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Tendencias

O te haces un #Ponzaning o sales de tapas

Castiza como pocas, la calle Ponzano vive una constante renovación.

Toque de Sal, el bistró parisino más castizo.
Toque de Sal, el bistró parisino más castizo. Pablo Monge

Si por la calle de Alcalá la florista viene y va, por la de Ponzano desfilan las nuevas tribus urbanas, entre la mirada socarrona de los vecinos. Los primeros quedan para hacer un #Ponzaning; los segundos, saludan burlones el “que inventen ellos”, porque llevan eso, toda la vida, disfrutando del vermú de grifo y de las cañas bien tiradas, de las tapas y menús de la gastrocalle de moda en Madrid. Enclavada en el castizo barrio de Chamberí, Ponzano tiene su propio hashtag y ha inventado un verbo, ponzanear, para el arte del tapeo, el ir de cañas o el salir a comer o cenar.

Calidad, diseño y buen precio se dan la mano en esta calle, donde cada local tiene su especialidad y su sello distintivo. Si todavía no se ha dado una vuelta por allí, aproveche la festividad de Nuestra Señora del Carmen el próximo 16 de julio y disfrute del gastrohappening –evento multidisciplinar– que se celebrará a pie de calle.

Esta taberna es un clásico en la zona para saber lo que es una cerveza bien tirada. Destaca su barra de mármol, su decoración taurina y sus azulejos blancos y azules. Lo típico es disfrutar de unas cañas, aquí dobles, o de un magnífico vermú de grifo con unas gambitas, conservas o unas patatas fritas. En Ponzano 15; también hay otro local en el número 58.

Candeli, especializado en carnes y pescados a la brasa.
Candeli, especializado en carnes y pescados a la brasa.Pablo Monge

Este restaurante, un proyecto personal de los hermanos Rivera, Alberto y Paco, presume de cocinar las mejores carnes –asturiana de entre 30 y 60 días de maduración– y pescados a la brasa con la mejor materia.

Sin trampa ni cartón porque la cocina vista permite a los clientes ver todo lo que se cuece en ella. El local, moderno y coqueto, dispone de tres zonas y ambientes para picotear, comer o cenar. La más informal, la llamada barra de la taberna con mesas altas.

Su flor de alcachofa sobre cama de rabo de toro o su pulpo a la brasa con alioli son antológicos al igual que el steak tartar preparado a cuchillo delante del cliente. Su bodega cuenta con unas 70 referencias. No tema arriesgarse con caldos innovadores, que puede adquirir para degustar en casa. Precio medio, entre 35 y 40 euros.En Ponzano 47.

Es la vinoteca imprescindible en un barrio de cañas. Una propuesta original y arriesgada, muy bien acogida, señala Antonio, su encargado. El local, moderno pero con toques antiguos, como sus pizarras, en las que cada semana se anotan los vinos recomendados, entre 25 y 30 referencias, es un auténtico templo del vino con más de 400 referencias.

Pablo Monge

Desde 2 euros la copa hasta 230 que cuesta la del burdeos Château Mouton Rothschild. No sirven cerveza de grifo, aunque sí hay algunas marcas en botella y artesanales.

Las tapas se elaboran con productos de temporada y mezclan toques tradicionales y de vanguardia. No se pierda la empanada de rabo de toro o la ensaladilla de caviar de erizo. En Ponzano 16.

Un restaurante con aire de bistró parisino que conquista. Exquisitamente diseñado por Álvaro Oliver Bultó, destacan sus dos ambientes muy chic. La entrada, con la barra y sus mesas altas y, al fondo, un coqueto salón que imita un antiguo vagón de tren. Cocina de mercado donde los platos se elaboran al momento, asegura Eduardo Rodríguez, el encargado.

Famosos son sus mejillones a la belga o su foie casero con armañac, un tipo de brandi. En su bodega abundan los vinos de autor de pequeños productores. Menú, entre 20 y 30 euros. En Ponzano 46.

La Contraseña, un multiespacio donde se puede cenar en secreto.
La Contraseña, un multiespacio donde se puede cenar en secreto.Pablo Monge

Bar, restaurante y multiespacio cool y urbano que inicia la calle desde Santa Engracia. Axel Sosa, uno de los propietarios, y sus socios presumen de tener los locales más bonitos de Madrid, decorados, como Toque de Sal, por la magia de Bultó.

Un lugar para mirar y ser visto mientras se adentra en algunos de sus espacios –en El salón del viajero o El patio– para comer, cenar o degustar su coctelería, en la antigua vaquería (la carta incluye bebedizo con nombre propio, el del local, y receta secreta) o en la barra.

Y no es la única sorpresa. Tiene un reservado, ideal como speakeasy, para cenas clandestinas: El escondido, con puerta acorazada, tipo búnker. Blindado a miradas de curiosos, tiene capacidad para 12 comensales, con menú de antojo y fuera de carta (debe reservar). Cocina de mercado, internacional. Destaca el cebiche de chicharro amarillo con sorbete cítrico de mandarina y esencias de limón o el atún con helado de wasabi. Desde 35 euros. En Ponzano 6.

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