Lo bueno y lo malo de la tijera de Wert
El alza de tasas ha provocado que el rendimiento de los estudiantes mejore, pero tardan más en terminar la carrera
Buena, bonita y barata. Parece imposible que la universidad pública española, al igual que en el resto de Europa, pueda responder a ese eslogan. El exministro José Ignacio Wert, además de labrarse la enemistad de las universidades por elevar las tasas y conseguir que en Galicia o Andalucía estudiar un grado cueste la mitad que en Cataluña o Madrid, se equivocaba cuando pensó que tras su reforma iba a ser menos costoso sostener el sistema educativo.
Comido, por servido. No solo han bajado más de un 8,3% los ingresos de las universidades desde 2013, sino que también ha descendido un 2% el número de estudiantes (20.000 alumnos menos) en los últimos tres años, señala Juan Juliá, vicepresidente ejecutivo de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE).
“No ha compensado la subida de los precios públicos”, dice Juliá, porque ahora los alumnos se matriculan en menos créditos, solo en aquellos que creen que van a aprobar. Temen que si suspenden tendrán que pagar más por la segunda y tercera matrícula. Esta última cuesta hasta el triple que la primera, de acuerdo con lo impuesto por Wert. “Ni el descenso de la financiación de las comunidades autónomas ha sido compensado con esta subida”, añade.
Precios
Este es apenas uno de los efectos de las medidas recogidas en el real decreto sobre racionalización del gasto público de 2012 y, al día de hoy, ningún campus español ha escapado a la tijera de Wert, hayan o no subido las tasas. Pastora Revuelta, vicerrectora de estudiantes de la Universidad de Sevilla, una de las comunidades autónomas que se acogió a la subida más baja (el 15%) de la horquilla fijada por el real decreto (hasta el 40%), asegura que también han notado el descenso, sobre todo en los alumnos con suspensos. “Antes, se matriculaban en créditos del curso siguiente más las materias no aprobadas, ahora eso es mucho más raro”.
Los ingresos de las universidades han bajado un 8%, el número de alumnos un 2% y el importe de las becas un 21%
En la Universidad Autónoma de Madrid, el daño ha sido sobre todo en los másteres, que han subido un 134% (58,5 euros es el precio del crédito).
Juan Antonio Huertas, vicerrector de estudios de grado, cuenta que de 2010 a 2012 el número de alumnos cayó de 2.600 a 2.000. Ha sido “la universidad la que ha tenido que hacer ajustes para recuperar matrículas este curso”, pese a la rebaja de los precios del 10% aplicado este periodo lectivo por Cristina Cifuentes, presidenta la comunidad madrileña.
Becas
El endurecimiento del acceso a las becas también “ha hecho mucho daño” en este campus. Revuelta explica que ha aumentado el número de becados en los tres últimos años (de 15.000 a 16.000), pero las cuantías en el caso de las ayudas de residencia para algunos de sus alumnos más brillantes, han descendido hasta 3.000 euros por persona. “La tan ventilada parte variable, aireada por Wert, no se ha cumplido”. De hecho, según un estudio de la CRUE, la cuantía de las ayudas ha descendido hasta un 21%, a niveles de 2005.
El número de estudiantes que aprueban ha aumentado en todos los campus entre el 10% y el 20% desde 2013
La Autónoma de Madrid también ha notado el aumento de solicitudes de beca de sus alumnos en casi el 30%, pero no en el porcentaje de ayudas concedidas, que ha bajado del 63% al 68%. El campus ha tenido que dedicar una partida del presupuesto a un fondo social de 500.000 euros para situaciones de urgencia o imprevistos familiares, que ha ayudado a mantener estable el número de estudiantes.
Lo que sí ha mejorado en los últimos años ha sido la tasa de rendimiento de los alumnos, aunque la mayoría de las universidades lo achacan al Plan Bolonia. En Sevilla, donde el crédito cuesta 12,6 euros frente a los casi 30 de Madrid, del total de matriculados ahora aprueba el 71% frente al 61% de 2010, “lo que demuestra la adaptación de los alumnos y las familias a la nueva situación”, señala Revuelta. Lo mismo ha ocurrido con la tasa de graduación (a curso por año), que ha subido desde el 30% hasta el 39%.
“El rendimiento académico general ha mejorado en todas las ramas del conocimiento entre el 10% y el 20%”, dice Juliá, “pero ha sido por Bolonia”, que ha reforzado el seguimiento de los alumnos, ha potenciado la evaluación continua y, sobre todo, ha hecho que la enseñanza universitaria sea más participativa y aplicada. Este es el motivo por el que la CRUE ha pedido una moratoria para retrasar hasta el curso 2017-2018 la entrada en vigor de una de las últimas ideas de Wert: el real decreto conocido como 3+2, que permite a las universidades ofrecer grados de tres años y complementarlos con un año o dos de máster.
El plan 3+2
Aunque ya algunas universidades, sobre todo las catalanas, están trabajando en grados de tres años de nueva implantación, Juliá señala que rebajar los grados de 240 a 180 créditos es un error porque no habrá sitio para las prácticas, los intercambios y los contenidos. Además, si no se rebajan los precios del máster, “sería más costoso para las familias”.
Para Maribel Rosselló, vicerrectora de Ordenación Académica de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC), la implantación del 3+2 requiere el análisis de las repercusiones académicas y económicas respecto a la financiación y los precios de la matrícula. Se pregunta si los grados vigentes de 240 créditos se pueden comprimir en 180 y si hay que impartir grados más generalistas y másteres con mayor especialización o mantener los vigentes.
A su juicio, lo más probable es que acaben conviviendo grados de tres y cuatro años. “El Gobierno tiene que dar directrices generales que fijen las condiciones de los grados de 180 y de 240 créditos, porque no puede haber grados de distintos tamaños y competencias profesionales similares”, dice Huertas.
El rearme de las catalanas
Las universidades catalanas se han puesto manos a la obra para la implantación de grados de tres años. La Politécnica de Cataluña ofrecerá el próximo curso un grado interuniversitario en Bioinformática (Bacherlor’s Degree in Bioinformatics) junto a la Pompeu Fabra (UPF) y la Universidad de Barcelona (UB). Con 180 créditos e impartido íntegramente en inglés en la Escuela Superior de Comercio Internacional (adscrita a la UPF), el grado tendrá formación específica en la Facultad de Informática y de Matemáticas y Estadística de la UB.
El próximo año también será posible cursar en la UB el grado de tres años Creación y Producción Digital, que será impartido en la Escuela de Nuevas Tecnología Interactivas, adscrito a este campus. Esta titulación ofrecerá 80 plazas, introducirá el inglés de manera progresiva en las asignaturas y su profesorado estará vinculado a la industria del videojuego y juegos serios con aplicación en la salud o educación.
Este grado estará vinculado a un máster de dos años en Producción y Emprendimiento de Contenidos Digitales, también habilitado para el próximo curso.