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El testimonio del ex director comercial de la entidad andorrana

“Si asumía la culpa de BPA, el consejero delegado me daba empleo para mi hijo”

Josep María Escuer Saura, enfermo terminal, dejó un escrito ante notario explicando que Miquel le sobornó para hacer de cabeza de turco Dio orden de entregarlo al juez si fallecía antes de declarar

El que era consejero delegado de BPA y de Banco Madrid, Joan Pau Miquel, actualmente en prisión.
El que era consejero delegado de BPA y de Banco Madrid, Joan Pau Miquel, actualmente en prisión.EFE
Juande Portillo

La investigación sobre el presunto entramado de blanqueo de capitales para redes internacionales del crimen en Banca Privada de Andorra (BPA), matriz de Banco Madrid, acaba de sufrir un importante giro gracias a la acusación póstuma de un exdirector comercial de la entidad.

Primera página de la declaración
Primera página de la declaración

Antes de fallecer, el pasado abril, Josep María Escuer Saura dejó un escrito ante notario en el que denuncia que el que era consejero delegado de BPA y Banco Madrid, Joan Pau Miquel, le ofreció dinero y puestos de trabajo para sus familiares por hacer de cabeza de turco.

En concreto, la declaración, a la que ha tenido acceso CincoDías, detalla que Miquel intentó sobornar a Escuer, que sufría una enfermedad terminal, para que asumiera en su lugar toda responsabilidad en las operaciones irregulares del banco.

“El señor Joan Pau Miquel Prat, que había sido mi superior en Banca Privada de Andorra y era quien coordinaba todo lo relacionado con las compensaciones entre clientes, el día 18 de diciembre del año 2014 me telefonea desde su teléfono [que se detalla] al mío [también aparece] diciéndome que acaba de llegar de viaje y que tenía que hablar conmigo con urgencia”, relata la declaración del fallecido.

“Me cita para una hora y media más tarde en el Hotel Canut y cuando me presenté estábamos los dos solos en el restaurante en el que me dice que estaba muy preocupado por todo lo que se había hecho en el banco y lo que podía pasar y que su abogado le había dicho que tenía que buscar alguna persona que asumiera su responsabilidad en la actividad que estaba controlando, porque si no él (Joan Pau Miquel) iría a prisión”, expone Escuer.

Página 2.
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Un temor fundado, el que reproduce la declaración, en vista de que Miquel acabó en la cárcel solo tres meses después. El 10 de marzo de 2015, el Fincen, la unidad del Departamento del Tesoro de EE UU dedicada a vigilar el sistema financiero y a luchar contra el lavado de dinero, acusó a BPA de blanquear capitales para mafias chinas y rusas, oligarcas venezolanos y el mismísimo cartel de la droga de Sinaloa. Andorra intervino inmediatamente la entidad y su consejero delegado acabó detenido y enviado a prisión, donde permanece hoy día.

En su relato, Escuer expone cómo habría intentado eludir Miquel este destino. “En el transcurso de la cena me dice que si yo asumía la responsabilidad aseguraba un trabajo de por vida para mi hijo en BPA, que mi hermano continuaría en el banco con condiciones laborales mejoradas y que yo recibiría una suma importante que fijaríamos más tarde”.

Miquel plantea entonces a su exsubordinado que debe marcharse a Barcelona pero le conmina a un nuevo encuentro. “Yo sin tener ninguna duda que jamás aceptaría aquella propuesta, para obtener más información, accedí a una nueva reunión”, expone.

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Un día después, Miquel le envía un mensaje al teléfono citándole el 8 de enero de 2015 en el despacho de abogados del señor Roca Junyent, en Barcelona.

Les recibió allí el letrado de este bufete Jesús Silva (uno de los abogados que ha defendido a la infanta Elena en la causa por el caso Noos), detalla Escuer, que dice que Miquel acudió al encuentro con el abogado Josep Antoni Silvestre.

“Entonces allí hizo la misma propuesta, indicando que el señor Miquel necesitaba una estructura a resultas de la cual quedara fuera y yo asumía toda la responsabilidad, de forma que yo tenía que asumir todas las operaciones delicadas y cuestionadas que había hecho el señor Joan Paul Miquel y él quedaba exento de responsabilidad”, asevera el extrabajador de BPA en el escrito.

“Después me propusieron una nueva reunión pero ya no se hizo nada más. Claro comprendieron (y así se lo hice saber) que yo no podía aceptar, por mi nombre y el de mi hijo, al que informé de todo”, concluye.

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“Quiero que quede constancia de los hechos indicados, y que quiero ratificar en presencia judicial cuando me lo pidan, donde informaré de las vejaciones y amenazas de las que he sido objeto y conoce mi hijo”, añade Escuer, cuya declaración fue recogida en su domicilio por una notario del Principado el 18 de abril de este año. Estaba previsto que declarara ante el juez solo unos días después.

“Confío en que mi salud me permita poder otorgar la correspondiente declaración –confirmando la presente– lo antes posible en defensa de mi buen nombre y la verdad”, apuntaba en el escrito ante notario. Pero la enfermedad que padecía no se lo permitió. Escuer falleció a los 56 años a finales del pasado abril. Pero su palabra quedó plasmada en negro sobre blanco con las instrucciones de ser entregada a la justicia si algo le ocurría.

En esta suerte de testamento, remitido a la jueza que investiga el caso y a la Fiscalía, Escuer da autorización expresa para que las autoridades judiciales comprueben “todos los datos que consideren” de sus teléfonos a fin de verificar sus acusaciones.

Página 5.
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Escuer entró con 15 años en BPA como recadero en 1975 y la abandonó en 2010 como director comercial cuando, debido a un “problema personal” después de que Miquel contratase a un nuevo equipo de gestores, abandona la firma y pasa a trabajar para Andbank, según consta en la documentación judicial.

Escuer ya fue citado a declarar ante el juez como inculpado en julio de 2015, ante la sospecha de que podría haber participado “directa o indirectamente, entre los años 2007 a 2010, en una estructura creada a fin de evitar los controles implementados por el propio banco en el marco de la normativa de prevención de blanqueo”.

En aquella ocasión denunció que temía por su integridad, que venía sufriendo llamadas amenazadoras y que acababan de advertirle que lo “trincharían” [literal] si declaraba. Está por ver el efecto de su declaración post mortem.

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