recriminó que la última reforma del sistema de pensiones no resuelve el problema y supone simplemente una patada hacia adelante para asegurar la prestación de la vejez a los hijos del baby boom que se empezarán a jubilar la próxima década. Criticó que los adultos de hoy se aseguran su pensión, pero no piensan en los que ahora inician su andadura en el mercado laboral. “¿Quién nos pagará nuestras pensiones?”, se preguntó. Dijo no entender que, con la ley actual, la pensión se deba revalorizar siempre un mínimo del 0,25%, cuando existe un déficit estructural del sistema y la tasa del IPC arroja cifras negativas. De alguna forma, el joven planteó que, si han caído los salarios o se han reducido las prestaciones por desempleo, ¿por qué no pueden bajar también las pensiones? Apuntó que el peso creciente de los jubilados en el conjunto de electores lleva a los políticos a sobreproteger a los pensionistas y desatender a los jóvenes.

La evolución demográfica amenaza con resquebrajar el contrato social

Una representante del baby boom salió al paso de las palabras del veinteañero. Sostuvo que su generación no ha gozado de las oportunidades que los adolescentes actuales tienen. Le recordó que, si es cierto, eso de que hoy los jóvenes son la generación más preparada de España, ello se debe a que los baby boomers y las generaciones anteriores han financiado la educación. También le recordó que los que ahora rondan la cincuentena empezaron a trabajar antes y tenían menos información sobre la importancia de generar ahorro para la vejez.

En las críticas del joven subyace la idea de que España en particular y Europa en general avanzan hacia una suerte de gerontocracia, donde se privilegian los intereses de las personas de mayor edad al ser un colectivo cada vez más numeroso. Las palabras del veinteañero merecieron el reproche de uno de los participantes del curso que está a las puertas de la jubilación. Defendió que llevaba prácticamente 40 años cotizando a la Seguridad Social y que su generación había trabajado muy duro. Licenciado en Económicas, el hombre regañó al joven y aseguró que buena parte de su promoción se sacó la carrera trabajando y estudiando a la vez.

Los adultos recordaron al joven que son ellos quienes han financiado la educación de la generación más preparada

Así, el seminario sobre economía organizado por Funcas acabó convirtiéndose en un debate entre grupos de edad, donde tres generaciones mostraron sus preocupaciones y temores acerca de la evolución del Estado de bienestar. Saber gestionar el impacto demográfico sobre las cuentas públicas y el modelo social es probablemente el principal reto al que se enfrentan los Gobiernos. Doménech recordó que el artículo 50 de la Constitución establece que los “poderes públicos garantizarán, mediante pensiones adecuadas y periódicamente actualizadas, la suficiencia económica a los ciudadanos de la tercera edad”. El autor de En busca de la prosperidad (Deusto) alegó que, para cumplir este precepto, es indispensable que el sistema sea viable. Y la situación actual es preocupante en la medida en que el número de pensionistas aumenta más rápido que el número de cotizantes y las personas que acceden a la edad de jubilación cobran prestaciones más altas y tienen una esperanza de vida mayor.

Esta es la realidad que España debe enfrentar. Doménech señaló que hay tres posibles vías para abordar la situación: aceptar una reducción de la pensión media respecto al sueldo medio y compensarlo con ahorro privado; aumentar los recursos públicos, lo que requiere subir los impuestos o reducir el gasto público en otras partidas; o abordar reformas de calado que refuercen la eficiencia, eleven el empleo y mejoren la productividad. El jefe del servicio de estudios de BBVA defendió esta tercera opción y, entre otras medidas, apostó por una devaluación fiscal que suponga una reducción de las cotizaciones y un incremento de la fiscalidad indirecta. Ante la crítica que apunta que elevar un impuesto como el IVA supone una medida regresiva, Doménech señaló que hay que valorar las reformas en su totalidad y adujo que si la reducción de cotizaciones y la subida del IVA genera empleo, se reducirá la desigualdad.

Los españoles convivirán más tiempo con enfermedades crónicas y ello elevará el gasto en sanidad

Los analistas también alertan de que probablemente el problema de la financiación de la sanidad es aún más exigente que el de las pensiones. Álvaro Hidalgo, profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha y director del Instituto Max Weber, indicó que el gasto en sanidad crecerá en línea con el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida. “En España tenemos un sistema orientado al paciente agudo y, en el futuro, deberá orientarse al paciente crónico”, expuso. Los españoles convivirán más tiempo con enfermedades que requerirán cuidados y recursos. En su opinión, es preciso que la Administración privilegie el gasto en salud pública para fomentar una vida saludable y destine recursos a los diagnósticos tempranos.

Hubo consenso entre los expertos y los asistentes en la necesidad de hacer visible el coste del Estado de bienestar para elevar la responsabilidad de los ciudadanos. Durante el debate, flotó la idea de que el modelo social requerirá en el futuro reformas de calado y, probablemente, se extenderá el copago para los usuarios de servicios públicos.

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