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Entrevista

Joseph Nye: “Con Trump proliferarían las armas nucleares”

Ha sido asesor del Pentágono y del Departamento de Estado

Manuel Casamayón
Manuel G. Pascual

La hoja de servicios de Joseph S. Nye (South Orange, New Jersey, 1937) está al alcance de pocos. Ha asesorado al Pentágono y al Departamento de Estado durante años, méritos por los que ha recibido varias condecoraciones. Ha sido presidente del Consejo Nacional de Seguridad, subsecretario de Estado y secretario adjunto de Defensa. Pero pasará a la historia como el padre intelectual, junto con su colega Robert Keohane, de la noción de interdependencia compleja asimétrica. En su libro Poder e interdependencia (1977), los dos profesores argumentan por qué la cooperación y el multilateralismo son más convenientes que la persecución de los intereses propios. Este profesor de la Kennedy School de la Universidad de Harvard alumbró años más tarde otro concepto hartamente utilizado en diplomacia. Se trata del poder blando, entendido como la capacidad de incidir en las decisiones de otro actor sin llegar a usar el poder duro, esto es, la coerción o la violencia. Nye atiende a CincoDías antes de dar una conferencia en la Fundación Rafael del Pino sobre política exterior. No esconde su preocupación ante la posibilidad de que Donald Trump pueda llegar a la Casa Blanca.

Pregunta. ¿Qué rumbo tomaría la política exterior de EE UU si Trump sale elegido presidente?

Respuesta. Trump es muy peligroso. Ha dicho cosas que considero fatales, como excluir a los musulmanes que entren en el país o levantar un muro en la frontera con México. Pero lo que más me preocupa de él es su escepticismo sobre las alianzas que han sido la columna vertebral de la política exterior estadounidense durante los últimos 70 años. Especialmente nuestras relaciones con Europa o con Japón, dos pilares fundamentales desde el Plan Marshall y la creación de la OTAN. Hay quien dice que si llega a la presidencia se volverá muy pragmático. No lo sabemos.

Todavía no he oído de Trump sus ideas sobre seguridad, al margen de vaguedades sobre bombardear al ISIS"

P. No parece partidario de recurrir al poder blando.

R. Desde luego. Pero no está claro qué piensa sobre el poder y la manera de ejercerlo. Todavía no le he oído ningún análisis o plan serio sobre estrategia de seguridad. Dice vaguedades sobre bombardear el ISIS, pero poco más.

P. Usted ha escrito de él que su aproximación al mundo está anclada en el siglo XIX.

R. Así es. George Washington recomendó que EE UU evitase las alianzas internacionales. Ese aislacionismo cambió tras la Segunda Guerra Mundial. Ahora Trump parece que quiere volver a los primeros tiempos. Si llega a la Casa Blanca y hace lo que ha dicho, proliferarán las armas nucleares. Se desequilibrará la balanza de poder en Europa, lo que hará que algunos países asuman posturas más duras y arriesgadas o incluso que busquen otras alianzas. También se desestabilizaría Asia, ya que China pasaría a ser más activa.

P. ¿Cree que la política exterior estadounidense de la última década ha sido acertada?

R. Tiendo a coincidir con los planteamientos que ha tenido la Administración Obama, de la misma forma que no lo hice con la de Bush Junior. Creo que en líneas generales ha sido muy buena. Ha mantenido buenas relaciones con Europa y Japón. Ha manejado las relaciones con China de forma acertada. Con Rusia ha sido más difícil, porque ha tenido que lidiar con la invasión de Ucrania y la anexión de Crimea. En esa crisis, el presidente se ha mantenido del lado de Europa en la imposición de sanciones económicas. También creo que está haciendo un buen trabajo en Irán, logrando que se comprometa a no desarrollar la bomba nuclear. El reconocimiento de Cuba también ha sido importante.

P. Durante toda su vida ha defendido la utilidad de los tratados e instituciones internacionales. ¿Cree que gozan de buena salud?

R. Depende del área. El Tratado de No Proliferación Nuclear, por ejemplo, ha sido un éxito. El Organismo Internacional de Energía Atómica lleva décadas comprobando que ningún país desarrolle ese tipo de armas. La Organización Mundial del Comercio también ha funcionado bien, como ha sucedido con el FMI o la Corte Internacional de la Haya.

P. La UE tiene dos grandes frentes abiertos: la posibilidad del Brexit y la crisis de los refugiados. ¿Qué opina de cada uno de ellos?

R. Me preocupa mucho el Brexit. Espero que Reino Unido no se vaya de Europa. Es esperanzador ver que los jóvenes quieren permanecer. Sobre los refugiados, hay un problema de aceptación en todos los países, aunque Alemania está siendo muy valiente al tratar de liderar la respuesta.

La UE ha sido una de las innovaciones más importantes y exitosas jamás vistas en las relaciones interestatales. Me preocupa mucho la posibilidad de un 'brexit'"

P. Cuando en 1977 usted y Keohane publicaron Poder e interdependencia, algunos críticos dijeron que el futuro de la integración de la UE evaluaría la valía de su teoría. ¿Cree que ha pasado el test?

R. La UE ha sido una de las innovaciones más importantes y exitosas jamás vistas en las relaciones interestatales. No es una federación, pero sus estados miembros tampoco son un grupo de países que potencialmente puedan guerrear entre ellos. No todo el mundo está en el mismo barco, pero por lo menos los barcos están amarrados entre ellos. Y eso es un gran logro.

P. Desde las guerras de los Balcanes hasta la de Ucrania, ¿no cree que la UE ha demostrado inoperancia cuando hay que bajar al barro?

R. Creo que es injusto esperar de la UE que se comporte como un solo Estado. No ha habido ninguna intención de que eso suceda. Aun así, sigue siendo remarcable todo lo que la Unión hace junta.

P. Han pasado 25 años desde el fin de la Guerra Fría, lo que abrió un momento de desconcierto en la teoría de las relaciones internacionales. ¿Qué ideas publicadas desde entonces le parecen más interesantes?

R. Algunos de los libros con más repercusión no han demostrado ser muy exactos. El fin de la historia y el último hombre (1992), de Francis Fukuyama, acierta en que el comunismo ya no amenaza la cosmovisión occidental, pero las identidades religiosas o étnicas sí lo hacen. La historia no ha acabado, solo ha adoptado una forma distinta. En ¿Choque de civilizaciones? (1996), Samuel P. Huntigton tiene razón en que las identidades han ganado importancia, pero no siempre al nivel de civilización. Algunos conflictos identitarios son de hecho muy locales, como en Irlanda del Norte o la antigua Yugoslavia. Los dos libros son parte de la respuesta a lo que sucede hoy, pero no toda.

P. ¿Cree que las nuevas tecnologías introducen una nueva variable en las relaciones internacionales?

R. No está claro hasta qué punto influirán, pero lo harán. Con miles de millones de interconexiones en la red, el riesgo de ataque a todo y a todos es enorme. Además, internet abre nuevas oportunidades a actores no estatales para influir en los gobiernos. En cambio, no creo que surja un sentimiento de ciudadanía internacional.

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Sobre la firma

Manuel G. Pascual
Es redactor de la sección de Tecnología. Sigue la actualidad de las grandes tecnológicas y las repercusiones de la era digital en la privacidad de los ciudadanos. Antes de incorporarse a EL PAÍS trabajó en Cinco Días y Retina.

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